Manuel Fuertes, presidente del Grupo Kiatt

Con solo 21 años -pero desde Oxford, donde finalizaba estudios- Manuel Fuertes empezó a invertir a través de su propia consultora de ingeniería y a trabajar para grandes marcas internacionales como Rolls-Royce. En 2009 contaba con una oficina central en Shanghai y 130 ingenieros en plantilla. Había llegado el momento de vender la empresa no sin antes captar la atención de una serie de profesionales de su entorno, dispuestos a coinvertir en los procesos que seleccionaba. Una reputación que comienza a extenderse por Inglaterra y Asia y que aglutinó a perfiles muy interesantes a su alrededor, todos expectantes por dónde, cómo –y con quién- decidiría dar el siguiente paso.

Así, de vuelta a Oxford, Fuertes ponía en marcha Kiatt (Knowledge, Innovation And Technology Transfer) “como una forma de organizar, administrar y coordinar las inversiones y estructurar la red de contactos profesionales para llevar empresas basadas en la propiedad intelectual al mercado”. Pero no todo vale, más bien al contrario. Fuertes y su equipo detecta proyectos científicos de impacto social y económico y garantizan el proceso de transferencia tecnológica sirviendo de nexo entre el ámbito científico y de emprendimiento con el ámbito empresarial, financiero e inversor.

Las Tres Emes

Tres son según Fuertes los mundos con los que se trabaja en el proceso de transferencia tecnológica. “Y son muy distintos entre sí”. La mente (mind), “en referencia al potencial científico basado en la obtención de una serie de resultados con objetivos concretos”, la gestión (management), “en base al perfil típico de emprendimiento, la agilidad y la adaptación al cambio”, y en tercer lugar, los inversores (money), “centrada en el incremento económico derivado de la correcta gestión e inversión de capital”, explica.

Un framework desarrollado en Oxford en el que el eje de las Tres Emes es el punto en el que se encuentra el proceso de transferencia tecnológica, “y por consiguiente Kiatt”. Una metodología que les ha reportado éxitos y que hace que el empresario mire con optimismo al futuro. “El entorno, en constante evolución y crecimiento nos ofrece oportunidades ilimitadas. Seguimos buscando proyectos que provengan de hallazgos científicos de primera para respaldarlos con el fin de crear empresas punteras de gran impacto social”.

Las tecnologías mejor posicionadas

Tras dejar atrás un siglo XX dominado por la evolución de la electrónica, testigo del nacimiento de la era digital, Fuertes cree que en el XXI dos tendencias voltearán varias disciplinas. Por un lado, la unión de lo biológico, lo electrónico y lo digital para mejorar al ser humano, “y otros seres vivos”; y por otro el Internet de las Cosas y 50.000 millones de dispositivos conectados entre sí en 2020, lo que posibilitará automatizar gran cantidad de procesos y trabajos -“incluyendo algunos muy complejos, como la defensa legal o la contabilidad”- y evitar accidentes gracias a inteligentes análisis predictivos que nos harán “ver el futuro”.

“Es cuestión de tiempo que alguien sin ninguna discapacidad grave se presente en un hospital y pida que le cambien sus ojos un poco miopes por implantes oculares con los que pueda ver en alta definición y hasta hacer zoom”, explica Fuertes, que junto a la biónica, ensalza la relevancia de la nanotecnología, sobre todo en medicina con la sintetización de medicamentos personalizados, la fabricación de nanocápsulas que viajarán solas por el cuerpo, adhiriéndose únicamente a los tejidos cancerosos y destruyéndolos, evitando los dolorosos tratamientos actuales; la impresión en 3D de órganos que no generarán rechazo en el paciente al estar confeccionados a partir de su propio ADN o la fabricación de nano-recubrimientos para implantes, como el de cadera, con materiales absolutamente nuevos que no sólo no causarán infecciones, sino que las prevendrán.

Un poco más lejos, en algún momento del próximo siglo, Fuertes cree probable que se forme lo que se ha bautizado como el Internet of Living Things. “Ya estamos presenciando un adelanto de esta idea, con el uso de las tecnologías werables que transmiten datos acerca de nuestra salud, localización y actividades de forma instantánea. No me cabe ninguna duda de que en algún momento, gracias a la intervención de la biónica y la nanotecnología, no necesitemos “vestirnos” con la tecnología, sino que el propio organismo de los seres vivos se conectará directamente al Internet of Living Things, y podremos comunicarnos indistintamente con seres humanos y aparatos electrónicos usando el mismo lenguaje”. Montados en la máquina del tiempo, de nuevo en el presente, Fuertes no quiere olvidar la influencia decisiva que aportan la robótica y la realidad aumentada/virtual.

España y aprender a comerse el trozo del pastel

“Sería un error decir que en España no se facilita la investigación o incluso que no se la financia”, explica Fuertes, quien considera que el país cuenta con científicos de gran calidad, “tanto que han sido una referencia clave para colegas suyos en otros países, quienes por desgracia han sido más eficaces a la hora de comercializarlos y generar beneficios para su país usando ciencia básica española”.

Una percepción en la que entiende que es importante que España haga un esfuerzo extra por proteger y transferir los resultados de investigación al mercado global en forma de productos y servicios a través de buenas empresas. En el proceso, hay que tratar de recuperar el talento que se fue del país, “algo que no es malo necesariamente”, para que apliquen con garantías el conocimiento adquirido fuera.

Sí se muestra crítico con el campo de acción que mejor domina. “Pecamos de falta de estrategia a la hora de elegir los proyectos de investigación a financiar”.

¿Un ejemplo a seguir? Singapur

Fuertes no duda en 'geolocalizar' el mejor sitio para emprender en ciencia y tecnología. “Singapur ha cambiado radicalmente desde 1991, duplicando la inversión en I+D y hoy suponen un 2,28% del PIB nacional”. Inyecciones de capital que posibilitan la creación, dentro del Ministerio de Industria y Comercio, de la National Research Foundation (NRF), presidida por el primer ministro del país en persona, y la Agency for Science, Technology and Research (A*STAR).

“Han activado un ecosistema de transferencia tecnológica para que nada se les escape y a través de estos dos organismos, se ofrecen numerosas becas y facilidades a emprendedores para sacar adelante startups de base científica y tecnológica, llegando a ofrecer ayudas de hasta $750K por empresa”.

La unión entre academia e industria, una potente iniciativa privada y una educación global que fomenta el emprendimiento completan los pilares que hacen de Singapur, “al igual que otros países del Sudeste Asiático” una referencia que, al menos de forma tangencial, convendría tener en cuenta.

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