Desde la ciudad costera chilena de Valparaíso, las mascarillas a base de hilo de la pequeña empresa CoureTex, fundada por Óscar Silva y dirigida por su hijo Mauricio, han llamado la atención de medio mundo, ya que reducen las posibilidades de contagio. Los productos se venden en países como España, China, Australia, México, Argentina, Perú, Bolivia y Ecuador. Chile, el primer productor de cobre del mundo, contaba hasta ayer, miércoles, con 1.142 casos confirmados de COVID-19 y dos fallecidos.
Con la crisis del coronavirus, la empresa, acreditada por la empresa británica de certificaciones Intertek y la brasileña Senai, ha multiplicado sus ventas en Chile y en el extranjero. Los 15 trabajadores no dan abasto.
En tres semanas, CoureTex multiplicó por 25 su producción, y así poder abastecer la demanda que recibe desde los diferentes rincones del mundo. Si hasta hace poco producía unas 20.000 mascarillas al mes, a principio de marzo la compañía fabricó unos 500.000. En abril espera alcanzar el millón de unidades mensuales.
El cobre, resistente al coronavirus
Mientras el virus SARS-CoV-2 puede sobrevivir hasta 72 horas en el plástico, 48 en el acero inoxidable, 24 en el cartón, solo sobrevive 4 horas en el cobre, según un estudio publicado en la revista New England Journal of Medicine. Lo mismo dice el Instituto Federal de Evaluación de Riesgos (BfR) de Alemania.
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La incorporación de cobre puro dentro del tejido de la mascarilla, lavable y reutilizable, funciona como una barrera para impedir la transmisión de bacterias, hongos y virus. También fue utilizado cuando la epidemia del virus H1N1.
La historia detrás de las mascarillas
Hace diez años, padre e hijo vieron que los mineros se contagiaban de hongos cuando entraban a las minas y no tenían ropa para protegerse. Decidieron entonces crear una mascarilla que involucrara cobre y algodón. Hoy, la empresa vende también zapatos, delantales, esponjas de cocina o hasta ropa de bebé.
Según los creadores, las mascarillas resisten a más de 50 lavados, con lo que tienen una durabilidad de hasta un año. Cuestan 4.800 pesos chilenos (5,68 dólares) por unidad en ventas pequeñas, aunque en algunos sitios web de compraventa se están aprovechando y vendiendo por más de 25.000 pesos (25,59 dólares).
En 2013, la empresa patentó su creación, tras haber conseguido reducir el cobre gracias a las altas temperaturas de vapor, y así conseguir que el grosor del hilo de cobre fuera como el de un cabello humano. Aunque en el mercado hay otros productos textiles que tienen cobre, se trata sobre todo de óxido de cobre que se pierde con los lavados y que, por tanto, pierde efectividad.
Vacuna contra el coronavirus
Por otro lado, científicos chilenos, de la Universidad Católica, el Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia (IMMI) y el Consorcio Tecnológico en Biomedicina Clínico Molecular (BMRC, por sus siglas en inglés) trabajan a contrarreloj para desarrollar una vacuna candidata contra el COVID-19. Como lo están haciendo científicos en Brasil.
“En base a la experiencia exitosa que hemos tenido en el IMII y la UC con desarrollo de vacunas contra virus respiratorios, como el virus sincicial y el metapneumovirus, hemos decidido aplicar este conocimiento en el desarrollo de una vacuna contra este nuevo coronavirus”, ha señalado el doctor Alexis Kalergis, director del IMII.
Los investigadores están completando el diseño del prototipo de la vacuna y están iniciado los primeros pasos hacia su formulación. Aunque es difícil hablar de plazos concretos, Kalergis considera que la vacuna podría estar lista para su administración y venta en un año y medio.
Kalergis es responsable de liderar el desarrollo de la vacuna contra el virus respiratorio sincicial, la primera inmunización de este tipo diseñada en el mundo, y del metapneumovirus, que actualmente se manufactura en más de 25.000 dosis en Estados Unidos. Ambos agentes virales son dos de los principales causantes de neumonía por infecciones respiratorias en niños.
“Un gran éxito que han tenido las vacunas en la historia de la humanidad es que son el único ejemplo de tecnología desarrollada por la ciencia y la medicina que ha permitido eliminar enfermedades como por ejemplo la viruela, que se logró erradicar a nivel global gracias a una campaña de vacunación organizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, ha subrayado Kalergis.