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Marcela Angulo González, gerente de Capacidades Tecnológicas de Corfo

“Hay que hacer que las industrias de Chile sean mucho más productivas en cuanto a tecnología”
Marcela Angulo González, de Corfo (Foto de www.usach2030.cl)
Marcela Angulo González (Foto de www.usach2030.cl)

Chile vive un momento que puede ser clave para su futuro. El país “tiene la oportunidad de instalar la innovación en el centro de su estrategia de desarrollo productivo, y transformarse hacia una economía más basada en el conocimiento”, según afirma Marcela Angulo González (@MarcelaAnguloG). La gerente de Capacidades Tecnológicas de Corfo reconoce que se ha hecho una estrategia “muy agresiva y exitosa” tiempo atrás al “generar una base productiva que pudo crecer mucho y permitió que el país quintuplicara su ingreso per cápita en 30 años, lo que es un tremendo éxito en el concierto internacional”. Sin embargo, es hora de cambiar.

“Para seguir creciendo a esas tasas hay que hacer que nuestras industrias sean mucho más productivas en cuanto a tecnología, pero además, debemos diversificar la matriz productiva para ampliar el alcance hacia sectores productivos que no solo explotan el recurso, sino que generan toda la tecnología entorno a ese recurso –continúa-. Me refiero específicamente al caso de la minería, en el que ya hay experiencia; países que fueron mineros lograron desarrollar un clúster de industrias tecnológicas entorno a la minería para producir no solo mineral sino también tecnología”.

Esta “cupido tecnológica”, como la llaman algunos colegas de profesión, ha charlado con la Fundación Knowledge Innovation Market Barcelona – KIM para explicar los logros en innovación ya conseguidos y los inminentes retos de la industria. “Chile gasta el 0,39 por ciento del PIB en I+D y, de eso, dos tercios se hace con fondos públicos o institucionales”, apunta Angulo González. El problema es que “solo el 0,13 por ciento del PIB es inversión privada de los sectores productivos”, muy lejos del promedio de los países de la OECD, fijado en un 2,4 por ciento.

“Sin embargo, en el ámbito emprendimiento, Chile está mucho mejor posicionado porque aquí ha habido una política pública que ha promovido el emprendimiento como una opción de desarrollo económico”, dice la representante de Corfo. Y recuerda que, según el Global Interpreneurship Index, el país está dentro de los primeros 20 países con el ecosistema emprendedor más importante del mundo.

Programas estratégicos
Todo este potencial se sustenta, en su opinión, sobre dos pilares. Por un lado está la Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología (CONICYT), “que actualmente depende del Ministerio de Educación y que motiva y promueve la investigación científica desde las universidades y centros de investigación, y algo de desarrollo (science push)”. Por otro, Corfo, “que depende del Ministerio de Economía, y es la agencia de desarrollo productivo e innovación, la que pone el market pull, ya que vinculamos los activos de ciencia y tecnología con el mundo productivo”.

Ella señala que en Corfo han trabajado durante tres años “en un ejercicio participativo con la industria, academia y sociedad civil, con unos 30 programas estratégicos de especialización inteligente, algunos más transversales”. “Hemos generado un diagnóstico común, una visión de dónde están las oportunidades, y hojas de ruta conjuntas para alcanzar esa visión común”.

Dos ejemplos de esto serían el programa nacional de minería y el programa de alimentos saludables. “Con el primero promovemos un ecosistema de proveedores tecnológicos para la minería capaces de resolver los desafíos de productividad del sector y constituir un clúster de empresas proveedoras de tecnología capaces de salir a exportar sus servicios a otros países mineros, con lo que conseguimos que muchas PYMES sean capaces de trabajar en conjunto con las grandes mineras para encontrar soluciones”.

Por otra parte, “el programa de alimentos saludables es porque Chile logró llegar a 18.000 millones de dólares en exportación, incluyendo fruta, alimentos procesados, productos del mar… Este programa pretende de aquí a 2030 volver a duplicar las aportaciones de alimentos hasta 35.000 millones de dólares, con una estrategia selectiva que no es solamente cantidad sino que es productos de mayor valor agregado o con diferenciación. Queremos ampliar la oferta de productos frescos pero con diferenciación: inocuidad alimentaria, baja huella de carbono, baja huella hídrica… para llegar a mercados más sofisticados que están dispuestos a pagar más. Y al mismo tiempo, queremos diversificar la canasta exportadora de productos alimentarios, hacer productos de mayor valor agregado, como alimentos saludables, ingredientes funcionales y aditivos naturales para la industria alimentaria global”.

A esto hay que añadir una serie de programas transversales en los que Chile, afirma Marcela Angulo González, debe concentrarse: ciberseguridad, conectividad digital, acceso de las PYMES a la banda ancha, estrategias de capital humano, industrias inteligentes, etc. Los retos son muchos.

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