Casi 2 millones de euros para un proyecto que durará 5 años. “Es la ayuda que todos los científicos e investigadores soñamos conseguir”, afirma el propio beneficiado, Manuel Valiente, jefe del Grupo de Metástasis Cerebral del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Su equipo acaba de recibir la prestigiosa beca Consolidator Grant del Consejo Europeo de Investigación (ERC, por sus siglas en inglés). ¿Con qué fin? Avanzar en la lucha contra la metástasis cerebral
“Esta es la única ayuda que te permite cubrir cinco años en un laboratorio a un nivel altamente competitivo”, afirma el científico zaragozano para reflejar la importancia de lo que acaban de conseguir. De hecho, asegura que es la primera vez, desde que tiene el laboratorio, en el que puede planificar el siguiente lustre manteniendo una investigación de máximo nivel.
Manuel Valiente busca generar cerebros inmunes a la metástasis, para lo que, en lugar de estudiar las células tumorales se focalizará en el microambiente, es decir, el contexto celular que las rodea. Se trata del proyecto denominado ALTER-brain. Todo viene de un trabajo previo culminado en 2018 en el que “dieron una vuelta de tuerca” a las teorías relativas a cómo las células cancerígenas son capaces de crecer en un cerebro.
Alteraciones en los astrocitos
El define la metástasis como “un proceso superineficiente”. “De hecho, 9 de cada 10 células [cancerígenas] que entran en el cerebro son eliminadas, lo cual son muy buenas noticias –explica–. El problema es que hay algunas que son capaces de sortear las defensas iniciales y empiezan a crecer, lo que provoca que se modifique el cerebro”.
Su equipo descubrió que algunas de estas alteraciones se producen en unas células llamadas astrocitos. Estos tienen un papel defensivo, ya que se vuelven reactivos en presencia de agentes potencialmente dañinos para aislarlos y bloquear sus posibles consecuencias negativas para este órgano vital. Sin embargo, hallaron que “al final acaban transformando su función defensiva y ayudan al tumor a crecer”.
El equipo de Valiente ha tenido éxito a la hora de demostrar que, si cortan la comunicación entre las células cancerígenas y los astrocitos, se ayuda a combatir la metástasis. Y la ayuda que ahora les han concedido les permite afrontar un proyecto aún más ambicioso.
“Si somos capaces de eliminar dichas transformaciones en esas zonas del cerebro, quizás podamos hacer un cerebro que no da margen a ser modificado y, por tanto, podría tener esas defensas mucho más potentes y ser inmune al crecimiento de la metástasis”, apunta el investigador del CNIO.
Con los vasos sanguíneos
Su intención ahora es “expandir” el hallazgo de los astrocitos a otras células del cerebro. En esta línea, Valiente también explorará opciones preventivas basadas en la dependencia que tienen las células tumorales de los vasos sanguíneos, que es un factor común en el proceso de diseminación tumoral pero especialmente notorio cuando se produce en el cerebro.
Su equipo tratará de bloquear las interacciones que se producen entre las células cancerosas y las endoteliales –células que recubren el interior de los vasos sanguíneos–. El objetivo es “cortar esa comunicación”.
Si lo consiguen, las células iniciadoras de la metástasis podrían serían eliminadas, por lo que los tumores secundarios no se desarrollarían. “Esta aproximación preventiva sería especialmente interesante para pacientes con determinados tipos de cáncer de pulmón, de mama o melanoma, que tienen un alto riesgo de desarrollar metástasis cerebral”, explica Valiente.
Casi una década
Ya son nueve años de su vida dedicados a la metástasis cerebral y todo apunta a que serán muchos más. Este licenciado en Medicina Veterinaria, con doctorado en Neurociencias, comenzó su investigación en esta materia en el laboratorio de Joan Massagué (Memorial Sloan Kettering Cancer Center, en Nueva York). Acabada su etapa de formación postdoctoral, estableció el Grupo de Metástasis Cerebrales en el CNIO en 2015.
“Esta es una carrera que está llena de dificultades”, afirma. No hay que olvidar que tratan de entender “cosas que no sabemos”. Y lo hacen a través de hipótesis que, “la gran mayoría de las veces”, están equivocadas. Y entonces “hay que volver a empezar”. A esto hay que sumar los retos del día a día, como conseguir financiación, o atraer al equipo a los mejores investigadores. “Al final del día lo que nos mueve es la pasión por tratar de entender un problema biológico que es fascinante”.
No parece que esta labor tenga fin. De hecho, Manuel Valiente dice en declaraciones a Innovaspain que cada vez que termina una proyecto “aparecen muchísimas más preguntas y líneas de investigación”.
“Realmente nunca tienes la sensación de que has acabado algo al cien por cien, pero yo creo que eso es muy motivador porque vas abriendo puertas y lo que viene después es más interesante que lo que había antes”, reconoce.
Por sus contribuciones, Manuel Valiente ha recibido importantes reconocimientos, como el nombramiento en 2018 como EMBO Young Investigator (EMBO YIP). Es miembro de los Comités Científicos de la Asociación Europea de Neurooncología (EANO) y de la Asociación Americana de Investigación del Cáncer (AACR) y evaluador de agencias de investigación nacionales e internacionales.