Cuando Jorge Terreu comenzó su etapa como Erasmus en Francia, pronto empezó a echar en falta las tardes en casa de la abuela Maximiliana. El problema era que la nanogenaria, al igual que otros muchos mayores, no mantenía una relación muy fluida con la tecnología. El contacto quedó en stand by, pero Terreu no permaneció de brazos cruzados. Lejos de conformarse, el ingeniero informático construyó un primer prototipo del teléfono inteligente que hoy protagoniza el proyecto Maximiliana. “Me costó más de lo que pensaba, pero conseguí que funcionara y se lo envié a casa”, explica a Innovaspain.
Aquella primera versión ya reunía las principales ventajas que han posicionado a la startup aragonesa como una de las principales representantes de la lucha contra la brecha digital que afecta a los mayores, con especial énfasis en zonas rurales. “Conectado a un cargador de sobremesa imantado, mi abuela no tenía ni que tocar el teléfono cuando la llamaba, ya que yo controlaba desde mi móvil la acción de ‘descolgar’. Empezamos a hacer videollamadas, algo antes impensable para ella”.
Un teléfono diferente
Libre de aplicaciones y complejas configuraciones, Jorge Terreu empezó a pensar que el teléfono podría ser una solución para todos aquellos que, como Maximiliana, se estaban viendo privados de las ventajas que ofrece la tecnología para mantener viva cierta cercanía con sus seres queridos de forma sencilla.
El ingeniero estandarizó esa prueba inicial y donó 5 móviles al Hospital Clínico de Zaragoza cuando empezó la pandemia del COVID-19. “Necesitaba información más allá de la opinión de mi abuela y ayudar. Los mayores que recibieron los teléfonos se encontraban bien de salud, pero el encierro empezaba hacer mella en sus capacidades cognitivas”. Este movimiento tuvo eco en medios y un primer inversor contactó con Terreu a través de LinkedIn. Maximiliana comenzó su andadura oficialmente el 1 de octubre de 2020.
Pedro Malo, actual CTO de Maximiliana, se sumó al proyecto para darle el empujón tecnológico diferencial que necesitaba. Desde entonces, han crecido “poco a poco, de forma estable”. Ya hay más de 1.500 móviles funcionando en todo el mundo y ocho personas trabajan en la empresa a tiempo completo en unas nuevas oficinas inauguradas hace apenas unos días.
"No existe nada parecido en el mercado"
El servicio Maximiliana puede ser contratado en su web o por teléfono e incluye el propio móvil, los accesorios -funda, protector del cristal, base de carga-, una tarjeta SIM con llamadas ilimitadas y un paquete de gigas de internet. La suscripción mensual es de 29,90 euros, sin ninguna permanencia. “Preferimos que la gente solo lo tenga mientras lo necesite”, apunta el CEO de la startup.
Terreu asegura que, hasta la fecha, no existe nada parecido en el mercado. “Las opciones disponibles son los móviles de teclas grandes o los que venden como adaptados, con iconos y letras de mayor tamaño, pero con las complejidades de un smartphone normal a la hora de manejarlo. Pesamos que están lejos de lo que los mayores necesitan”.
La empresa tiene como proveedor de hardware a Xiaomi, y todo el software es reprogramado por el equipo de Maximiliana para adaptarlo a su propuesta. A través de una app, Maximiliana es controlado de forma remota por la persona que llama o ‘videollama’. Además, existe la posibilidad de ver la ubicación de la persona mayor o incluso de conectar el teléfono con los servicios de teleasistencia”.
El emprendedor añade que el feed back constante que reciben de parte de los mayores y sus familiares es crucial para la mejora del servicio. “Los abuelos de todos los que trabajamos en Maximiliana nos permiten observar de primera cómo interactúan con el teléfono. Queremos estar muy cerca de los usuarios finales, ellos son la guía que indica hacia dónde dirigirnos. Nos sugieren posibles añadidos y cambios. Aprovechamos esta información para poner el foco en lo que realmente demandan, sin funcionalidades ‘megafantásticas’ poco útiles”.
Próximos pasos
Con medio millón de facturación anual, la presencia en redes de Maximiliana no deja de crecer gracias a la abuela Conchita, una community manager capaz de representar mejor que nadie la filosofía del proyecto: los mayores tienen mucho que aportar a la sociedad a través de sus vivencias.
A lo largo de los próximos meses, Jorge Terreu avanza que el objetivo principal es que todas las personas en situación de beneficiarse del servicio de Maximiliana, conozcan la iniciativa. “Pueden probarlo un mes y comprobar todo lo que les ayuda. La idea es pasar de 2.200 clientes en 2023. En paralelo, seguiremos mejorando el tiempo de respuesta ante incidencias. El servicio de acompañamiento y escucha es una de nuestras señas de identidad”.
Maximiliana ha estado en contacto con grandes empresas de teleasistencia y ha llevado a cabo distintos pilotos junto a los ayuntamientos de Zaragoza y Murcia. El dispositivo actúa como herramienta extra en la atención que presta a los mayores la administración pública. “En zonas rurales multiplicamos las posibilidades. Si no es con Maximilana, difícilmente podrán hacer una vídeo consulta médica en remoto con una persona muy mayor que viva sola, o que pase la mayor parte del tiempo en la cama”.
En todo caso, Jorge Terreu percibe que, tanto dentro del ámbito público como en la gran empresa privada, los procesos son muy lentos. “La toma de decisiones depende de varias personas o departamentos. Si nos piden opinión, se la damos, pero no nos gusta perder el tiempo. Por ahora preferimos el B2C; que la gente nos conozca, ahí está nuestro foco”.
El error de subestimar a los mayores
El joven se muestra orgulloso por lo logrado en este tiempo, más allá de lo meramente empresarial. “Actualmente, los móviles de Maximiliana gestionan más de 300 horas de videollamadas cada día. Hablamos de personas que no contemplaban la opción de poder verse las caras con sus seres queridos siempre que quisieran. Al principio se sorprenden, pero pronto integran el hábito dentro de su rutina. A veces subestimamos de lo que son capaces los mayores cuando les ponemos la tecnología delante. Todas estas interacciones suponen tiempo que le restamos a la soledad”.