Marisol Soengas (Agolada, Pontevedra, 1968) es considerada una figura de talla internacional en investigación oncológica. Jefa del Grupo de Melanoma del CNIO desde 2008, la bióloga se formó con Margarita Salas en el Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa”. Posteriormente, y antes de recalar en el CNIO, pasó una larga temporada en Estados Unidos, primero en el neoyorkino Laboratorio Cold Spring Harbour y más tarde en la Universidad de Michigan.
Hablamos con ella pocos días antes de ser reconocida con un nuevo galardón. La experta recibe mañana el Premio Pezcoller-Marina Larcher Fogazzaro a la Mujer en la Investigación del Cáncer, otorgado por la Asociación Europea para la Investigación del Cáncer (EACR, por sus siglas en inglés).
De lunar a melanoma
La investigadora ha dedicado buena parte de su carrera profesional a lidiar con el melanoma, un tumor que encierra una especial complejidad. “Nos interesa en todos sus aspectos, desde lo más básico a sus evoluciones más complicadas. Estudiamos el inicio, cómo empieza un melanoma, y cómo distinguirlo de su versión benigna. Todos tenemos lunares. Bien, para que un lunar sea tal, los melanocitos han tenido que diluirse a raíz de una mutación; lesiones que, potencialmente pueden dar lugar a un melanoma”.
Soengas añade que, como defensa, nuestro cuerpo activa mecanismos de supresión durante toda la vida, y no suele haber problemas. Sin embargo, en ocasiones, estos mecanismos no son eficientes y el melanoma se desarrolla, bien a partir de un lunar, o bien de novo, sin fase previa en forma de lunar. “El melanoma tiene la particularidad de protagonizar muchas mutaciones puntuales e importantes alteraciones cromosómicas. Asociamos su aparición a la piel, pero puede surgir en mucosas internas o en los ojos”. Una investigación reciente del CNIO puede ayudar a tratar los cánceres más agresivos a partir de una mejor comprensión de las citadas alteraciones.
Entender el melanoma en todas sus fases
Pero en el laboratorio de Marisol Soengas, las líneas abiertas también son punteras a nivel mundial. Una de ellas trata de establecer marcadores de melanoma, para determinar si un lunar puede acabar convertido en melanoma y definir el melanoma como tal. “Es un tumor diferente. Lesiones de poco más de un milímetro tienen la capacidad de diseminarse por todo el organismo. Es el único que tienen una potencia de metástasis tal elevada”. Así, una parte del laboratorio determina un código de barras que en 2017 les llevó a protagonizar un hito sin precedentes. “Logramos desarrollar unos modelos animales (ratones bioluminiscentes) denominados MetAlert. Los ratones se iluminan para indicar cuándo y dónde se inicia el proceso de diseminación del tumor. Hablamos de genes que validamos con pacientes”.
En cuanto a tratamiento específicos, Marisol Soengas apunta que están “orgullosos” de las contribuciones que han hecho desde el CNIO en el manejo de tratamientos y pronóstico para el paciente. “En terapia dirigida genéticamente, hemos desarrollado compuestos inhibidores para algunas mutaciones. Este tipo de tratamientos vive un momento clave, porque muchos pacientes responden bien. Sin embargo, también tiene un carácter transitorio, los pacientes adquieren mecanismos de resistencia”.
Fármacos revolucionarios
Un segundo grupo de tratamientos eficientes son de inmunoterapia; desarrollar agentes para activar el propio sistema inmunitario. “Hemos conseguido grandísimos avances en desbloquear los ‘frenos’ que el melanoma pone a nuestro sistema inmunitario. Pero hay pacientes que no responden. Desde 2009 nos interesa encontrar fármacos y tratamientos que acaben con las células del melanoma de manera distinta; células resistentes a quimioterapia, radioterapia e inmunoterapia”.
Un paso más allá, pusieron el foco en dar con un compuesto capaz de inducir a la autofagia de las células tumorales. El resultado fue el novedoso BO-110, que fue la base de la creación de una startup de éxito, Biocontech. “A partir de inversión pública llevamos a cabo estudios preclínicos muy potentes”. Después, Soengas dio un paso a un lado, entró capital extranjero y la empresa pasó a llamarse Highlight Therapeutics .“Han desarrollado el BO-112, una evolución del compuesto original a las puertas de ensayos en fase 2B. Demostramos que, con mucho esfuerzo, en España se pude innovar en ciencia”.
Toda prevención es poca
La reciente ola de calor, y el anuncio de fenómenos extremos cada vez más frecuentes como consecuencia del cambio climático, hace obligada la pregunta sobre cómo proteger nuestra piel de forma eficaz. “Siempre digo lo mismo: la piel tiene memoria. Ponernos morenos es la reacción de los melanocitos al daño que produce la radiación solar. Se activan para solventar ese estrés. Algunas mutaciones acaban en melanoma. Otras células de la piel también dan lugar a tumores; carcinomas de piel muy frecuentes”.
Más allá de la oncología, Marisol Soengas recuerda que una piel bien cuidada y protegida es fundamental para prevenir infecciones o preservar nuestra termorregulación. “La piel envejecida funciona peor. En lo meramente cosmético, cuidarla retrasa o evita la aparición de determinadas manchas y arrugas”.
Aunque la prevención es una cuestión que nos atañe a todos, hay determinados grupos que deben extremarla. “Personas que se queman con facilidad o con muchos lunares. Existe una regla sencilla -ABCDE-, pero no infalible, a la que prestar atención, relacionada con la forma de los lunares. A (asimetría en el borde del lunar) B (borde irregular) C (color no homogéneo) D (diámetro mayor de 0,5 ml) E (evoluciona y cambia). Son indicadores que nos ayudan a decidir si es momento de ir a un especialista”.
Vocación temprana
“Siempre he querido ser científica. Con solo 5 años ya se lo decía a mi madre”. Un juego Quimicefa y la película de Marie Curie hicieron el resto. “Todo lo que tenía que ver con el laboratorio me parecía fascinante, sobre todo el instrumental y la posibilidad de descubrir cosas nuevas. Después compruebas que no todo es tan fácil, sino mucho más sofisticado”.
Este afán por descubrir llevó a Soengas a impulsar desde ASEICA campañas como #CONÓCELAS, para contribuir a reducir la brecha de género STEAM en edades tempranas. “En la adolescencia, a las chicas deja de resultarles atractiva la carrera científica. En algunas disciplinas, como la biomedicina, hay igualdad en las aulas o incluso superioridad femenina. Pero después, o interrumpen su carrera o se desvían hacia puestos de menor responsabilidad. A la alta dirección llegan pocas. Es un problema de conciliación real -en los puestos intermedios las mujeres están sobresaturadas-, de autoconfianza y liderazgo”.
La investigadora del CNIO conoce bien algunas iniciativas que han dado buenos resultados en favor de una igualdad real. Una de ellas fue puesta en marcha por Melanoma Research Alliance, que favoreció el empuje de proyectos liderados por mujeres. “Eso sí, después de un cribado y una evaluación estrictos”. La consecuencia fue inmediata: se han duplicado los proyectos encabezados por mujeres en este campo. “Las mujeres estaban ahí, les faltaba dar el paso de liderar. Romper las barreras nos beneficia a todos, una mayor diversidad hace que la ciencia avance más rápido y mejor.”
Los problemas de la investigación posCOVID
Soengas asegura que la situación, después de un tiempo muy complicado, empieza a reconducirse. “Los investigadores que no trabajamos con procesos infecciosos vivimos un parón importante. El momento fue especialmente complicado para investigadores pre y post doctoral. “Sus becas tienen una duración limitada, excepcionalmente extendidas por poco tiempo. Muchos no han podido progresar de manera competitiva. Se jugaban mucho y lo están pasando mal”.
Desde ASECA han radiografiado el contexto y las conclusiones son poco optimistas. “Ante tanta dificultad, detectamos que muchos investigadores e investigadoras optan por no seguir adelante. No es una cuestión de falta de capacidades. Marisol Soengas celebra medidas como la reciente aprobación del Plan de atracción y retención de talento científico e innovador, pero no es suficiente. “Necesitamos dos tipos de soluciones: unas inmediatas, que den un giro radical a la situación inestable de muchos investigadores, y una estrategia de largo plazo, sólida y continuada. Los jóvenes se van a otros campos donde cobran más, son reconocidos y tienen un horario más regular”.
Margarita Salas
“Trabar con ella fue una suerte. En el Centro de biología Molecular Severo Ochoa viví una experiencia vital junto a los mejores expedientes de distintas universidades”, recuerda Soengas. “Era un centro internacional, el mejor de España. Hablábamos en inglés, el mismo idioma en el que eran impartidos los seminarios que organizaban. Margarita tenía claro que debía ser un laboratorio bien estructurado. Cada uno de nosotros tenía un supervisor, así que nunca nos sentíamos solos. Nos enseñó a trabajar en grupo y pensar”.
La investigadora alaba cómo Salas les animaba a ser independientes, sin hacer distinciones entre hombres y mujeres (tiempo después se supo que ella sí sufrió discriminación de género durante la elaboración de su tesis). “Trabajábamos en un virus que infectaba bacterias, un tema aparentemente limitado, pero, al contrario, tan bien planteado, que desarrollamos experimentos, escribimos conclusiones y las presentábamos. Fue después, y aún hoy, cuando viví situaciones de paternalismo que no tenían ningún sentido “, concluye Marisol Soengas.