La admiración que produce Margarita del Val en la comunidad científica, y que recientemente se ha visto incrementada a nivel social por su labor a la hora de combatir al COVID-19, genera cierta incomodidad en la viróloga. “No me considero una referente”, ha asegurado esta mañana en una jornada organizada por ENISA y el Parlamento Europeo en España en el marco del #11F, el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
Lo cierto es que ella tampoco toma como referentes a los demás, y probablemente esta ha sido su seña de identidad desde que en 1976 entrase por la puerta de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha ido siempre a lo suyo, en el buen sentido de la expresión, y eso es en parte lo que le ha llevado al éxito en un sector frecuentado mayoritariamente por hombres.
Seguramente sin buscarlo, Margarita del Val se ha convertido en la voz de la esperanza de la pandemia y, en un día como hoy, las jóvenes que se debaten si apostar o no por un futuro STEM, se inspiran de ella. Aunque Del Val lanza un claro mensaje: “La ciencia es una tarea de pasión”. O dicho de otro modo: las vocaciones STEM han de fomentarse continuamente y no solo cuando lo marca el calendario de “los días de”.
“Gotita a gotita esto va a permeando”, aplaude la viróloga, que es una firme defensora de que “las mujeres pueden disfrutar, triunfar y asumir responsabilidades en un mundo cada vez más cambiante”. Siempre lo tuvo claro desde joven. Con 61 años, recuerda su etapa universitaria como “un ambiente muy bonito que te quitaba el estigma de friki” y no considera que por aquel entonces estuviese rompiendo ningún mito. “Las mujeres podían ir a la universidad. Evidentemente ahora hay más posibilidades, pero hacer una carrera científica siempre ha sido complicado, especialmente en España”.
En este sentido, Margarita del Val lamenta que la ciencia haya sido tomada como un lujo. “En cuanto hay un poco de crisis el sector científico se ve perjudicado más que otros. Da igual que sea una crisis fuerte, como la que vivimos en 2008, una desaceleración o una crisis motivada por una pandemia, como ahora. La ciencia siempre pende de un hilo”. Del Val critica la falta de inversión en I+D+i en España y no olvida que “en 2009 se prescindió de financiar a la ciencia porque se consideraba un lujo; se quedó en lo mínimo para sobrevivir”. A su juicio, tampoco las mujeres científicas deberían considerarse un lujo. “Debemos crear un país en el que ser científica sea común y no algo extraordinario”.