Por Amado Crotte, Valentina Montoya Robledo y Marc Jacob García. Esta columna fue publicada originalmente en el blog Moviliblog del BID
Un análisis enfocado en la movilidad y del cuidado en transporte público en la Ciudad de México
María tiene 32 años, vive en la zona metropolitana de la Ciudad de México junto con su hijo de tres años y su esposo. Todos los días toma un autobús para llevar a su hijo a la guardería, seguido del Metrobús (sistema BRT) para llegar a su trabajo. María viaja con una pañalera en un hombro, su mochila de trabajo en el otro hombro, en una mano lleva a su hijo, y en la otra el desayuno del niño. Aprovecha el viaje de ida para darle de desayunar a su pequeño.
Después de dejarlo en la guardería, María se peina y maquilla en su viaje en Metrobús. Prácticamente sólo convive con su hijo el tiempo que pasan en transporte público, cerca de hora y media de ida y dos horas de regreso, aunque por la tarde el niño ya va dormido. Frecuentemente, María debe utilizar los baños del Centro de Transferencia Modal (CETRAM) de Indios Verdes para hacer el aseo personal a su hijo. Además de los largos tiempos de espera en los baños, estos no están equipados con cambiadores para niños.
Los principales temores de María al viajar en transporte público se relacionan con aglomeraciones, porque los pueden golpear, robar o incluso ella puede sufrir acoso sexual.
Además, el promedio de costo de sus viajes diarios es de 72 pesos (USD$4), pero puede incrementar hasta 190 pesos (USD$10) en caso de algún contratiempo que la fuerce a tomar un taxi. El viaje de María representa el viaje típico de una mujer en transporte público en América Latina.
La historia de María, como la de muchas mujeres, llevó a que la Ciudad de México se comprometiera con la promoción de iniciativas a favor de la igualdad de género en el transporte público. La ciudad forma parte del Transport GenderLab (TGL) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Bajo este paraguas, la Secretaría de las Mujeres, la Secretaría de Movilidad, y el Órgano Regulador del Transporte, realizaron el estudio Análisis de la movilidad, accesibilidad y seguridad de las mujeres en los Centros de Transferencia Modal de la Ciudad de México, liderado por la Dra. Paula Soto.
El principal objetivo del estudio fue desarrollar recomendaciones de política pública para mejorar la experiencia de viaje de las mujeres en los CETRAM de Pantitlán, Indios Verdes y Taxqueña.
Se utilizó una estrategia de investigación mixta mediante encuestas, etnografías móviles de seguimiento, recorridos comentados, análisis de información secundaria, registro visual de infraestructura, y grupos focales con supervisores de los CETRAM. Más de la mitad de las mujeres entrevistadas utilizan los CETRAM diariamente para sus actividades cotidianas.
Pese a que el uso de los CETRAM está principalmente relacionado con ir a trabajar y estudiar, los viajes “de cuidado” son el segundo motivo de viaje de las mujeres. Se trata de viajes no remunerados relacionados con el cuidado de un dependiente, como un hijo o un adulto mayor, ir de compras, ir al médico, o realizar un trámite. Estos patrones de desplazamiento suelen ser más complejos por el número de paradas, las necesidades de infraestructura de apoyo como baños, y espacios de encuentro, así como la carga de maletas y bultos.
Para un viaje como el de María el tiempo promedio de viaje es de más de una hora y, aunque 60 % de las entrevistadas preferirían hacerlo en vehículo particular por ser más seguro, rápido y cómodo, no lo hacen así por su alto costo.
En el estudio presentamos diversas propuestas para que la infraestructura de los CETRAM se desarrolle con un enfoque en la movilidad de los cuidados.
Las recomendaciones incluyen: crear equipamientos adecuados en los baños (como cambiadores para bebés), kioscos digitales para realizar trámites y pagos de servicios públicos, mapas de ubicación para disminuir el tiempo de traslado, señalética adecuada, y zonas de descanso y encuentro.
La inseguridad es persistente en el transporte público. 70 % de las mujeres mencionan que se sienten inseguras o muy inseguras en los CETRAM, y 80 % no saben cómo realizar una denuncia en caso de sufrir acoso.
Las condiciones de infraestructura vulneran las experiencias del viaje de las usuarias y agudizan el temor a la agresión sexual. Estas condiciones incluyen la escasa o nula iluminación, poca visibilidad por obstáculos físicos, falta de señalética, basura, ruido que impide ser oídas o escuchadas, y agrupaciones de hombres.
Las propuestas para el diseño de un CETRAM seguro enfatizan mejorar la infraestructura para incentivar la prevención situacional, fortalecer las capacidades y procedimientos para la atención eficiente y digna en casos de violencia sexual y otros delitos, así como generar y analizar datos para la planeación y vigilancia de los CETRAM. Asimismo, se plantea capacitar a los operadores de unidades de transporte, usuarios, comerciantes, y personal de seguridad pública en temas de prevención, atención, y canalización de víctimas de violencia sexual.
El diagnóstico evidenció cuatro tipos de barreras de accesibilidad.
Respecto a las barreras financieras, las mujeres usuarias indicaron que el costo del transporte limita sus viajes. En cuanto a las barreras físico-espaciales, algunas mujeres reportan el mal estado de la infraestructura. Las barreras temporales tienen dos dimensiones. Primero, la diferencia entre viajes de día y noche afecta la calidad de los servicios del transporte debido a la percepción de inseguridad por las condiciones de iluminación. Segundo, frente a los ciclos anuales, en época lluviosa hay encharcamientos y pisos resbaladizos, y en época seca existe un calor excesivo por falta de sombras.
Como barreras emocionales surge la percepción del miedo, la inseguridad y las experiencias de violencia. Se propuso un modelo de CETRAM accesibles que cuenten con infraestructura adecuada, fomenten la seguridad vial, e incluyan mecanismos de comunicación eficientes, ubicando a las mujeres en el centro de su planeación, gestión y operación.
La gestión del modelo de CETRAM debe realizarse a partir de tres estrategias. Primero, generar alianzas interinstitucionales con otras dependencias. Segundo, reorganizar los diferentes espacios para que permitan la convivencia de múltiples funciones, es decir, que los CETRAM sean espacios multifuncionales en el que convergen actividades comerciales, de movilidad, encuentro y descanso. Y tercero, integrar al CETRAM con el entorno urbano mediante espacios públicos de calidad atendiendo las necesidades de quienes utilizan las instalaciones, trabajan en el lugar, y viven en sus alrededores.
Fomentar transporte público cómo y seguro para mujeres es tarea todos, la sociedad en su conjunto sale ganando.