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Manuel Lainez, en una imagen reciente.

Manuel Lainez: «Llevaremos la innovación a toda la cadena de valor agroalimentaria»

Hablamos con el nuevo director de Innovación y Desarrollo Agroalimentario y director de la Fundación Grupo Cajamar, de la que dependen Cajamar Innova, la ‘Plataforma Tierra’ y los dos centros experimentales especializados en agricultura mediterránea que la entidad financiera tiene en Almería y Valencia

Manuel Lainez Andrés (Navarrete del Río, Teruel, 1963) ha sido nombrado director de Innovación y Desarrollo Agroalimentario y director de la Fundación Grupo Cajamar. De esta última dependen la incubadora y aceleradora de empresas Cajamar Innova, la Comunidad Digital de Conocimiento ‘Plataforma Tierra’ y los dos centros experimentales especializados en agricultura mediterránea que la entidad financiera tiene en Almería y Valencia. 

Veterinario y doctor ingeniero agrónomo, fue director del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) y director general de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de la Generalitat Valenciana. Asimismo, ha sido profesor asociado de Producción Animal de la Universitat Politècnica de València durante diez años.

En el último lustro, el experto ha colaborado con Grupo Cajamar como consultor independiente en innovación y sostenibilidad agroalimentarias. En una entrevista con Innovaspain, afirma que afronta esta nueva etapa con la ilusión de aplicar la innovación al conjunto de las cadenas de valor que conforman la industria agroalimentaria. “De este modo, contribuiremos a su sostenibilidad, competitividad y rentabilidad”. 

Investigación, formación, análisis y transferencia

Lainez considera que los retos para el sector son importantes y van más allá de situaciones puntuales. “En su conjunto, agricultores y ganaderos tienen que mantener su posición en los mercados, compitiendo tanto con terceros países como dentro de la UE. Ello exige trabajar con una estrategia centrada en el consumidor, la diferenciación del producto y el ajuste de costes”. 

Adicionalmente, en un contexto donde la legislación y la sostenibilidad han estrechado lazos, el sector se enfrenta a nuevas necesidades. “Aquí la innovación es una herramienta clave en nuestro desempeño. Cajamar proporciona un paraguas lo bastante grande como para apoyar al sector dotándole de herramientas desde las que encarar con garantías una estrategia global de innovación”, asegura. 

Este impulso es tangible, y se divide en servicios de investigación, formación, análisis y transferencia prestados por un equipo de medio centenar de personas. “A través de distintos informes y estudios, planteamos al sector las principales líneas de acción presentes y futuras. Paralelamente, en las estaciones experimentales, investigamos de manera aplicada y con una estrategia basada en la transferencia de conocimiento. Es así como apoyamos a las startups innovadoras que tratan de llevar al mercado soluciones disruptivas y diferenciales”.

Cajamar Innova amplía su campo de acción

Hasta el momento, Cajamar Innova ha estado centrada en apoyar proyectos vinculados al agua y su mejor gestión. “En 2024 vamos a ir más allá. Lanzaremos una convocatoria para el conjunto de los emprendedores y emprendedoras agrotech”. Manuel Lainez señala que darán cabida a nuevas tendencias, como aquellas relacionadas con la producción de alimentos en ciudades que pretendan ser más autosuficientes o con la agricultura vertical, “un área poco explotada en España hasta la fecha”.

La  Fundación también mirará hacia los productores que mantienen su actividad en el medio rural, donde muchos ya sufren los efectos de la despoblación. “Desde un punto de vista social, nos preocupamos por aportar nuevas ideas que favorezcan su prosperidad y frenen la brecha de la España vaciada”. 

En este punto, el relevo generacional es para Lainez una cuestión central. “Nos topamos con distintas variables. Por una parte, lo que trasciende es que la actividad agrícola es poco rentable, algo que no piensan algunos agentes externos al sector, como determinados fondos. Es probable que este dilema sea resuelto incorporando con más decisión tecnología y aplicando estrategias de adaptación”. 

Desde una perspectiva positiva, Manuel Lainez alude a algunos resultados obtenidos por la Oficina Técnica del Observatorio de la Digitalización del Sector Agroalimentario Español que impulsa el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación con el apoyo de Cajamar. “A los jóvenes les motiva el valor añadido del trabajo agroalimentario desde el punto de vista ambiental y social. Lo ven como una oportunidad para sentirse útiles ante el conjunto de la sociedad y están muy dispuestos a incorporar herramientas digitales”. 

Salto tecnológico

Preguntamos a Lainez por su opinión alrededor de la relación ente campo y nuevas tecnologías. “En el ámbito agrícola-ganadero, se han desarrollado un conjunto de empresas en un marco clásico, es decir, una pequeña compañía presta servicios y responde a una necesidad concreta del sector”. Sin embargo, en los últimos tiempos, observa un “importante salto cualitativo” favorecido por las iniciativas de incubación y aceleración. “Crecen las empresas cien por cien centradas en la digitalización que tratan de solventar retos muy específicos”. 

Dentro de esa transición del agrotech, cree que es fundamental el boom de las empresas biotecnológicas, algunas con una madurez que dota de un sinfín de nuevas posibilidades al campo español. “El proceso de innovación se incrementa también en el área foodtech. Conviene recordar que esto no es nuevo. Históricamente, las empresas españolas de alimentación tienen la capacidad de llevar al mercado productos diferenciales. Esto contribuye a que, en la escena Europea, España sea un enclave líder en innovación”.

Variedad, calidad, innovación

“Al compararnos con otros países, más especializados en una producción concreta, lo cierto es que España destaca por su alta variedad”, añade Manuel Lainez. “Si tuviera que destacar una fortaleza relevante, quizá el mercado de frutas y verduras atesora una competitividad sin duda fuerte. Abunda la innovación en nuevos productos, y es capaz de adaptarse a las circunstancias para abastecer los mercados por encima de las complejidades”. El experto añade otras ventajas del país, como la capacidad logística o la “interesante” evolución de los derivados de productos de origen animal. 

Al otro lado, el consumidor está al frente del cambio de tendencias que afectan al sector. “En los últimos años, se ha hecho evidente la configuración de dos grupos de consumidores. Uno, más numeroso, se acerca a la adquisición de productos pensando en el coste de la cesta de la compra. Compra alimentos tal vez más tradicionales, menos innovadores, pero accesibles económicamente. Otros están más interesados en estas cuestiones y tienen la capacidad de pagar por ello: se fijan en el origen del producto y en la calidad asociada a ese origen, o en su sostenibilidad… Son puntos a tener en cuenta, pero que lógicamente pierden peso en momentos de alta inflación. Las foodtech y las agrotech van a seguir marcando el paso en la adopción sectorial de nuevas tecnologías, pero no lo harán libres de dificultades”. 

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