El año 2016 supuso un punto de inflexión para la ciberseguridad. La Cumbre de Varsovia reunió a los aliados de la OTAN para comprometerse, entre otras cosas, a mantenerse alerta ante las ciberamenazas. El ciberespacio pasó a considerarse igual de importante que los clásicos, tierras, mar y aire. Reforzar las defensas cibernéticas de las infraestructuras y redes nacionales mediante la defensa colectiva fue el principal desafío. Tres años antes, España ya había comenzado a tomar el sendero correcto, como explica Mar López Gil, jefa de la Oficina de Ciberseguridad del Departamento de Seguridad Nacional, ayer presente en coloquio organizado por la Universidad de Deusto.
“La ciberseguridad ya no es algo futurista o estrictamente tecnológico. Es un eje político-estratégico imprescindible para nuestra convivencia”, asegura. Han pasado casi ocho años desde que España desarrollase su primera Estrategia de Ciberseguridad Nacional. “Desde entonces hemos aumentado nuestras capacidades considerablemente y podemos decir que somos un país capacitado para abordar los retos que vienen”, asegura Mar López Gil.
No son pocos. De hecho, la pandemia ha destapado algunas vulnerabilidades. Hasta fines de agosto de 2020, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) había registrado 908 brechas de seguridad que han afectado a datos personales. De las 61 que hubo en agosto, 43 fueron clasificadas como intencionales. El miedo no ha tardado en aparecer en las empresas, que según el informe Digital Trust Survey 2021 de PWC están dispuestas a aumentar su inversión en ciberseguridad.
“La seguridad ya no se entiende sin la ciberseguridad. Debemos tener claro que los ciberataques, sean del tipo que sean, no pueden quedar impunes. Por eso desde España estamos trabajando por abordar una nueva estrategia europea de ciberseguridad”, adelanta Mar López Gil. Aunque no todo depende de esto.
La responsable cree imprescindible “mejorar la resiliencia del sector financiero” para ser más fuertes en el llamado ciberespacio. “La amenaza de hoy es totalmente diferente a la de mañana. Hoy hablamos del 5G, pero vendrá el 6G, que ya se está implantando en Japón”. En este sentido, la transformación digital de España no parece avanzar en consonancia con las necesidades de la ciberseguridad. “Hemos avanzado en materia de coordinación y colaboración público-privada, pero quedan muchos pasos por dar si queremos que haya una verdadera transición digital”, apunta López Gil.
En 2019, España se situó en el séptimo lugar a nivel mundial de los 193 Estados Miembros de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU) con una puntuación de 8,96, escalando un total de 12 posiciones respecto al 2017. A la cabeza de este ranking se encuentra Reino Unido (9,31), Estados Unidos (9,26) y Francia (9,18). Una posición que para Mar López Gil refleja que “se está haciendo un buen trabajo”, pero avisa: “La sociedad no está preparada de momento para que la transformación digital venga acompañada de las medidas de ciberseguridad necesarias. Hay que seguir dando pasos para concienciar de que la seguridad virtual es tan importante como la personal”.