La región LEO del espacio —comprendida entre 700 kilómetros y 2.000 kilómetros con respecto a la superficie de la Tierra— es muy demandada por satélites de comunicaciones: teléfonos móviles, internet, observación (meteorología) y vigilancia terrestres, entre otros. Se trata de una región lo suficientemente cerca para que pueda comunicarse efectivamente con la tierra y, a su vez, razonablemente alta para evitar la parte más densa de la atmósfera.
Con la idea de que en un futuro próximo (entre 40 y 50 años) la demanda de satélites en este espacio va a ser mayor, un grupo de científicos de la Universidad de Zaragoza (Unizar) y del MIT (Estados Unidos) ha desarrollado un proyecto que busca definir dentro de ese espacio un conjunto posiciones para evitar que este se congestione y haya un acceso libre y equitativo a este recurso. La iniciativa fue una de las ganadoras del programa MIT-Spain “La Caixa” Foundation SEED FUND.
Según las previsiones de los científicos, la cantidad de satélites en esa zona del espacio será del orden de millones en un futuro cercano. “Nosotros queremos subdividir el espacio como si fueran pequeñas cajitas. Esas van a estar vacías pero, a medida que alguien quiere poner un satélite, a esa cajita se le asigna un satélite, a esta otro. Pensamos dividir el espacio en un millón de cajitas o diez millones de cajitas, de modo de que haya espacio dentro de un buen tiempo”, explica el matemático de la Universidad de Zaragoza Martín Avendaño. A partir de cálculos matemáticos, esas cajitas están dispuestas de tal forma que no se pueden tocar entre sí, y pueden observar la tierra desde las mejores posiciones, precisa.
El proyecto está formado también por el ingeniero aeroespacial David Arnas, antes de la Unizar y recientemente contratado por el MIT, así como por los ingenieros aeroespaciales Richard Linares y Miles Lifson, del MIT.
Los autores han localizado hasta ahora 2.132 satélites en órbitas circulares manteniendo una separación de un grado entre ellos durante toda su dinámica. Aunque el trabajo está todavía en sus primeras etapas de análisis.
Sin embargo, de acuerdo con ellos, no hay nada previsto hasta ahora para evitar que choquen entre sí. El espacio es algo que “como todo recurso natural, da lugar a la explotación económica. Por lo tanto, hay muchos intereses en esto y no puede dejarse a que el primero que llegue es el dueño del lugar”, advierte Avendaño.
“Es un recurso de toda la humanidad y hay que gestionarlo de otro modo. No puede ser que caigamos en lo mismo de siempre. Es como una mina de hierro, o de petróleo, algo que tarde o temprano se va a acabar si uno lo empieza a usar (de otro modo)”, añade.
El objetivo de los investigadores es poder reunirse en un futuro con líderes de la comunidad internacional para llegar a un consenso sobre cómo gestionar el espacio. Es por ello que están preparando una solución al problema, un protocolo.
De acuerdo con Avendaño, hace falta un organismo de gestión del espacio a nivel internacional que realmente asigne a estas cajitas (que ellos llaman slot) a las posibles empresas o países interesados en ellas.
Avendaño apunta, asimismo, que el mundo debe entender que el espacio no es solo de empresas como SpaceX, la empresa de Elon Musk que envió a dos astronautas de la NASA a la Estación Espacial Internacional (EEI) hace unos días, ni de Estados Unidos, y que, por tanto, necesita una regulación.
“Considero que es muy positivo que SpaceX, una compañía privada, haya conseguido llevar dos astronautas a la EEI. Eso va a dar lugar a una explotación más eficiente del espacio. Tarde o temprano se van a hacer vuelos comerciales por esta regiones”, señala.