Mariana Alessandri, la filósofa que reivindica las emociones más oscuras

En su libro "Visión Nocturna", Alessandri hace una crítica social al positivismo tóxico, recuperando estados como la ira y la tristeza como una fuerza inventiva y creadora. “La ironía es que soy extremadamente optimista: creo que puedo cambiar el mundo con ideas"
Vision nocturna
Mariana Alessandri, autora del libro "Visión nocturna".

¿Qué significa innovar en filosofía? ¿Cómo puede gestarse algo nuevo desde ideas tan antiguas como el mito de la caverna de Platón? Mariana Alessandri, autora del libro Visión Nocturna, lo hace con un cambio radical de perspectiva: volviendo a la caverna, no para arrojar luz sobre ella, sino oscuridad total y sumergirnos en ella. “Somos los dos: luz y oscuridad. Tenemos noche dentro de nosotros”, dice. Si no lo reconocemos, si nos resistimos a ello, “es como luchar contra nosotros mismos”.

Alessandri es profesora asociada de Filosofía en la Universidad de Texas Valle del Río Grande, la primera universidad bilingüe de Estados Unidos. En su libro, que acaba de ser traducido al español, analiza cinco estados de ánimo –la tristeza, la aflicción, la depresión, la ira y la ansiedad– a partir de las historias de filósofos existencialistas como Unamuno, María Lugones, Gloria Anzaldúa, Audre Lorde, Bell Hooks y Søren Kierkegaard. 

La filósofa reivindica la humanidad de estas emociones oscuras y nos invita a aprender de ellas, sentando una perspectiva contracorriente, que cuestiona el positivismo tóxico y la cultura de la autoayuda que nos ciega con la luz, con frases motivacionales como “anímate si estás triste”, “deja de pensar si estás ansioso” o “controla tu ira, que te queda mal”. 

“El problema no es la caverna. La solución no es la luz. Las sombras también existen a plena luz del día, y cualquiera que te ofrezca la luz de la verdad sin la verdad de la oscuridad te está vendiendo el orgullo del mediodía y la vergüenza de la medianoche”, señala. En diálogo con Innovaspain, Alessandri analiza su propuesta desde una de estas emociones tan humanas: la ira. 

El momento de quiebre 

Las invenciones suelen surgir en un momento en el cual de pronto, cambia la mirada, se ve una posibilidad, un camino, como un "momento eureka", aunque sea el resultado, en realidad, de un proceso. ¿Cuál fue el de Alessandri? La pandemia del 2020, y encontrarse desbordada en su rol de madre encerrada en casa con los niños, fue su quiebre. 

“Cada vez que me enojaba o que me entraba la ira, recurría a los filósofos griegos antiguos, como Platón, Aristóteles y Séneca, a los estoicos, y me veía como un monstruo porque ellos me habrían llamado débil, loca, fea”, cuenta. Intentó seguir sus enseñanzas, a modo de filosofía de autoayuda, porque se había criado con esas ideas, se juzgaba desde “una educación muy antigua”, que cuestiona en particular a las mujeres que expresan enojo.

“El sólo hecho de sentir esa emoción, significaba que había fallado. Sentirlo no es aceptable porque significa que lo permití –y que yo soy el problema”, explica. Entonces, ante la crisis, cambió de estrategia y acudió a Audre Lorde, Bell Hooks y María Lugones. “Empecé a reeducarme en qué es la ira, para qué sirve. Empecé a enfrentarme a ella de una manera más neutra”, cuenta. 

La base de partida

Las invenciones no parten del vacío, sino de ideas o tecnologías que ya existen, que en el caso de Alessandri, fueron esos pensadores existencialistas “oscuros”.  Audre Lorde le diría que la ira “es información, es una herramienta para descubrir”.  María Lugones, una filósofa argentina del feminismo descolonial, que se trata de una emoción compleja: hay muchos tipos de ira con distintas funciones, con algunas que movilizan el cambio. 

“Es fascinante cuando uno abre la mente a otras explicaciones o otros entendimientos. ¿Para qué sirve la ira? Para Seneca, para nada, porque en su contexto, la ira destruía a Roma. Pero para nosotros, que vivimos en otra realidad, tiene una función”, señala. El enojo o la furia, “nos está tratando de ayudar y autocuidar”. 

Obnubilarse con la luz, con la carga individual de tener un pensamiento positivo continuo, no sólo deshumaniza e impide comprendernos por completo, sino que también nos ciega. Alessandri plantea en forma metafórica cómo en el sur de Texas, donde ella vive, alguien moriría estando al sol en pleno verano durante días. 

Crear desde la oscuridad

La ira ante el trato que reciben las mujeres por expresar su frustración, ante la vergüenza y culpa que las miradas tradiciones le hacían sentir, fue uno de los motores, una fuerza creativa, para escribir un libro. Pero hay otro ejemplo muy concreto. Alessandri fundó junto a su pareja: RGV PUEDE, una organización sin fines de lucro cuya misión es promover la educación bilingüe en las escuelas públicas del sur de Texas. Desde ella, cuestionan el rechazo tradicional al idioma español en EE.UU., como algo de menor nivel o secundario, y promocionan el lenguaje dual. 

¿De dónde surge el coraje? “Viene de la ira y de la injusticia”, dice la filósofa. Su familia era latina, pero en casa no se le enseñó español, y no se podía comunicar ni con su niñera. “Sólo podía decir sí o no, no podía expresarme”, recuerda. 

“No fue culpa de mis padres. La maestra les dijo a ellos que no habláramos español. Y no fue culpa de la maestra. Es el sistema. Es racista. Lingüista. Te dice que no lo hagas, que no te va a servir”, explica. Ella vivió luego en México y España, para poder aprender su lengua materna, y luego, cuando se mudó al sur de Texas, con un 90% de población hispana, pensó que podría inculcar una formación bilingüe a sus hijos. Pero se encontró con los mismos prejuicios que cuando era pequeña. RGV PUEDE es una comunidad que empuja para cambiar eso. 

“La ironía es que soy optimista”

“Somos criaturas que sufren”, remarca Alessandri. Aceptémoslo, sentémonos en la oscuridad, en esos estados de ánimo, y tal vez, descubriremos que nos están diciendo algo sobre el mundo que podemos cambiar. 

“Algunas personas me llaman pesimista porque digo que la vida es muy difícil y hablo de emociones oscuras, pero en realidad, creo que soy optimista. El pesimista es que dice, bueno, no puedes cambiar la sociedad, a las personas, no puedes hacer que sean más amables o más empáticas, el mundo es brutal y tienes que cambiar tu para adaptarte a él”, explica. 

Pasamos mucho tiempo en terapia, gastamos mucho dinero en medicinas, dice, tratando de encajar en un mundo muy hostil, ignorando las emociones, “y eso para mi es una derrota, es pesimismo”.

“La ironía de mi trabajo es que soy extremadamente optimista: creo que puedo cambiar el mundo con ideas. Creo que si entendiéramos mejor el daño que estamos sufriendo con las alabanzas a la luz, podríamos hacer un cambio”, indica. 

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