Alrededor de una cuarta parte de los pacientes con cáncer se enfrenta al riesgo de tener metástasis en el cerebro. Más de la mitad de estas personas sufre recaídas en el primer año después de la cirugía. Manuel Valiente, jefe del Grupo de Metástasis Cerebral del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), ha recibido una ayuda ASPIRE de la Fundación Mark para la Investigación del Cáncer, entidad ubicada en Estados Unidos. Durante los próximos 12 meses, el investigador y su equipo buscarán nuevos caminos para convertir las cirugías en soluciones permanentes y curativas que eviten estas recaídas.
El laboratorio de Valiente cumple 7 años el próximo mes de marzo. Durante este tiempo, el abordaje de la metástasis en el cerebro les ha llevado a estudiar los tipos de cáncer más proclives a desencadenar este proceso: mama, melanoma y, sobre todo, pulmón, responsable de la mitad de las metástasis en el cerebro. Dentro de la complejidad de la metástasis, analizan la última fase, cuando ésta crece en el cerebro. Trabajan además en investigaciones relacionadas con plataformas de cribado de fármacos o en comprender por qué determinados tratamientos, como la radioterapia, no funcionan.
La clave del proyecto
Pero en este momento, la máxima relevancia se la otorgan a una línea de investigación que es la que ha suscitado el interés de la Fundación Mark. “Buena parte de nuestro tiempo la ocupa el estudio de la interacción entre la célula metastásica y el microambiente del cerebro. Es un área poco explorada hasta ahora con muchas opciones de llevarnos a encontrar maneras de inhibir la metástasis”, explica al otro lado del teléfono Manuel Valiente.
El investigador recuerda que sus aportaciones serán importantes en la medida en que aún hay barreras que es muy complicado sortear. “Es imposible que un cirujano garantice la eliminación del 100 % de las células de cáncer. Sus aproximaciones en la cirugía son macroscópicas. Disecciona el tumor y, por mucho que hayan avanzado las técnicas, siempre hay células que se pueden quedar ‘atrás’”. Gran parte de estas células serán incapaces de hacer recrecer el tumor, pero otras tienen esa función más desarrollada. Valiente alude a las células cancerígenas madre, susceptibles de reconstruir el tumor ya que pueden proliferar indefinidamente. “Pretendemos saber más del comportamiento de estas células en base a su localización específica fuera del campo quirúrgico”.
Un año por delante (y parte del camino andado)
Aunque la financiación de la Fundacion Mark es generosa -250.000 dólares- el grupo investigador tiene ante sí el reto de cumplir objetivos en un periodo relativamente corto de tiempo. El resultado esperado es un mapa celular y molecular de la recaída. “En estos años hemos generado un modelo que no existía en nuestro campo sobre cómo reaparece la metástasis”. Manuel Valiente añade que el dinero lo destinarán a caracterizar bien ese modelo empleando las últimas técnicas de imagen y la secuenciación de célula única. “Sabremos qué genes expresan las células en cada zona del microambiente cerebral”.
En concreto, mirarán con lupa la interacción de la célula cancerígena con los vasos sanguíneos, ya que sospechan de la implicación de este vínculo en la recaída en fases iniciales. “Tenemos todas las opciones abiertas. Un estudio más amplio como el que queremos abordar nos dará nuevas pistas”. Una vez comprendan mejor los aspectos biológicos, Valiente y su equipo contempla encarar un cribado farmacológico dirigido específicamente a las células responsables de la recaída. “La agencia evalúa, y no es descartable una segunda financiación para completar el proceso con el diseño de estrategias terapéuticas, tal y como hemos previsto”.
Apoyos insuficientes
Manuel Valiente admite que la llamada de la Fundación Mark ha supuesto una grata sorpresa. “Nos sitúan al mismo nivel que otros grupos españoles con mucho más recorrido. Han vislumbrado en nosotros una oportunidad que no existía”. El investigador celebra la buena salud de este tipo de apoyos como contrapunto a la escasa ayuda que reciben desde la administración pública. “La inversión pública en ciencia está a años luz de la media europea, estamos volviendo a cifras de casi una década atrás”.
Valiente lamenta que la pandemia no haya supuesto finalmente el espaldarazo definitivo para la ciencia que muchos anunciaron. “Lo que deprime más es la ausencia de una apuesta a largo plazo, al margen de la legislatura de turno. La ciencia es muy delicada y necesita estabilidad. Son las fundaciones privadas las que están haciendo que investigadores jóvenes regresen a España y lleven a cabo proyectos de interés. En las empresas tampoco percibo que haya calado esta cultura. Deben entender que la ciencia precisa confianza. Son inversiones a largo plazo, pero el retorno es altamente productivo”.
Si traslada esta filosofía a su actual investigación, Manuel Valiente destaca que harán investigación básica en un contexto clínico. “Es relevante que converjan los dos territorios. Esta estrategia ofrece más posibilidades de que el beneficio llegue antes a la sociedad. Aportaremos conocimiento nuevo alrededor del comportamiento celular en el microambiente del cerebro. En paralelo, las dianas que logremos podrán derivar en nuevos compuestos para tratar la recaída de los pacientes”.
Un precedente de interés
En 2018, el grupo del CNIO publicó un estudio en el que ya hablaba de una nueva manera de encarar la metástasis cerebral con una diana presente en el microambiente. Obtuvieron buenos resultados con 18 pacientes de cáncer de pulmón, pero no será hasta este año cuando tenga lugar un gran ensayo clínico. “Por desgracia”, no será en España sino en Italia. “Aunque el cien por cien de la investigación se ha desarrollado aquí, no hemos sabido tocar las puertas adecuadas ni localizado estructuras preparadas para el ensayo”, argumenta Manuel Valiente.
El estudio estaba centrado en los astrocitos reactivos, células del cerebro que reaccionan ante el daño. El tumor, cuando crece, modifica los astrocitos, que expresan una seria de moléculas que de algún modo protegen al tumor. “Cuando inhibimos determinada molécula, vimos que la metástasis sufre y disminuye. A partir de ahora descubriremos muchas más cosas que no sabíamos”, concluye.