Limpiar las aguas contaminadas por los desechos de las empresas, que son arrojadas a ríos y mares, es uno de los objetivos de una investigación encabezada por la doctora María Guadalupe Pérez García, en el Centro Universitario de Tonalá (CUTonalá) de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
Para remover los contaminantes, la científica fábrica materiales porosos y sólidos con apariencia de un gis. Estos se obtienen en laboratorio a partir de diferentes tipos de polímeros (moléculas resultantes de una reacción química) y adquieren la forma del recipiente donde se lleva a cabo la reacción.
En su superficie se incrustan nanopartículas, que miden menos de una millonésima parte de un metro y son las que atraen los contaminantes. Los materiales tienen una estructura porosa interconectada, lo que facilita la entrada del agua con mayor facilidad. Al momento de pasar el líquido, las nanopartículas atraen los contaminantes que contiene.
Entre las nanopartículas que se utilizan se encuentra dos tipos de óxido de hierro, que es un compuesto formado por hierro y oxigeno: la magnetita, que puede atraer metales pesados como arsénico, plomo y cadmio, y la maghemita, para remover el colorante azul de metileno.
Además, se han utilizado nanotubos de carbono (cilindros huecos y extremadamente pequeños, cuyas paredes están formadas por átomos de carbono) para remover gasolina, diesel y biodiesel.
La gasolina absorbida por estos materiales puede ser recuperada fácilmente mediante la microdestilación (que incluye procesos de evaporación) y puede reutilizarse. Por ello podría tener muchas aplicaciones cuando hay derrames de gasolina en el mar o el agua de los ríos.
Por lo pronto, la investigación está en fase de laboratorio o experimentación, la cual podría durar un año más. Un siguiente paso sería aplicar los procedimientos con contaminantes de la industria textil.