“La lucha contra el acoso escolar y el ciberacoso en España avanza, aunque aún queda un largo camino por recorrer”, indica María José Díaz-Aguado, quien dirigió el reciente Estudio sobre Acoso Escolar y Ciberacoso en España en la Infancia y en la Adolescencia, como así también una investigación anterior a gran escala en 2010, entre muchos otros trabajos al respecto.
Uno de los aspectos a trabajar es el silencio en torno al ciberacoso: el 55% de las víctimas no habla de las situaciones sufridas. También se observa una relación entre el bullying y la ideación suicida. Reconocen haber intentado quitarse la vida alguna vez 1 de cada 5 víctimas de ciberbullying y 1 de cada 4 ciberacosadores.
El estudio fue realizado por la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la Fundación ColaCao. El trabajo de campo se hizo en 2023 con la participación de casi 21.000 estudiantes entre 4ª de primaria y 4º de secundaria de las 17 comunidades autónomas.
Díaz-Aguado, catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación en la UCM, señala que los datos refuerzan la importancia de ayudar a los niños y adolescentes a navegar en el mundo digital. “La sociedad tiene que hacer mucho más, tiene que tomar conciencia de estos nuevos riesgos y tiene que adaptar la educación a esta nueva situación”, remarca en una entrevista con Innovaspain.
Entender el silencio
En el acoso escolar presencial, el 62% habla de lo ocurrido, contra el 45% en el ciberacoso. “Esto podría deberse a que en el acoso escolar hay mayor conciencia social de la necesidad de contar, de pedir ayuda, que respecto al ciberacoso, porque se ha trabajado mucho más en la sensibilización”, indica Díaz-Aguado.
Hay otra diferencia: el principal motivo para no hablar del acoso escolar es el miedo, pero en el ciberacoso, para el 36% de las víctimas, es no querer preocupar a la familia. El silencio, en este sentido, podría deberse también a que los alumnos, niños entre 10, 11 y 16 años, “tienen una tendencia muy escasa a contar a su familia lo que hace en la red”, dice la catedrática. Sólo el 20% del alumnado dijo que habla habitualmente con su madre o con su padre de su actividad en las redes sociales.
El 50% de los estudiantes de 5º de primaria, de entre 10 y 11 años, y el 88% de los de 1º de la ESO, entre 12 y 13 años dicen estar en las plataformas. “Cuando la edad legal en España para abrir una cuenta en redes sociales y dar permiso para utilizar los propios datos sin autorización paterna es 14 años”, recuerda Díaz-Aguado. En este sentido, es posible que abran su perfil afirmando que tienen más de 14 años, entrando de este modo, “con muy poca supervisión adulta y poca tendencia a contar a su madre y a su padre lo que hacen en este nuevo escenario”. Esto puede explicar por qué sólo el 45% pide ayuda cuando tienen problemas.
Educar en cultura digital
Lo más usual es que los niños comiencen a usar las redes con Youtube (71.8%) y Tiktok (71%), seguido por Whatsapp (58,7%) e Instagram (28.3%), indica el informe. También son las cuatro redes sociales más usadas en la secundaria. Por su edad, tienen un nivel de madurez que hace probablemente muy difícil que puedan afrontar algunos de los riesgos, alerta la investigadora.
En España, se debate elevar de 14 a 16 años la edad mínima a la que se puede dar consentimiento al tratamiento de datos personales (requisito para abrir una cuenta). “Hay un gran consenso social, parece ser, en la adecuación de esta medida”, dice Díaz-Aguado, aunque el modo de ayudarles no pasa sólo por prohibiciones.
“También tenemos que tomar conciencia de la necesidad de educarles. La cultura digital forma parte de la cultura. Desde la escuela y desde la familia, les tenemos que ayudar mucho más para hacerse ciudadanos fuertes, para fortalecerles frente a las nuevas posibilidades y los nuevos riesgos que implica esta nueva cultura”, señala.
Igual que no dejaríamos a un niño lanzarse al océano sin saber nadar, sin tener la fortaleza para mantenerse a flote, “tampoco podemos asumir que naveguen en estas nuevas redes sin la suficiente formación y madurez”.
Una vacuna a mejorar
Díaz-Aguado dirigió un primer estudio a gran escala, publicado en 2010, que ahondaba en la convivencia en su totalidad en la escuela secundaria, analizando el acoso escolar con cierta especificidad. El estudio reciente, publicado en octubre, es más exhaustivo en cuanto al acoso e incluye la escuela primaria, pero algunos resultados se pueden comparar para ver la evolución.
Una de las diferencias surge de las respuestas a la pregunta sobre si han sufrido acoso escolar presencial en los últimos meses (se hizo explicando primero qué es el acoso). Entre un estudio y otro, se observa que “la disminución de víctimas es del 24% y la de acosadores del 50%”.
En torno al 80% del alumnado indica además ahora que recuerda haber trabajado en su centro que es acoso escolar y qué tienen que hacer para detenerlo. “Y ese 80% tiene menos riesgo de ser víctima o acosador”, señala Díaz-Aguado. “Quiere decir que se está trabajando con un porcentaje muy elevado de la población, que ese trabajo reduce el riesgo de vivir acoso escolar, pero no lo reduce absolutamente”, indicó.
El estudio elabora un decálogo de propuestas, diez principios básicos, para mejorar esa eficacia como adoptar una actitud proactiva, una perspectiva de género, favorecer la inclusión de todo el alumnado y ayudar a las víctimas a paliar el año, entre otras. “Tenemos una vacuna que está al alcance de nuestras posibilidades, que funciona, aunque no protege de forma absoluta. Tenemos que mejorarla y tenemos que aplicarla a toda la población”, dice la catedrática.
