La investigadora de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), Mónica Andrea López Hidalgo, ha sido reconocida con una de la Becas para Mujeres en la Ciencia L´Oréal-Unesco-Conacyt-AMC. Se reconoce así sus trabajos de investigación respecto al papel de los astrocitos sobre el deterioro de las funciones cognitivas asociadas a la edad.
Está licenciada en Biomedicina por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) asegura que su labor científica se desarrolla en el laboratorio Neurofisiología del Envejecimiento de la Clínica del Sistema Nervioso de la UAQ, tanto en ratas como seres humanos. El objetivo es determinar la fisiología del envejecimiento enfocado en las funciones cerebrales y los procesos cognitivos.
“Estudiamos el deterioro de las funciones cognitivas asociadas a la edad”, afirma López Hidalgo en una entrevista con la Agencia Informativa Conacyt. “Me interesa estudiar unas células en particular, que son los astrocitos, y su papel en funciones cerebrales como el aprendizaje, la memoria, la atención. Nos preguntamos cómo la función de estas células pueden cambiar en condiciones patológicas”.
Y es que el envejecimiento “es un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson, Alzheimer o la demencia”. Está comprobado que “es más probable que se presenten estas enfermedades entre más avanzada esté la edad de la persona”. Pero, además, la científica mexicana asegura que “estudiar la fisiología del envejecimiento nos puede llevar a prevenir la aparición de estos padecimientos”.
Hasta el momento, este grupo de trabajo ha analizado el cambio en la atención y la flexibilidad cognitiva en ratas de 6, 12, 18 meses; edades que corresponden a 18, 30 y 50 años en humanos. “Las funciones cognitivas empiezan a disminuir a partir de los 30 años, es decir, a esa edad empezamos a envejecer, lejos de lo que mucha gente piensa que es a partir de los 60 cuando comienza este proceso –continúa-. Como pasa con los humanos, las ratas alcanza su máximo desempeño a los 6 meses y después disminuyen progresivamente cuando las evaluamos a los 12 y 18 meses”.
Los científicos han observado que “si administran la D-serina de forma oral, el cerebro de las ratas viejas se comportan como el de un animal más joven”. “Estamos trabajando en esa línea, tratando de ver si podemos disminuir, retrasar, o incluso revertir la pérdida de las funciones cognitivas con diferentes dosis y tratamientos de este aminoácido –afirma-. La idea es que más adelante esta investigación derive en un suplemento que se pueda incluir en los vitamínicos que consumen las personas. Respecto a la D-serina ya tenemos un trabajo previo publicado sobre ratas jóvenes y apenas se está empezando a ver en animales viejos”.
En el caso de los seres humanos, están analizando la relación que hay entre los niveles séricos de hormonas, proteínas, vitaminas y por supuesto D-serina, y el desempeño cognitivo de las personas. “Para hacer un estudio clínico en humanos faltan todavía algunos años e investigación, pero se están planteando las bases”, reconoce López Hidalgo.
También afirma que es posible contrarrestar el deterioro del sistema cognitivo. La actividad física, la alimentación y el descanso son factores que están muy relacionados con el mantenimiento del desempeño cognitivo. “Los jóvenes deben ocuparse de su salud cognitiva, porque cuando la persona ya tiene más de 60 años es más difícil revertir porque ya hay daños por la acumulación de décadas”, añade. “Nuestro enfoque está inclinado a la prevención, no todos llegamos igual a los sesenta años y la pregunta es por qué. Estamos generando una base de datos muy amplia de factores bioquímicos, clínicos y cognitivos que pudieran estar relacionados para saber qué es lo que tiene más peso.