VILLAVERDE DEL RÍO (SEVILLA). Rafael Jiménez no recuerda otra sequía igual. “Quizá la del año 95, pero aquella pasó”. Ahora duda que la climatología extrema, acentuada en 2022, sea coyuntural. Cuando el verano aprieta, las temperaturas en el campo sevillano alcanzan los 47 grados. Hijo, nieto y biznieto de agricultores, Jiménez dirige la finca El Bujío/Vegeta, en el término municipal de Villaverde del Río. En sus 86 hectáreas trabajan cítricos ecológicos; mandarinas y naranjas de máxima calidad cuyo optimo cultivo exige que el terreno reúna unas condiciones de humedad y riqueza orgánica muy concretas.
“Es un trabajo muy bonito, pero muy duro. Y no depende sólo de ti, el 70 % es una cuestión suerte”, añade. La finca es una de las 14 que forman parte del proyecto “Misión Posible: Desafío Guadalquivir”, en el que WWF y Coca-Cola persiguen desde 2018 un doble objetivo. Por una parte, extienden procesos y tecnología innovadores con los que han logrado un ahorro de más de 700 millones de litros de agua anuales en el valle del Guadalquivir, donde el estrés hídrico es una constante. Adicionalmente, llevan a cabo una labor de restauración ecológica del Estuario del Guadalquivir.
Salto generacional
La continuidad de la finca está por el momento asegurada. Tras estudiar Administración y Dirección de Empresas, Rafael Jiménez ‘junior’ trabajó un tiempo en el sector bancario antes “meterse en el lío” del campo. “El negocio familiar tira mucho. En este tipo de agricultura debe haber algo vocacional, me costaría mucho haber dado el paso si no hubiera visto a toda mi familia dedicada a la finca desde que tengo memoria. Los costes y las dificultades que tenemos que afrontar son enormes”.
El joven admite que a las generaciones más mayores aún les cuesta integrar tecnología en sus terrenos. “Es complicado. Consultar las aplicaciones debidamente, recibir por mail los informes…”. Jiménez nos invita a mirar alrededor. Los frutales conviven con las ‘malas’ hierbas. “Los más puristas dirían que tener el campo así es un sacrilegio. Les gusta el suelo limpio. Están acostumbrados a los herbicidas, a desbrozar con maquinaria, etc. Nosotros estamos obligados a hacerlo a mano. Estos hierbajos han evitado plagas de caracoles o de hongos que puede arruinar una cosecha entera”.
Tecnología punta
Gracias la innovación promovida por “Misión Posible: Desafío Guadalquivir”, se ha conseguido ajustar el riego en los cultivos mediante sensores que recogen la humedad del suelo, registran las condiciones de las plantas y analizan las condiciones meteorológicas. Esa información se envía a una base de datos donde se procesa con el fin de asesorar a los agricultores a través de sus teléfonos móviles y en tiempo real sobre un óptimo programa de riego de los campos.
María Jiménez es responsable de Hidrosph, la empresa que implanta la tecnología que se usa en el proyecto. “Ayudamos a que el agricultor sepa dónde, cuánto y cuándo regar. Es una cuestión vital si tenemos en cuenta que acumulamos 4 años de déficit de precipitaciones”, explica Jiménez. La compañía también emplea tecnología satélite para analizar la transpiración de los cultivos en cada zona de la finca y sondas que miden la temperatura del suelo. “La toma de decisiones es más informada. Además de ahorrar agua hay que preservar la calidad de la fruta”.
El compromiso de Coca-Cola
Coca-Cola y WWF colaboran desde hace más de 20 años en iniciativas ambientales con un foco especial en programas de reabastecimiento de agua. Ambas entidades han presentado los resultados de “Misión Posible: Desafío Guadalquivir” en el marco del Día Mundial del Agua, que se celebra mañana. “En Coca-Cola llevamos décadas afrontando el desafío de gestionar el uso del agua de manera sostenible para preservar no solo el medio ambiente y los ecosistemas, sino también las comunidades en las que operamos y nuestro propio negocio”, indica Carmen Gómez-Acebo, directora de Sostenibilidad de Coca-Cola Europacific Partners Iberia.
La empresa pretende reducir el consumo de agua un 20% en 2025 respecto a 2010, propósito que va en la buena dirección, ya que, en 2022 ya ha logrado una reducción del 19,8% en España. Coca-Cola devuelve a la naturaleza al menos el equivalente al 100% del agua que contienen sus bebidas. En 2022, se devolvieron en España 4.916 millones de litros. Para ello, financia proyectos ambientales como ‘Misión Posible, Desafío Guadalquivir’ y cuenta con otros 7 proyecto activos en España.
Por otra parte, Coca-Cola trabaja para conseguir regenerar el 100% del agua que se utiliza en las fábricas situadas en zonas de estrés hídrico para 2030. Esto significa que al agua que usa en sus procesos productivos antes de verterla como agua residual, le aplican un tratamiento para su reutilización en usos que no impliquen consumo humano como el riego en agricultura o usos recreativos.
Recuperar biodiversidad
El ahorro de agua es una de las claves del proyecto, pero no el único. ‘Desafío Guadalquivir’ busca mejorar la calidad del agua en Estuario al tiempo que potencia y preserva la biodiversidad. Felipe Fentelsaz, coordinador de la iniciativa en WWF explica cómo han restaurado 6 hectáreas de marisma en el término de Trebujena (Cádiz). “Han sido catalogadas unas 150 especies, entre ellas algunas amenazadas, como la la anguila europea, la saboga, el sábalo, el águila imperial, la malvasía cabeciblanca, la cerceta pardilla, la gaviota picofina o el galápago leproso”.
Feltelsaz añade que este tipo de proyectos quieren ser un revulsivo en su área de influencia, pero que van más allá en la ambición de que sean replicados en otros lugares de España. “No pretendemos llegar a las mil fincas por nosotros mismos. Ponemos los proyectos a disposición de las administraciones y de otras entidades para que los ejecuten con o sin nosotros”.
De la colaboración con agricultores como Rafael Jiménez, el representante de WWF cree que lo más importante es tener un objetivo compartido. “U optan por la línea de la eficiencia o tendrán problemas graves porque no hay suficiente agua. Para fomentar esta filosofía llevamos a cabo labores de formación y capacitación y pronto entraremos en una fase para realizar actividades divulgativas”.
‘Misión Posible: Desafío Guadalquivir’ tiene una derivada más. Felipe Fentelsaz señala que la economía verde es sinónimo de empleo a largo plazo en una zona deprimida, con altas tasas de desempleo. “No hablo solo de mano de obra, que también es vital, sino de la necesidad de incrementar el personal cualificado tanto en el plano puramente tecnológico como en lo que afecta a cuestiones ambientales”.