El cuadro Portrait II, de Joan Miró, es especial por varias razones. En primer lugar, es un lienzo que marca el antes y el después de la obra del genio catalán hacia su madurez creativa, tras un periodo de acercamiento al surrealismo. En segundo lugar, porque su proceso de restauración, llevada a cabo recientemente por el equipo especialista del Museo Reina Sofía –que considera a este lienzo como “una pieza fundamental de nuestra colección”–, ha vuelto ha demostrar el poder de la tecnología en el mundo pictórico: han conseguido retirar materiales ajenos al cuadro original, recuperar sus colores originales o descubrir tres firmas de Miró – lo que muestra la importancia que le daba el propio autor a este cuadro, inmerso en su reelaboración durante tres décadas–.
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Para ello, según la pinacoteca, en un primer momento se han realizado estudios técnicos de la imagen con técnicas de rayos X, luces infrarrojas, ultravioletas, o gigapíxeles con luz normal. Asimismo, y como en cualquier otra restauración, el equipo del Reina Sofía ha utilizado varios análisis químicos para poder comprender qué materiales había utilizado Miró en 1938, año de su elaboración, además de otros que se fueron añadiendo durante décadas. En este duro proceso de restauración “también ha sido necesario utilizar técnicas instrumentales como la microscopía óptica, microscopía electrónica de barrido [para producir imágenes de alta resolución], espectroscopia infrarroja [para estudiar más sustancias químicas]o la cromatografía [para separar esas sustancias], que han permitido analizar en profundidad desde el soporte de la tela original hasta los pigmentos o el aglutinante presente en la misma”, explican.
Por otro lado, el equipo ha descubierto un nuevo hallazgo, aunque esta vez nada tenía que ver con las firmas del autor. En esta ocasión, se ha tratado de una pegatina de papel que rodeaba el perímetro del lienzo, colocada, según los estudios del equipo de restauración, en los años setenta. Aseguran que su proceso de eliminación “ha sido muy lento [cerca de dos meses] y laborioso porque el poder adhesivo de la cola podía afectar a la fina y delicada capa pictórica. Aun así, las pérdidas provocadas por el papel han sido debidamente reintegradas”. Entre los daños a recuperar cabe destacar también el trabajo en la parte superior de la obra, con la superficie “muy alterada”, y que ha supuesto una restauración “especialmente complicada”.
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Desde el Museo Reina Sofía subrayan el papel de la institución que les ha otorgado los fondos para la restauración –uno de los problemas a los que suelen enfrentar las pinacotecas españolas–, el Bank of America. La compañía cuenta con un programa de subvenciones culturales para “conservar obras de arte relevantes desde el punto de vista histórico o cultural que estén en peligro de deterioro”. Destacan además que “no es la primera vez que colaboran con el museo”, pues ya ayudaron a restaurar La Mujer Azul de Picasso.