María Ángeles León, fundadora y presidenta de Open Value Foundation y la mente creativa detrás de Global Social Investment (GSI), ha estado presente en el Programa de Innovación en Ciberseguridad y Nuevos Riesgos, organizado por Deusto Business School. En él ha explicado en lo que consiste el llamado “impacto social”, así como la percepción de la sostenibilidad en la sociedad actual.
“La sostenibilidad está aquí para quedarse”, ha remarcado. “La propia GSI, los movimientos financieros y corporativos, Davos, la sociedad… Todos están impulsando para que sea así”.
Y eso se nota en el interés generacional. Según la encuesta ‘La evolución de la mentalidad sostenible’, de Global Consumer Confidence Survey, el 80% de la Generación Z (de 15 a 20 años), el 79% de la Generación X (de 35 a 49) y el 72% de los baby boomers (de 50 a 64) les interesa este tema, y eso es porque la presión mediática empieza a ser importante.
Los menos interesados, por su parte, es la gente mayor de 65 años –un 65%–, algo que a María Ángeles León le sorprende. Pero más le sorprende la generación milenial. “Es verdad que son estos, los consumidores importantes de ahora, los que parece que están empujando este movimiento. La gente contesta en las encuestas lo que le parece, y a mí me entran dudas de que el 85% de los milenials –de 21 a 34 años– digan que actúan de este modo y que son gente muy sensible respecto a este tema”, ha admitido.
“Es cierto que cuando te preguntan intentas parecer lo más sensible posible y los patrones de consumo nos deberían demostrar que esto es verdad. Hablando antes de la pandemia con algunos directivos de retailers españoles –como Mercadona o El Corte Inglés– nos decían que la cesta de la compra española es al céntimo, que la gente quiere gastar poco. Introducir productos ecológicos, sociales, todavía cuesta”, ha asegurado.
El poder de la Administración Pública
Así, según María Ángeles León se necesitan otras cosas para mover a los consumidores, más allá de que los productos sean sostenibles. “Más de un 60% afirma que compra por la composición, cremas por ejemplo que no utilizan animales, si es orgánico todavía más esa cifra es mayor… y aunque estos datos son antes de la pandemia, ahora quizá ha crecido”. La tendencia, antes de la crisis provocada por la COVID-19 era ir por lo “eco”, lo sano.
Ahí es donde tiene un papel fundamental la Administración Pública con concienciación y también con multas e impuestos. La presidenta de Open Value Foundation ha indicado que muchos países en desarrollo tienen muertes por polución en el aire.
“Más de 20.000 personas mueren por ello en Rusia o EEUU, países que no han puesto tanta atención en proteger la producción contaminante. Ya no es solo que las grandes urbes estén contaminadas, sino que en países en vías de desarrollo todavía se cocina con maderas, plásticos y demás, lo que genera humos que afectan a los pulmones. Esto está llevando también a una sensibilización por parte de la población y la Administración”.
Por ello, entre otras cosas, cada vez más países multan a empresas por la utilización de plásticos. “En España –ha señalado María Ángeles León–, parcialmente ponemos impuestos y multas, pero no sé si llegan los contenedores de colores a cada edificio; aunque, una vez que llegan, la primera multa ya se pone. Está empezando a funcionar”.
La Administración quiere cambiar la conducta con los impuestos y está ya en el mundo financiero, el empresarial y está llegando al consumo. Y es que, como ha enfatizado, “tenemos responsabilidad en cada decisión que tomamos, desde hacer un plan de pensiones hasta la cesta de la compra de cada día”.
¿Qué es el “impacto social”?
María Ángeles León, además de ser economista de formación, se encarga de una gestora especializada en fondos de inversión de impacto social, que invierte en empresas con el doble objetivo de generar un impacto social y medioambiental positivo, además de una rentabilidad financiera para sus participantes.
Pero, ¿qué es el impacto social? Lo ha explicado así: dentro del espectro de inversiones, la inversión de impacto social se encuentra entre la donación, la filantropía tradicional, y la inversión tradicional. «Hacemos un continuo por necesidades de oferta de capital. Empezamos por donaciones, porque es nuestro origen fundacional, hasta las inversiones de foco financiero y rentabilidad de dos dígitos”.
El mercado, según ella, está intentando convencer de que por hacer inversiones son carteras más resistentes y más rentables. “No está demostrado todavía, yo todavía busco porque me encantaría que fuera verdad. Pero no he encontrado ningún informe riguroso que demuestre que un inversor que tiene en cuenta sistemas gubernamentales y de gobernanza sea más rentable que uno que no lo hace”.
En el medio de todo esto están los inversores de impacto social, que son capaces de renunciar a un poco del retorno de mercado, que tiene mucho foco en un impacto social y que, a la vez, se comportan como fondos de inversión al uso.
Básicamente, se busca solucionar los problemas de la filantropía con las herramientas de los fondos de inversión. “Esto parece sencillo, pero a nosotros, concretamente, nos ha llevado muchos años de fracasos”, ha destacado.
El problema de las donaciones
Para María Ángeles León, “las donaciones no generan desarrollo. Se necesita ahorro, inversión y emprendimiento. Las donaciones no resuelven los problemas de la pobreza. Son buenas porque puntualmente salvan vidas pero se necesita algo más”.
Y ese “algo más» es lo mismo que se utiliza en los países ricos. De hecho, el presidente del Banco Mundial anterior, Jim Yong Kim, decía que los países en desarrollo necesitan tener las mismas herramientas que utilizan los países ricos para ser más ricos.
“Está inventado ya. Ellos tienen que ir creciendo. Nos hemos empeñado en que tenemos que hacerlo regando con helicópteros de dinero estos países y no ha funcionado. Por lo menos en África”, ha explicado.
Desde los años 70, más de un trillón de dólares se han ido invirtiendo en distintos países para que, al final, ninguno de ellos tenga un buen PIB o ni siquiera una renta per cápita buena. “El modelo ha fracasado. Son las empresas las que tienen que ir allí y desarrollar y proteger a los más vulnerables de la sociedad. La manera de resolver sus problemas es generar empleo o darles la oportunidad de emprender”.