Le avala un trabajo de muchos años ideando un nuevo modelo para abordar el cambio climático. Esto es lo que provocó que Michele Stua, italiano de nacimiento, acabara colaborando con las autoridades brasileñas para diseñar las propuestas contenidas en la presentación de Brasil a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) de noviembre de 2014, que finalmente llevó a la inclusión del artículo 6 en el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.
Fue un parlamentario de este país el que le invitó a ir a Brasil a dar su punto de vista. Así comenzó la colaboración con una nación que, tal y como señala Stua, siempre ha tenido una sensibilidad “muy especial” con todo lo relativo al medio ambiente, al menos hasta el final del Acuerdo de París (2015). “Luego los problemas políticos que surgieron en Brasil en general bajaron un poco esta influencia”, añade.
No solo existe un interés medioambiental en el país, una tradición que se remonta varias décadas atrás (el experto italiano recuerda que la primera carta sobre el desarrollo sostenible se hizo en Brasil en 1992). Además, cuentan con “oportunidades prácticas de mitigar las emisiones a través de la floresta de la Amazonia”.
Mayor concienciación
Lo mismo ocurre, cree Michele Stua, en otros puntos de Latinoamerica. “Colombia es un país que está empujando mucho en los últimos años en relación a la temática del medio ambiente, el cambio climático y la sostenibilidad”. “También tiene sensibilidad y también tiene las oportunidades”, añade, señalando por los mismo motivos a Perú.
Y es que, desde las autoridades hasta los emprendedores, pasando por distintos tejidos de la sociedad, crece “cada vez más” la concienciación sobre la importancia del medio ambiente. En el caso de Latam, además, existe una larga tradición de movimientos sociales relacionados con las comunidades indígenas, las cuales juegan “un importante rol” a la hora de hablar del cambio climático.
A pesar de todo, quedan muchas cosas por hacer. “Es importante difundir entre las empresas la idea de que combatir el cambio climático no es un coste, puede transformase en un beneficio”. “Mi propuesta consiste en exactamente eso: tenemos un bien común y un objetivo común que es combatir el cambio climático”.
Pero Stua, que en abril ha estado en Málaga para participar en NESI Forum, advierte de que no necesariamente todos los actores afectados tienen que tener las mismas motivaciones. Algunos pueden buscar el beneficio económico, otros el beneficio social, o incluso el beneficio medioambiental. En cualquier caso, la meta es la misma.
Después de París
Respecto al Acuerdo de París, no tiene ninguna duda en asegurar que ha sido muy efectivo. En su opinión, ha supuesto la base “sobre la que comenzar un proyecto y un trabajo para el futuro sobre el cambio climático”. “Quedaron bien escritos y en muchas partes los objetivos –continúa en declaraciones a Innovaspain-. Son principios muy claros que ahora no se pueden tocar”.
“El trabajo de implementar estos principio no correspondía a París, sino que se pensaba hacer en los cinco años posteriores –señala-. Tenemos las ideas, tenemos las propuestas, y tenemos las oportunidades para lograr una transformación real, pero todavía es demasiado temprano para decir si vamos con retraso o no”.
“Faltan propuestas, pero no falta el interés por parte de todos los agentes: políticos, empresas, movimientos, ciudadanos… Todos tienen en la cabeza que algo hay que hacer”, añade. ¿Para cuando una estrategia concreta? Él espera que en 2020 ya podamos contar con un modelo fijado, sea o no el modelo que él viene defendiendo desde hace años.
Este analista Independiente de política climática es autor del trabajo ‘Del Acuerdo de París a un Bretton Woods con Bajo Carbono’ (Springer Nature), donde incluye una propuesta para resolver tanto los problemas del cambio climático como los desafíos de la política monetaria. Stua ha trabajado para la Escuela de Estudios Avanzados Sant’Anna en Pisa, donde obtuvo su doctorado en 2011 desarrollando una investigación innovadora sobre el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) en China y para la Universidad de Sussex.