María Esperanza Martínez, la mexicana que estudia bacterias amigables con el ambiente

La investigadora mexicana de la UNAM es premio L’Oréal-Unesco a la Mujer y la Ciencia 2020 por sus investigaciones sobre bacterias que permiten reducir el uso de fertilizantes químicos
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María Esperanza Martínez, Premio L’Oreal-Unesco a la Mujer y la Ciencia 2020.

El trabajo de la mexicana María Esperanza Martínez fue reconocido con el Premio L’Oreal-Unesco a la Mujer y la Ciencia 2020, junto al de otras cuatro científicas de diferentes regiones del mundo. La Unesco ha destacado su estudio sobre el uso de bacterias respetuosas con el medio ambiente, que busca favorecer el crecimiento de plantas y aumentar la productividad agrícola, reduciendo al mismo tiempo el uso de fertilizantes químicos. 

Estas bacterias “brindan un servicio ecológico porque convierten el nitrógeno gaseoso del aire en amonio, el cual es asimilable por todos los otros seres vivos”, explica la investigadora del Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM.

La experta destaca también el poder de la genética y asegura que este ha sido tal que “lo que nos imaginamos que nos darían y dirían los genomas se ha quedado corto”. Según Martínez, “estamos en la prehistoria de la genómica humana y bacteriana”. Todavía desconocemos la función de los genes de muchos organismos.

La investigadora estudió la licenciatura, maestría y doctorado en Investigación Biomédica en la UNAM. Realizó un posdoctorado en Francia en el Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INRA) de Toulouse y estancias sabáticas en la Universidad de California. Coordina además la Licenciatura en Ciencias Genómicas de la UNAM, que imparte en la ciudad de Cuernavaca (Estado de Morelos).

María Esperanza Martínez, Premio L’Oreal-Unesco a la Mujer y la Ciencia 2020.

Durante la mayor parte de su carrera se ha dedicado al estudio de bacterias benéficas para las plantas. Además de publicar un manual dirigido a agricultores sobre el uso de biofertilizantes, ha impartido un gran número de conferencias sobre el tema en diferentes estados del país y participó en el programa Produce de Biofertilización.

Entre sus trabajos sobre bacterias benéficas asociadas a planta y animales destaca el de la cochinilla del carmín, en el que descubrió un nuevo simbionte fijador de nitrógeno, que permite al insecto crecer con la savia de los nopales, rica en carbono y pobre en nitrógeno.

Sus estudios sobre simbiosis (relación estrecha y persistente entre organismos de diferentes especies) también abarcan microbiomas de animales. De algunos insectos nativos de México ha estudiado sus endosimbiontes (cuando un organismo habita en el interior de otro organismo), que se heredan de madres a hijos, que tienen genomas reducidos y producen vitaminas y aminoácidos esenciales para sus hospederos.

La científica mexicana no considera que haya tenido que demostrar más que sus colegas hombres el valor de su trabajo por ser mujer. “Mi trabajo ha sido evaluado por los resultados”, asegura. Aunque sí considera que “queda un camino largo por recorrer” para las mujeres estén en igualdad de condiciones que los hombres. 

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