Manuel Rodríguez Zapata, decano de Medicina de la UAH

Manuel Rodriguez Zapata

En los últimos meses, han sido varias las ocasiones en las que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado de la amenaza que puede suponer la resistencia a los antibióticos, cada vez mayor, de algunas bacterias. De hecho, y para visibilizar más el problema, las denominó superbacterias y cifró en 700.000 las personas que mueren cada año por infecciones resistentes. Incluso, aunque quizás no sea el escenario más realista, uno de los autores de este informe afirmó que si no se le pone solución al problema podríamos entrar en una era “post-antibiótica” en la que una simple infección podría ser muy difícil de atender.

Se trata de un futuro “distópico” y “poco probable” para Manuel Rodríguez Zapata, decano de la facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Alcalá (UAH) y jefe de Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario de Guadalajara. En su opinión, “es un horizonte posible, pero del que hay que huir” y no lo ve factible ni en el corto ni en el medio plazo debido a la “enorme maquinaria sanitaria” que existe actualmente.

¿Qué son las superbacterias?

Son bacterias y como tales tienen todas las características del resto. El término ha tenido mayor relevancia desde un aviso que publicó la OMS para señalar un grupo de bacterias con una elevada repercusión sobre la salud humana, que tenían la característica de haber desarrollado resistencia a múltiples familias de antibióticos.

La idea de agruparlas bajo este nombre fue la de llamar la atención sobre la importancia que tenían desde el punto de vista de la producción de enfermedad en el ser humano y, sobre todo, para señalarlas como diana de investigación y de desarrollo de nuevas moléculas antimicrobianas. En definitiva, pretende señalar a la industria en qué dirección prioritaria tendrían que destinar recursos de investigación para conseguir nuevas moléculas eficaces contra estas bacterias.

¿Y por qué son capaces de resistir a los antibióticos?

El hecho es que a la introducción de un antibiótico le sigue prácticamente de forma inmediata la aparición de cepas que han desarrollado resistencias. Estas superbacterias, por una parte, han desarrollado resistencia a múltiples antibióticos y, por otra, tienen repercusión importante en la salud humana. La OMS lo que hizo fue dividir esta lista de 12 especies de bacterias en tres grupos.

Supongo que todas estas superbacterias no son iguales ni presentan la misma agresividad…

La OMS lo que hizo fue dividir esta lista de 12 especies de bacterias en tres grupos según el grado de mortalidad de las infecciones que producen, que el tratamiento requiera o no hospitalización, la frecuencia de resistencias que se encuentran, las pocas opciones terapéuticas que quedan y otros aspectos como la transmisibilidad.

Hay un grupo que denominan de importancia crítica. Son bacterias que producen infecciones graves en pacientes hospitalizados o en contacto con instituciones sanitarias, como residencias de ancianos, unidades de día… o en pacientes que son portadores de dispositivos (catéteres intravenosos, prótesis, etc). Producen infecciones graves, a menudo letales, bacteriémicas y pueden producir otro tipo de infecciones. Esta primera familia ha desarrollado resistencia a los dos antibióticos más potentes que en este momento tenemos.

De las otras dos familias, una es de prioridad alta, que producen infecciones, algunas hospitalarias, y que tienen una distribución más amplia en la comunidad. Y otra de prioridad media.

Pero hay otros microorganismos que no están dentro de esta denominación y que están dentro de otros programas de la OMS que tienen una importancia global muy grande, como son la tuberculosis o la malaria, que constituyen un problema de primer orden, sobre todo en ciertos países.

Según las cifras que dan los Centros de Control europeos, se producen al año unos 400.000 casos de infecciones por superbacterias, una mortalidad en torno a 25.000 pacientes hospitalizados y con un coste de 1,5 billones de euros anuales. Es decir, ¿la amenaza es real y es importante?

Son cifras importantes pero hay que ponerlos en el contexto de toda la población europea. Sin embargo, sí es un problema sanitario de primer orden. De ahí la alarma que ha publicado la OMS, los mecanismos que existen en los centros médicos asistenciales de control de la administración de antibióticos, de asesoría para el mejor manejo posible de los antibióticos y las resistencias… Es algo sobre lo que ya se ha lanzado la alerta y, sin alarmar, pero hay que extender el mensaje entre la población general para que se conciencie de la adecuada utilización de los antibióticos.

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¿Y cuál es el origen de la aparición de estas superbacterias? En principio lo lógico es pensar en un uso inadecuado y prolongado de los antibióticos…

Las bacterias, van a desarrollar resistencia, utilices los antibióticos de forma adecuada o no. Si los utilizas inadecuadamente, la van a desarrollar muchas más bacterias y a múltiples fármacos. Por tanto, una parte importante del control de las resistencias está en el uso adecuado de los antibióticos: que la indicación sea correcta; que el antibiótico prescrito sea el mejor para la enfermedad que tienes que tratar, principalmente a nivel hospitalario; administrarlo durante el tiempo adecuado; y tomar el antibiótico todo el tiempo prescrito porque si no se hace, el germen que sobrevive tiene posibilidades de ser resistente a ese antibiótico.

También hay otros aspectos que no controlamos. Por ejemplo, la utilización de antibióticos a nivel de la industria ganadera. Siempre hay referencias en todas las revistas médicas sobre la utilización de antibióticos a dosis subóptimas, que no tienen capacidad para erradicar un germen, con lo cual estás favoreciendo la aparición de resistencias, y que se utilizan para el engorde de ganado que luego se destina a la alimentación. Ese antibiótico se estabiliza en la cadena alimenticia y no solamente afecta al animal, afecta al humano que come eso y a todo el microbioma que todos tenemos, animales incluidos, y puede facilitar la emergencia de cepas resistentes. Hay antibióticos que también se utilizan en la agricultura… Por lo tanto, realmente estamos en un medio en el que toda la cadena alimenticia está con un sobreuso de antibióticos que está permitiendo y facilitando las resistencias.

Hasta hace años, el problema era menor, porque frente a la aparición de resistencia antibiótica surgían nuevas moléculas eficaces, con lo cual éramos capaces de tratar infecciones resistentes. El problema actual es que el desarrollo de todas esas moléculas con capacidad antibiótica es más lento, no va a la misma velocidad que la emergencia de resistencias.

Entonces, ¿no nos hemos tomado esta amenaza lo suficientemente en serio?

Las superbacterias no son especies nuevas. El hecho de que la OMS llame la atención sobre ellas, ya constituye una alarma. Evidentemente, el desarrollo de una molécula con capacidad antimicrobiana lleva bastante tiempo, una inversión muy fuerte y en los últimos años hay una ralentización en la aparición de nuevas moléculas. La mayor parte de los antibióticos que se han ido desarrollando en este tiempo, son la modificación de moléculas que ya estaban descritas o bien la asociación con otras moléculas que tienen capacidad para influir en los mecanismos de resistencia.

El desarrollo de estas moléculas es difícil, cuesta dinero y tiempo, por lo que no son las condiciones más favorables para que la industria farmacéutica lo tome como prioridad. Sobre todo, comparando con el desarrollo de otras moléculas como son los anticuerpos monoclonales para enfermedades autoinmunes o el desarrollo de fármacos utilizados en oncología.

Fundamentalmente, con todo el asunto de las superbacterias la OMS lo que hace es llamar la atención para que la industria lo relance como una diana de investigación y desarrollo.

¿Pero después de este aviso cree que se ha tomado nota?

Creo que sí, que todo el mundo es consciente, que todos los agentes implicados en el mundo de la sanidad, la biomedicina, la investigación y el desarrollo, son conscientes del problema y de la necesidad de nuevas moléculas. Nosotros lo tenemos en cuenta en nuestro trabajo y en nuestra actividad y una gran parte de la población es consciente de que hay que mantener una serie de normas adecuadas en el uso de los antibióticos para evitar problemas que en un futuro podrían ser mayores.

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