Mirror, el robot español de tres brazos capaz de ensamblar en órbita

GMV prueba este nuevo proyecto en su laboratorio robótico de Tres Cantos, que sirve como simulador de futuras misiones espaciales
gmv robot

GMV probó la pasada semana en su laboratorio robótico de Tres Cantos, conocido como Platform-art, el robot de mantenimiento que es capaz de ensamblar en órbita. Se trata del proyecto Mirror, de la Agencia Espacial Europea (ESA), liderado por la compañía española, una plataforma de última generación que cuenta con un robot autónomo y versátil que promete “abrir la puerta a nuevas aplicaciones” en el sector espacial.

¿Qué pueden hacer estos robots? “Su fin es reparar, mantener, mejorar o repostar satélites en el espacio para alargar su vida útil, ensamblar nuevas plataformas orbitales de gran tamaño como antenas, huertos solares espaciales o telescopios, o retirar satélites al final de su vida útil para evitar la acumulación de peligrosa basura espacial alrededor de la tierra”.

Así lo explican desde GMV, que también destaca que el robot Mirror cuenta con tres brazos que le permiten manipular y ensamblar módulos estructurales, aunque también puede caminar por cualquier estructura que esté manipulando. Que tenga tres brazos no es casualidad. “Este número permite que se desplace con dos de ellos, mientras que el que da suelto puede transportar el módulo hasta donde tiene que ensamblarse”, ilustran.

No sólo eso; además, estos tres brazos cuentan con un sistema visual “preciso” que consta de cámaras instaladas en las garras de cada uno de los brazos del robot -aunque también utilizan algoritmos de procesamiento de imagen-. Y añaden: “No sólo es que pueda manipular módulos y caminar, sino que también puede recibir energía, comunicarse y usar herramientas para montaje, como si fueran unos destornilladores, por ejemplo”.

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Otras aplicaciones del robot

GMV también deja clara la importancia de este tipo de plataformas de ensamblaje, más allá del robot. Y es que, para la compañía, como se ha citado anteriormente, podrían “abrir la puerta a nuevas aplicaciones”. Con esto se refieren a cuestiones que no habían sido posibles “ni técnica ni económicamente”, aunque hubiera un gran interés en las agencias espaciales y la industria aeroespacial. “Por ejemplo, la generación de electricidad en órbita para uso en tierra mediante paneles solares fotovoltaicos”, señalan.

Se refieren a estaciones con un tamaño de alrededor de un kilómetro que produzcan electricidad las 24 horas del día de forma continuada, transmitiéndola a su vez mediante microondas a una antena receptora de gran tamaño instalada en tierra.

“Otra aplicación en la que hay un gran interés son los telescopios de gran tamaño para investigación del cosmos, cuyas prestaciones aumentarían enormemente al aumentar su tamaño a las decenas de metros”, apuntan. O crear grandes plataformas orbitales, para que las telcos puedan instalar y mantener sus equipos.

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