Microaprendizaje: cuando menos es más

microaprendizaje

Por Fernanda Silva. Esta columna fue publicada originalmente en el blog Abierto al público del BID

Cada vez parece que tenemos menos tiempo. Cada vez necesitamos aprender más. Estos dos sentimientos reflejan el panorama actual de muchos profesionales que desean invertir en su formación continua para mantenerse relevantes y competitivos, pero que a su vez están copados de pendientes y agendas apretadas, dejando poco espacio para navegar contenidos densos, teóricos y poco estructurados.

Ante este escenario, el aprendizaje en línea ha evolucionado y ofrece una opción eficiente y flexible para las personas que quieren seguir aprendiendo: el microaprendizaje o “microlearning” en inglés. Esta modalidad ha ido tomando forma en los últimos años con el aumento del uso de teléfonos celulares y el consumo de contenido a través de dispositivos móviles. Se caracteriza por entregar contenido “en píldoras” para agilizar la experiencia de adquirir nuevas habilidades. Es una opción cada vez más relevante para desarrollar recursos de capacitación profesional y opciones de aprendizaje abierto para los públicos de América Latina y el Caribe, como un componente clave de la transformación digital inclusiva de la región y el futuro del trabajo.

A continuación, puedes conocer más sobre el microaprendizaje y la estrategia para aplicarlo, tanto si eres diseñador de aprendizaje o si quieres seguir formándote e invirtiendo en tu lifelong learning.

¿Qué es el microaprendizaje?

El microaprendizaje es una estrategia que empaqueta recursos didácticos en contenidos breves que corresponden a objetivos de aprendizaje concretos. A su vez, varios de estos microcontenidos se pueden agrupar generando una secuencia o diferentes rutas de aprendizaje.

El microaprendizaje es mucho más que información de corta duración. Hay que entenderlo como una metodología que tiene una lógica detrás en su diseño. La idea clave es fragmentar el contenido en módulos breves y secuenciados, desarrollando una ruta según los objetivos que se pretenden alcanzar. El microcontenido tiene que poder ser utilizado de manera independiente, pero también de manera conjunta como una secuencia de aprendizaje, teniendo en cuenta sus dinámicas y condicionantes.

¿Cómo aplicar esta estrategia en el diseño de aprendizaje?

Su clave es la segmentación. El primer paso para desarrollar una formación con esta estrategia es dividir el contenido en módulos breves y específicos, que aborden conceptos precisos e instrucciones claras para que el usuario lo procese de una manera eficiente. Esto permitirá un consumo ágil y flexible, para que los usuarios puedan identificar contenidos que atiendan a sus necesidades y, de esta manera, enfocarse directamente en lo que quieren aprender en el momento, de manera “on demand”.

Cada contenido deberá responder a un solo objetivo de aprendizaje. Cuando diseñamos contenido para un recurso de microaprendizaje es importante que responda a la pregunta: ¿qué podrá lograr el estudiante con este contenido? De esta manera nos centramos solamente en la información relevante y eliminamos lo accesorio. Cada pieza de microcontenido atiende a una necesidad y esto debe ser evidente.

El canal es importante. El microaprendizaje necesita de un canal que facilite y potencie el consumo de contenido de manera conveniente. Su popularidad se debe a que este se puede encontrar y consumir en cualquier momento, cuándo se necesite y dónde se necesite. Por lo tanto, al momento de diseñar recursos o formaciones con esta estrategia es pertinente conocer las funcionalidades del canal y el formato de consumo para que el contenido sea accesible. Y no tienen que ser canales únicamente asociados con el aprendizaje en línea como los MOOCs. Una infografía que explica o ilustra un proceso, un hilo de conversaciones en Twitter o Slack sobre un tema en concreto, o un podcast corto son algunos ejemplos de microaprendizaje que se consumen y se comparten con fluidez en las redes sociales.

Que sea práctico. El microaprendizaje no se trata solo de exponer conceptos teóricos. Los contenidos tienen que ser didácticos y demostrar la aplicación de un tema con instrucciones concretas. Por lo tanto, al diseñar, atiende distintas habilidades a través del contenido y reta a los participantes a que lo apliquen en una tarea real para que aprecien el valor de lo aprendido. Esta estrategia permite el acceso a un conocimiento directo de una necesidad presente, por lo cual pensarla para ser aplicada generará utilidad.

Incluye retroalimentación. La gratificación instantánea apoya al participante a reflexionar sobre su experiencia de aprendizaje, incluir, por ejemplo, knowledge checks (pruebas de conocimiento) tras la finalización de una lección o una sesión de tutoría potenciará el refuerzo de su conocimiento.

Finalmente, cabe recalcar que no se puede enseñar y aprender todo con microaprendizaje. Sin duda, esta estrategia puede apoyar a las necesidades más urgentes de formación continua que muchos profesionales precisan. Es una estrategia poderosa que verdaderamente están transformando el aprendizaje para adultos. Los invitamos a aplicarlo como parte de una estrategia robusta e innovadora de aprendizaje abierto.

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