“Todos los jóvenes deberían tener la oportunidad de pensar en convertirse en innovadores”. La frase es de Mercedes Redondo, profesora en uno de los centros del SEK, una institución de carácter privado dedicada a la educación. Para mí, es una de las reflexiones más brillantes que he leído, en este caso en la estupenda entrevista que le hace Juan Calero en nuestra sección de “Mujeres STEAM”. La sencillez es muy agradecida cuando quieres definir o explicar algo que resulta complejo; tan complejo como lo es la educación que, afortunadamente, vuelve a ser vista como la base para hacer las cosas mejor, aunque aquí también debería hacerse determinados matices.
El primero de ellos es el número de gente que comparte ese punto de vista y lo desarrolla porque, como dice el refrán, una cosa es predicar y otra dar trigo. Suelo recordar la experiencia vivida cuando empezamos a publicar Innovaspain y decidimos preguntar a mucha gente “Qué es innovar”. Iniciamos la acción hace seis años y la mantuvimos más de un año. Enviamos la pregunta a todos los miembros del Congreso y del Senado. Solo recibimos la respuesta de Iñaki Anasagasti.
A la innovación, como a Roma, se llega por muchos y diferentes caminos, pero el más importante es el de la educación, como recordaba estos días de atrás la presidente de la Fundación Cotec Cristina Garmendia en el acto en el que se hacía públicos los proyectos más destacados de Generacción, ese proyecto puesto en marcha por la propia Fundación, la Real Academia de Ingeniería y Deloitte, que arropa el desarrollo del proyecto con su organización.
Es increíble la capacidad de posibilidades que abre el espíritu de la innovación. Pongo ete ejemplo, pero afortunadamente hay más, igual que afortunadamente hay más centros educativos que siguen esa línea que apunta la profesora Mercedes Redondo. Es que la realidad es que todos podemos hacer cosas innovadoras; entre otras cosas porque ahora las cosas son más fáciles y por eso tiene que haber oportunidades para que se puedan desarrollar, no ya los productos o servicios, sino la imaginación al servicio de la sociedad.
Nunca en la historia de la humanidad, que ya es decir, se había producido un momento como éste; quizás alentado por la sensación de que hay que resolver una serie de incógnitas y problemas que, de no resolverlos, nos hacen pensar en un mundo sin solución, como el propio Stephen Hawking ha dicho en alguna ocasión. No es cuestión de ser pesimistas, pero haremos mal si no somos realistas.
Y en ese realismo en el que nos debemos mover es donde cuenta la educación como eje siempre fundamental para la evolución humana. Por eso la importancia de las palabras a las que me he referido. En mi época, y dependiendo de las edades, los niños queríamos ser bomberos, toreros, futbolistas, acomodadores de cine para ver todas las películas, trapecistas, payasos o músicos, más adelante, la lectura de las novelas de Julio Verne nos daban algunas ideas, pero eran muy pocos los que se sentían capaces algo que de verdad sirviera para algo. Ahora no, las ideas pueden llevarlas a la práctica. Y ese es el gran secreto de esta época y el gran reto que hay detrás de esa sencilla frase que define este principio del siglo XXI. Todos podemos ayudar a cambiar el mundo con nuestras modestas ideas.