Natalia Valle (Plant on Demand): "Nuestra motivación es que la agricultura ecológica sea la norma en el futuro"

Juan F. Calero

La startup ha puesto en marcha una plataforma dirigida a productores ecológicos y artesanos para introducirlos en la digitalización, conectarlos entre sí y multiplicar su eficiencia

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Los Erasmus en Finlandia dan para mucho. El equipo fundador de Plant on Demand se conoció en el país nórdico. Allí descubrieron que tenían en común el interés por conectar la innovación y la tecnología con negocios o acciones que dieran como resultado un mundo mejor. “Todos teníamos en mente cambiar el status quo”, asegura a Innovaspain Natalia Valle, parte de esta “pequeña gran familia” desde el principio, donde ejerce como responsable en las áreas de Financiación, Comunidad y Comunicación. 

Un golpe de suerte –“uno de los cofundadores recibió una herencia inesperada”- y muchas ganas de arrancar, fueron suficientes para que Plant On Demand comenzara su andadura en el año 2018, aunque el proyecto tardó un tiempo en carburar definitivamente. En resumen, su propuesta se basa en una plataforma digital para productores ecológicos, a los que la startup ayuda a digitalizarse, ser más eficientes y ganar rentabilidad. Mediante una gestión integral, Plant on Demand orquesta la tienda online de cada uno de ellos, la trazabilidad de las operaciones –ventas, cobros, facturas- además de poner a su disposición una serie de herramientas para que estos proyectos agroecológicos o artesanos, muchos de ellos familiares, ganen en eficiencia.

Entre sus actividades destacadas, la empresa consigue que productores de una misma zona se alíen y trabajen juntos para dar servicios a mayor a escala y poder satisfacer la demanda de colegios, hospitales o comedores de empresas.  “Por poner un ejemplo: antes, el productor de quesos actuaba al margen del productor de cítricos. Cada uno buscaba sus propios clientes. Gracias a nuestra ayuda, conectan y pueden dar salida a los productos de manera más sostenida en el tiempo, con más certezas. Planifican en función de los menús que establecen estos grandes clientes. El es caso de l`Horta Cuina o de las Mariñas Coruñesas (proveedor del comedor de la sede central de Inditex en Arteixo), grupos de más de 20 productores que ponen en la mesa de quienes confían en ellos alimentos frescos, locales y de temporada.

"Aceleramos la transición hacia modelos de producción más sostenibles"

Plant on Demand no lleva a cabo estas tareas en solitario. “Las alianzas y colaboraciones son básicas para nosotros”, afirma Natalia Valle. “Somos la pieza tecnológica de un ecosistema mucho más amplio que lleva muchos años unido para activar el comercio local, desarrollar la agricultura ecológica o preservar técnicas, tradiciones y variedades”.

En este sentido, la startup es parte del consorcio GIASAT, un grupo de trabajo apoyado por la Fundación Daniel y Nina Carasso integrado además por la Universidad de Córdoba, Fundación Entretantos, CERAI y Germinando. “Ayudamos a que los proyectos colaborativos entre productores se hagan realidad con visión y acción tecnológica. De este modo, su impacto es más escalable y llegan más lejos. Aceleramos la transición a modelos de producción más sostenibles”.

Natalia Valle explica que es habitual que colegios u hospitales importen la comida que consumen, cuando tienen “a la vuelta de la esquina” un productor local de garantías. “En el consorcio logramos organizar a los productores, generamos centros logísticos únicos y estructuras de comercialización para nutrir con rapidez la demanda”. La emprendedora añade que la parte más tecnológica es complementada con labores de gobernanza de los productores: “Financiación, gestión del día a día… hay mucho que hacer en ese terreno”.

ENISA y una financiación que entiende a las startups

Plant on Demand también ha contado con el respaldo financiero de ENISA (Empresa Nacional de Innovación). “Gracias a sus préstamos hemos seguido con vida antes de ser rentables. Sin ellos no habríamos podido asumir el desarrollo tecnológico y la investigación de mercado necesaria para expandirnos correctamente. Los bancos no están preparados para financiar a las startups, cuyos mecanismos no son los de una pyme o una empresa mayor. Con ENISA hemos evitado funcionar a base de ampliaciones de capital. El espíritu de la empresa se habría diluido”.

El feed back que reciben de parte de los productores es muy positivo. “Agradecen que Plant on Demand les acompañe en todo momento; que cojamos el teléfono, solucionemos dudas… Somos gente cercana, una variable compleja en el ámbito tecnológico, y más entre los que no están muy familiarizados con la innovación. Cuando empezamos, nos los encontramos sumergidos en el mundo analógico, rodeados de papeles. Los más avanzados utilizaban Excel y gestionaban las ventas una a una a través de Whatsapp”.

Valle argumenta que también juega a su favor haber logrado una herramienta diseñada a la medida de las verdaderas necesidades de este tipo de productores. “Hemos trabajado con muchos, así que acumulamos una experiencia muy valiosa. Sabemos lo que quieren. Valoran que nos adaptemos al canal corto, la venta directa, ajena a la gran distribución”.

El poder del boca a boca

La cofundadora de Plant on Demand indica que ciertas malas praxis de otras empresas han provocado desconfianza en parte del sector. “Les han prometido imposibles; resolverles la vida, multiplicar la rentabilidad… muchos han pasado por esas tomaduras de pelo y son reticentes a nuevas adquisiciones o a las colaboraciones con terceros. Hemos comprobado en primera persona el poder del boca a boca, más efectivo que otras metodologías para ganar cuota de mercado. Si hacemos un buen trabajo con ellos y se sienten cómodos, se convierten en nuestros mejores embajadores para llegar a otros productores”.

El perfil del usuario de Plant on Demand es muy variado. “Tenemos al ejecutivo que lo ha dejado todo, los urbanitas hastiados que se marchan al campo para crear un proyecto agroecológico, pero también la empresa familiar tradicional que ha decidido dar un giro estratégico hacia lo ecológico con una mirada más innovadora y cooperativa”.

Un movimiento imparable

“Las cosas cambian despacio, pero de manera continuada”. Natalia Valle alude a la buena salud de un movimiento en el que el nivel de conciencia del consumidor aumenta a buen ritmo. “Miran hacia el consumo ecolocal no solo con el foco en los gases de efecto invernadero (la industria de la alimentación es responsable de un tercio de estas emisiones), sino preocupados por la biodiversidad, por preservar la cultura local y que no caiga en el olvido el conocimiento acumulado generación tras generación. Prácticas con cientos de años a sus espaldas se perderán si nadie lo remedia. Estas culturas y tradiciones están muy ligadas a la alimentación”.

Este mayor nivel de conciencia se topa con altas barreras. “Por ahora, el consumidor tiene difícil acceder a este tipo de alimentos porque los canales de distribución convencionales y los supermercados aún no han creado mecanismos efectivos para llegar al consumidor final”. Valle añade que las administraciones públicas y Europa “tienen que jugar un papel fundamental para promoverlo”. A su juicio, deben apostar por financiar estor proyectos, que en los primeros meses o años no son rentables. “En la parte pública falta conocimiento para valorar el impacto real de estas iniciativas en la alimentación de las personas. Se van más a las high-tech o a la híper eficiencia de la agricultura, pero olvidan la dimensión de sostenibilidad, biodiversidad, cultura o repoblación. Pierden de vista a los pequeños productores. Prefieren introducir la IA en campos de miles de hectáreas”.

En lo sucesivo, la idea es seguir creciendo sin moverse ni un milímetro dentro de una filosofía de cimientos firmes. “Somos una tecnológica, pero también una empresa social. El porqué de Plant on Demand, su razón de ser, pasa por generar un cambio; llegar a las personas y a los ecosistemas. Necesitamos dinero, obviamente, pero la motivación es que la agricultura ecológica sea la norma en el futuro”.

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