El CSIC y su empresa de base tecnológica Marsi Bionics quieren demostrar que la unión hace la fuerza. La unión de lo público y lo privado; la unión de distintas disciplinas; la unión incluso de mecenas. Con esa filosfía acaban de inaugurar una plataforma centrada en la investigación y la terapia asistida por robots de las enfermedades neurológicas.
El laboratorio se llama Marsi Care y está ubicado dentro del Centro de Automática y Robótica (un centro mixto del CSIC y la Universidad Politécnica de Madrid). Se plantea como un como un centro de operaciones para científicos, pediatras, psicólogos, fisioterapeutas e ingenieros informáticos; un lugar donde los investigadores aprovechen el conocimiento mutuo para seguir dando nuevos pasos.
Esta iniciativa público-privada nace “con la idea de, utilizando la tecnología de Marsi Bionics (sus exoesqueletos de marcha y una tecnología especial de captura del movimiento), poder validar hipótesis de los ensayos clínicos que hemos hecho hasta ahora, donde hemos visto que hay indicios de que el exoesqueleto puede tener un impacto muy importante en la salud de estos niños, sobre todo en su motivación y autoestima”, afirma la investigadora del CSIC Elena García Armada, coordinadora del proyecto.
Se trata de validar esas hipótesis “con estudios de más alcance”, afirma en declaraciones a Innovaspain. Por eso se quiere propiciar la participación de investigadores de muy distintas áreas: clínica, social, tecnológica, etc.
También se quiere “abordar cada vez más patologías”. “Ahora mismo los exoesqueletos los hemos probado en atrofia muscular espinal y lesión medular, y creemos que pueden tener aplicación en multitud de enfermedades neurológicas: parálisis cerebral, espina bífida, distrofia muscular, etc.”, añade. Además, se quiere “dar la oportunidad a que las familias puedan utilizar esta tecnología cuanto antes”.
El laboratorio cuenta con un sistema de cámaras de captura de movimiento por infrarrojos, una serie de plataformas con sensores de fuerza y electromiográficos de detección de la actividad muscular que permite analizar y evaluar el progreso de una terapia rehabilitadora de la marcha en los pacientes. La información recogida por esta tecnología ayuda a optimizar el programa de terapia de forma personalizada.
Apadrinar el tratamiento
Marsi Care ha sido inaugurado ayer en un acto presidido por la presidenta del CSIC, Rosa Menéndez, con la asistencia del consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, y del presidente de Fundación SEUR, Ramón Mayo.
Este último ha hecho entrega de un cheque a la familia de Álvaro, un niño con atrofia muscular espinal cuyo tratamiento se beneficiará de uno de los exoesqueletos desarrollados por Marsi Bionics. La aportación servirá para cubrir los gastos hasta diciembre de 2019.
“Álvaro lo utilizó en el marco de un proyecto de investigación clínica en su domicilio durante dos meses, inmerso en actividades lúdicas que aportaban al mismo tiempo una componente fisioterapéutica –explica García Armada–. El hecho de verse capaz de realizar actividades como encestar una pelota o chutar un balón generaron un aumento de su autoestima y una enorme motivación para realizar actividad física con el exoesqueleto. Esto, a su vez, tuvo un impacto en su estado físico, que mejoró”.
Las variables que se midieron durante las pruebas mostraron indicios de que elexoesqueleto reduce las complicaciones musculo-esqueléticas causadas por la falta de capacidad de andar.
El laboratorio “va a empezar poco a poco” porque, como explica García Armada, se necesita “la participación de empresas que consideren la RSC (Responsabilidad Social Corporativa) como un pilar fundamental que las diferencie de otras compañías”. Es imprescindible, por tanto, ir “sumando aportaciones” porque este proyecto necesita la participación de empresas y fundaciones. “De momento empezamos con un niño gracias al apoyo de la Fundación Seur, pero la idea es que se vayan sumando niños”, añade, recordado que las colaboraciones se pueden realizar de manera online.
Marsi Care cuenta actualmente con la colaboración de los hospitales La Paz (Madrid), Sant Joan de Déu (Barcelona) y Raymond Poincaré (París). Para su puesta en marcha han contribuido también RDT Ingenieros y la empresa Carlos Roncero.