Sobre la acera, a una calle de la fuente de Cibeles, una familia observa el río de gente que avanza sobre Paseo del Prado, en Madrid. Es su primera marcha por el clima y han venido juntos a expresarse contra “el caso omiso que están haciendo a la contaminación”, asegura Salvador Martín Sánchez, de 58 años. Para Martín, su esposa María de 55 años y sus hijas de 25 y 21, la responsabilidad es de “los políticos y los que tienen el poder”, así como de “los países desarrollados”. La Cumbre del Clima es, en opinión de Martín, una forma de estos de “lavarse las manos”. “Como que hacen algo pero no hacen nada”, expresa.
Son las 19 horas y como ellos, miles de personas han salido a manifestarse por el planeta. Medio millón, según los organizadores, 15.000 según fuentes de la Delegación de Gobierno. Entre estas personas se encuentra la activista sueca Greta Thunberg, que esta mañana ha aparecido por sorpresa en Ifema y que ha participado en el acto de cierre de la manifestación. Aunque son los jóvenes quienes han protagonizado la lucha contra el cambio climático a lo largo de estos meses, a esta batalla se han sumado muchos más este viernes.
Miguel Ángel Sanguino, de 69 años, y Manuel Navarro, de 71, también asisten a la marcha por el clima por primera vez porque les preocupa “la degradación del planeta”. “Hay muchos más jóvenes pero nos toca a todos”, asegura Navarro. “Hay diluvios, se pierden cosechas, hay muertos… A los jóvenes les va a afectar si no hacemos nada”, añade.
Blanca Souto, con su bebé en brazos, ha salido a marchar por “los peques”, para presionar a quienes tienen “la capacidad de tomar decisiones”, a “políticos y empresas”, para que también “se muevan”. “Con la política se puede controlar a las empresas pero ahora son las empresas las que controlan a los políticos”, afirma.
Souto cree que las acciones cotidianas de la gente son importantes. “Si tú haces algo, el de al lado hace algo”, asegura. Aunque no cree que sean suficientes. “Yo puedo ir a trabajar en bici pero eso se queda muy corto”, añade. Esta profesora tiene la esperanza de que en la COP25 los países se pongan de acuerdo para cambiar la situación, pero muestra un poco de temor: “Hay estudios que dicen que vamos tarde”.
Natalia Ll. sí que tiene más esperanza en “las acciones pequeñas”, dice rodeada por un grupo de niños. Ella ha salido a marchar, “para cambiar el rumbo negativo”. “Por su puesto que todavía hay algo que hacer”, asegura con entusiasmo.
Sara Martín, de 25, cree que los jóvenes deben tener el protagonismo en la lucha contra el cambio climático. “Somos el futuro”, destaca. Sobre la posibilidad de revertir la situación del planeta prefiere pensar que sí cambiarán las cosas, aunque sea en “un futuro lejano”.
Como ella, Elena Mora e Irene Román, de 17 años, también forman parte de la llamada generación Greta. No es su primera marcha por el clima y creen que la COP25 “es muy poco efectiva”. Para ellas, es necesario que las “grandes empresas tomen medidas, que son las que más contaminan”, asegura Mora.
Adrián Sánchez sostiene una pancarta en la que se lee “No al Tren Maya. Salvemos al jaguar”. Sánchez, mexicano, ha venido a Madrid a presentar el proyecto “Lealtad Verde” sobre valorización de residuos. Como él, muchas organizaciones ambientalistas han denunciado en los últimos meses que esta iniciativa impulsada por el gobierno mexicano representa una amenaza contra la flora y fauna de la selva que atravesaría. “Las selvas son los pulmones del planeta. Ya basta de proyectos ambiciosos”, sentencia.
Sánchez tiene la ilusión de que de esta cumbre salgan unos tres compromisos, entre ellos, que cada país se comprometa a reducir sus emisiones de carbono. Pero manifiesta menos confianza respecto al gobierno de su país, que no ha mostrado interés en parar la producción de carbón.