Los microorganismos que viven en condiciones extremas son una herramienta fundamental para entender cómo ha comenzado la vida en la Tierra y en qué condiciones es posible fuera de esta. Un nuevo estudio ha arrojado nuevas pistas sobre las posibilidades de vida en el planeta rojo.
Un equipo de investigadores del Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA) ha estudiado la capacidad de algunos microorganismos para adaptarse a ambientes salinos y fríos, mediante el uso de moléculas capaces de controlar el proceso de congelación. Los resultados muestran una estrecha relación entre el ambiente y los microorganismo que abre una novedosa vía de investigación sobre la habitabilidad de las salmueras heladas (agua con una concentración de sal disuelta superior al 5 %) en Marte.
Los resultados, publicado en la revista Astrobiology, muestran la interacción medio-bacteria para estas condiciones de baja temperatura y alto nivel de salinidad, utilizando para ello un microorganismo capaz de sobrevivir a altas concentraciones de sales y temperaturas bajo cero.
“Los primeros resultados obtenidos, aunque preliminares, plantean interesantes cuestiones que podrían abrir nuevas vías de investigación en astrobiología: el estudio de cómo las adaptaciones, a nivel molecular, que los organismos extremófilos (que viven en condiciones extremas) desarrollan para sobrevivir a las condiciones ambientales podrían, a su vez, influir sobre esas mismas condiciones, de manera que su propia supervivencia dependa, en gran parte, de la interacción microorganismo-ambiente”, señala Laura García Descalzo, investigadora del CAB y autora principal del estudio.
Para García Descalzo, el estudio “supone el inicio de una vía novedosa de investigación sobre la habitabilidad de salmueras heladas en Marte, que implica estudiar el potencial papel de los microorganismos y sus adaptaciones moleculares en soluciones de percloratos (un tipo de sal) a temperaturas bajo cero para su propia supervivencia”.
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Dentro de la gran variedad de estos organismos, los más interesantes son aquellos organismos capaces de sobrevivir en ambientes que presentan varias condiciones extremas simultáneamente, por ejemplo, ambientes con bajas temperaturas (psicrófilos) y con alto contenido en sal (halófilos).
Estas condiciones, precisamente, se dan en algunas regiones de Marte como el cráter Gale, donde se ha detectado la presencia de un tipo de sales especialmente higroscópicas (que absorben agua) y caotrópicas (que desestabilizan las moléculas de agua y otras macromoléculas de las células, provocando que estas se rompan), los percloratos, siendo el perclorato de magnesio el predominante.
Esta similitud en las condiciones de ambos ambientes hace especialmente relevante el estudio de los organismos terrestres, por las importantes implicaciones astrobiológicas y la habitabilidad de los entornos marcianos.
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Los microorganismos analizados están compuestos de unas proteínas que les permiten adaptarse a condiciones de congelación. Estas proteínas tienen la capacidad de unirse al hielo para modificar su configuración cristalina y controlar así el proceso de congelación, promoviéndolo o bloqueándolo, de manera que varían la temperatura a la que el agua cambia de fase.
Esto supone una enorme capacidad de adaptación y proporciona situaciones ventajosas como la creación de microambientes alrededor de la célula con agua líquida disponible a temperaturas bajo cero, aumentando así su ventana de supervivencia.
La identificación de las moléculas utilizadas por los microorganismos para adaptarse a las condiciones ambientales es, además, una valiosa fuente de información que puede ser utilizada como “marcador” de la presencia de vida.