El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza ha comenzado lo que la propia institución define como un “ambicioso” proyecto: cambiar toda la iluminación de las salas de su colección permanente y de las exposiciones temporales de su espacio. Admitiendo que su tecnología ya se había quedado obsoleta y que requería una renovación, el museo ha apostado por las posibilidades del LED de última generación.
Según el Thyssen, con este cambio se lograrán “mayores niveles de eficiencia energética (ahorro estimado de un 60%), se mejorará la conservación de las obras expuestas y se favorecerá su apreciación en unas condiciones más próximas a la luz natural”. Estas dos últimas razones son vitales para las obras de arte. La iluminación en cada cuadro depende del color y de la posición de cada uno, por ello debe haber un cambio de intensidad. Por ejemplo: si hubiera un cuadro tenebrista, donde hay un estudio de claroscuros, el foco se debería dirigir hacia la luz para que se notasen los contrastes. Por otro lado, y siguiendo el ejemplo, hay que tener en cuenta que la mayoría de estos cuadros se pintaban pensando en la posición donde iban a ir, tal y como deberá instalarse la nueva iluminación del museo.
Asimismo, hay que tener en cuenta la intensidad de la luz, ya que la mayoría de los cuadros del museo son al óleo, una técnica cuyo proceso de secado es la cristalización. Pero, ¿por qué hay que tenerlo en cuenta? ¿Los cuadros se llevan a la pinacoteca recién pintados? No: el tiempo mínimo para que el óleo cristalice es un siglo, y es lo que hay que esperar para que la pintura se vuelva transparente, y a la vez, más luminosa.
Según el Thyssen, hay muchos beneficios con la instalación de las luces LED (que serán proporcionadas por Sylvania): uniformidad en la iluminación de las obras y de las salas; realce de colores y matices, con una alta fidelidad cromática que potencia zonas oscuras y logra colores más luminosos e intensos, especialmente los rojos; reducción de deslumbramiento provocado por reflejos; mayor confort visual a la hora de observar las obras, gracias a una colocación estratégica de los puntos de luz; simplicidad en cuanto a número de proyectores y la versatilidad de sus accesorios; eliminación del parpadeo, lo que brinda mayor confort visual al visitante y permite grabaciones de vídeo sin efecto estroboscópico; e iluminación cálida (2.700K) que equilibra la composición artística y decorativa del museo.