Cuando en 2010 nació EIT InnoEnergy, la situación en España no era precisamente la mejor. El que probablemente fue uno de los momentos más duros de la crisis económica estuvo ligado a la construcción de unos cimientos que a día de hoy posibilitan que España sea una de las voces más autorizadas para hablar de energías renovables en el mundo. Mikel Lasa ha vivido esta transición y sigue formando parte de la revolución para lograr un mundo mejor. El CEO de EIT InnoEnergy asegura que «España tiene grandes condiciones para liderar la transición energética a nivel internacional». Una clara señal de la positiva evolución de la empresa, pero también del momento social.
La organización ha contado desde sus inicios con el apoyo del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología, del cual recibe el 80% de financiación. El resto lo aportan los socios y actores del ecosistema y el propio retorno de inversiones realizadas en el pasado. Tras diferentes fases en esta década, como en un comienzo fue establecer procesos fiables, gestionar los programas o generar una propuesta de valor atractiva para los diferentes actores del sector, Lasa subraya que «es el momento de generar beneficios y de diversificar la financiación».
Sin embargo, la filosofía de EIT InnoEnergy está más cerca, como el propio Lasa apunta, de una fundación que de una gran empresa. «Evidentemente tenemos ánimo de lucro, pero no de dividendos; los beneficios los reinvertimos en generar más actividad». Dentro de esta visión, la educación y los emprendedores forman un binomio importante para el futuro de la energía. De ahí que la empresa lanzase el pasado mes de junio su primera convocatoria de scaleups para promover la expansión de las pymes en energía sostenible. «No solo buscamos atraer el talento joven, sino conectarlo con las grandes corporaciones», sostiene el CEO.
El ciudadano como parte de la solución
Además de las iniciativas de la empresa y de los pasos que está dando el sector, en general, en materia de innovación, Mikel Lasa considera imprescindible la participación ciudadana para lograr los objetivos marcados por la Unión Europea de cara a 2020. Junto a empresas, startups (también scaleups) y administraciones públicas, «España tiene unas condiciones naturales para desarrollar una industria pionera. Ejemplo de ello son las infraestructuras, puertos o grandes astilleros, como Navantia o Windar en Asturias».
Un ejemplo de cómo el ciudadano participa en este cambio es la reciente iniciativa FeliZiudad que EIT InnoEnergy está llevando a cabo con Renault, que aspira desde la movilidad sostenible a optimizar la gestión energética y disminuir el impacto medioambiental. «España debe preparar un plan de país para aprovechar el potencial tecnológico y también de conocimiento que ha generado en las últimas décadas», recomienda Lasa.
De hecho, echando la vista atrás, desde finales del siglo XX el país ha recibido un fuerte impulso por los diferentes gobiernos. Por ejemplo, el ‘Plan de Fomento de las Energías Renovables (2000-2010)’ tenía como objetivo para 2010 generar el 30% de la electricidad a partir de fuentes renovables —proviniendo la mitad de la energía eólica—, el 12 % de la energía primaria y el 5,75 % de biocarburantes. Se cumplió el objetivo para la electricidad (en 2010 se cubrió el 35% del total de la demanda eléctrica), pero quedó a las puertas el cumplimiento del 12 % de energía primaria (11,1 % en 2010). En cuanto a la energía eólica, podría ser el gran baluarte del sector.
«En España hemos sido capaces de desarrollar una industria en eólica y solar de referencia. Estamos bien situados a nivel mundial y somos uno de los mayores generadores de patentes en torno a las renovables. Ahora es el momento de crear una industria competitiva», remarca Lasa. No obstante, los gobiernos seguirán formando parte de la ecuación, tanto nacional como internacionalmente.
Estrategias como las de Jair Bolsonaro en Brasil o la Administración Trump en Estados Unidos en torno a la lucha contra el cambio climático no parecen favorecer el asentamiento de las energías renovables. Pese a ello, «y aunque necesitemos acelerar la transformación energética», Lasa se muestra optimista. «No estamos dando pasos para atrás. Más bien todo lo contrario. Los avances que se han producido y se siguen produciendo no pueden ser eclipsados por algunos discursos extremistas. No va a ser un camino sin obstáculos, pero la sociedad de hoy está más concienciada con las renovables que la de ayer».