El Espacio Fundación Telefónica ha acogido el evento ‘Mujer en el emprendimiento: la asignatura pendiente’, donde han intentado, en varias sesiones, desgranar la presencia y el rol de la mujer en el ecosistema emprendedor. Concretamente, en la sesión ‘Cruzar ríos, trepar muros, escalar montañas. ¿Qué tiene que hacer una mujer para que inviertan en su startup?’ se han dado varias claves sobre por qué las mujeres emprenden cada vez menos.
Y es una realidad. Antonio Iglesias, managing director de Endeavor España y moderador del evento, ha dado dos estadísticas. Según varios estudios, parece que en España entre un 13% y un 20% de las startups tienen una mujer como cofundadora. Un número que, concretamente según un estudio de su compañía, “va hacia abajo, va decreciendo, cada vez hay menos mujeres emprendedoras”.
“A esto, que ya de por sí es preocupante -ha apostillado-, es que cuando hablamos de inversión este número baja hasta un 1,8% de los fondos levantados por Europa que han ido a empresas donde hay una mujer cofundadora. Si esto no nos pone los pelos de punta, nada lo va a hacer”.
“No creo que sea solo una cuestión de apoyo”
Andrea Cayón, cofundadora & coCEO de Passporter, la herramienta de viajes y turismo que sobrevivió a la covid-19 y ahora cuenta con 30 personas trabajando por toda Europa, ha indicado que, según su propio ejemplo, “en mi círculo de amigas me pasa: no hay nadie que sea fundadora de una empresa”.
De hecho, cree que es al contrario, porque en su entorno de emprendedores son todo hombre. “Es una cuestión educacional, de dónde has vivido, cómo te han criado. Yo vengo de familia de empresarios que hicieron todo de la nada, pero donde había mucha confianza para hacer lo que quisiera, no buscar algo definido. Crear era la forma de vida y es lo que he desarrollado”.
Además, Cayón ha apuntado que no cree “que sea solo una cuestión de apoyo, sino de que recibamos información y da igual en qué momento sea, nunca es tarde para desarrollarnos y saber cómo emprender”. Para ella, se deben enseñar las habilidades necesarias, porque nadie las tiene. “Hay gente que lo tiene más innato, pero de todo se aprende. Dentro y fuera de casa. Tenemos que aprender a que igual un fundador tiene que ser un referente, no tiene por qué ser del mismo sexo, en mi caso fue mi padre. Aun así, el papel de nosotras, minorías, es colaborar mucho y hacer porque se nos vea para poder inspirar”.
“El emprendimiento es duro, hay que hacer malabares”
Por su parte, Pilar Prados, fundadora de Bounsel, ha apuntado que parece que a las mujeres se les enseña a ser perfectas, a ser políticamente correctas, siempre bien peinadas. “Y yo toda mi vida he sido una rebelde sin causa y me di cuenta en Brasil. Llevaba doce años fuera de Valencia y me di cuenta de que me faltaba un propósito. Vivía como quería, pero no generaba impacto, no estaba trascendiendo, podía hacer algo mayor”.
Asimismo, considera -“sinceramente”- que hay muchas mujeres que pueden internamente tener esa “vocecita” que les dice que les gustaría emprender. “Pero se hacen pequeñas, como esa falta de confianza en uno mismo. Al final, emprender es duro, difícil, hacer malabares, especialmente si formas una familia a la vez. Y son dos etapas maravillosas de la vida, donde todo es intenso. Por una cuestión cultural muchas mujeres, pudiendo hacerlo, deciden posponerlo. Lo que no haces hoy… quién sabe mañana”, ha argumentado.
“Para emprender lo que falta es dinero”
Por otro lado, Pepita Marín, CEO y cofundadora de WeAreKnitters, la marca digital para vender kits para tejer y ovillos por Internet, por el mundo, ha indicado que hay una parte innata, que viene en las personalidades, pero también es algo que se trabaja.
Y ha subrayado: “Para emprender lo que hace falta es dinero. Tú el día que abres la persiana de tu empresa necesitas dinero. Dinero no significa solo dinero en la cuenta del banco, sino tener un sitio donde estar para estar dos años sin ingresar nada, porque nadie ingresa dinero el primer día y hay que estar preparados. Yo lo comparo como las oposiciones, por ejemplo, a juez o a notario. Hay que ser un poco rico para emprender. O bien tienes familia -en mi caso, mis padres, que me dejaron estar dos años así- o un marido que también trabaja o bien unos ahorros”.
De ahí viene también el problema, según ella, pues hay menos mujeres emprendedoras porque hay una brecha de género en la sociedad actual. El emprendimiento es un reflejo también de lo que pasa con las mujeres en el mundo laboral, en el mundo de los salarios: la confianza.
“No aplicamos a un trabajo si no cumplimos el 100% de los requisitos -hay estudios que así lo demuestran-. Los hombres no lo hacen así, son el 60% creo recordar. Me acuerdo cuando estábamos levantando dinero que me decían que tenía que ser más vendehumos, más hombre. Pero creo que también hay algo innato, y que ser mujer me ha ayudado para otras muchas cosas. Si me hubiera convertido en minihombrecito, como mucha gente de manera ingenua me recomendó, no hubieran salido otras cosas”.
“El error está mal visto”
Por último, para Cristina Martín, fundadora & CEO de Usyncro, “el error está mal visto y emprender es una actividad de riesgo”. Nadie va a asegurar que esto va a salir bien. “Es algo muy difícil y el equivocarse no está bien visto, es como un fracaso y no tenemos esa cultura del fracaso, no se ve el error como aprendizaje, sino como algo negativo”.
Del mismo modo, también ha destaco que, además, está el techo de cristal en diferentes sectores. Y, una vez que se pasa, surge el techo de acero que “nos ponemos nosotras, porque somos mucho más exigentes con nosotras que el género masculino”.
Así, más allá de que sea educacional, tiene que haber un cambio social, ha asegurado. “Se tiene que entender que si emprendes y fallas no pasa nada, lo has intentado. Y que los techos te los pones tú misma y están para romperlos. Creo que está más penalizado el error femenino que el masculino. Porque al final somos muy exigentes con nosotras mismas. Hicieron un documental que se llamaba ‘Mi mejor error’ y lo recomiendo, porque de los errores se aprende y es lo que te hace trabajar. Pero cuando la fastidias, al final tienes la sensación de no haberlo dado todo. Eso nos penaliza”.