En un foro local en Valencia, un espectador planteó a Nuria Rodríguez, CEO de Nedgia (marca de distribución de gas de Naturgy), y a Elena Cebrián, consellera de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural de la región valenciana, el problema medioambiental que sufría la ciudad a causa de la quema de la paja de arroz. Y es que el residuo agrícola que genera es uno de los más difíciles de gestionar.
No es un tipo de paja que se pueda utilizar, ya que tiene un alto contenido en sílice, lo que le hace ser poco recomendable para el consumo animal. Además, cuenta con mucha fibra y celulosa, un problema para cortarla y procesarla como cualquier otro vegetal. La quema de la paja de arroz –arroz cultivado en humedales cercanos al Parque Nacional de la Albufera–, realizada en torno al mes de octubre, produce problemas medio ambientales cada vez más denunciados por la sociedad valenciana, como planteó el espectador en aquel foro local.
“Nosotros nos quedamos con aquello, ya que intuimos que podrían haber tecnologías que solucionaran esta problemática”, nos explica José Vicente Esplugues, responsable de Gran Consumo de Nedgia en Valencia. “Cogimos el compromiso con la consellera para estudiar la aportación que podíamos hacer desde el punto de vista de la sostenibilidad. Y ahora nos encontramos en plena fase de estudio para producir gas renovable de la paja de arroz”.
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Esplugues considera que, en este campo, todavía hay mucho trabajar. “Desde un punto de vista tecnológico, de innovación… Pero también en el aspecto social de los propios agricultores y comunidades autónomas. Podemos aportar granitos de arena en la parte tecnológica; ya hay alternativas medioambientales más interesantes para poder reconvertir residuos que se manejan año a año, y conviene tener presente que son proyectos extrapolables”. Apunta: “extrapolables en cualquier área de producción similar en un contexto nacional, aunque no nos movemos tanto por la posibilidad de retorno económico, sino por la sostenibilidad de todas las regiones”.
El proyecto se está realizando en el Centro Tecnológico AINIA en Paterna, especialistas en el ámbito de la digestión anaerobia y producción de biogás a partir de residuos orgánicos, con el apoyo de Genia Bioenergy, especializada en plantas de biometanización. Ahora mismo se encuentran en la primera fase: detección de la tecnología y utilizar y testar soluciones.
“Estamos inmersos en un piloto en el que, para abril o mayo, ya podremos sacar conclusiones de laboratorio medidas. Sería pretencioso dar algún dato, pero sí puedo contar que hay una fase estacionaria y que podremos dar cuentas de cómo está funcionando. También tenemos una segunda fase para ver la viabilidad del proyecto a escala industrial, desde el punto de vista logístico, no tanto en la innovación”, asegura Espluges.
Para él, una de las cuestiones más interesantes del proyecto es su aplicación en otros lugares. Lo que “puede llegar a ser” en ámbitos como “el delta del Ebro, el del Guadalquivir, en los cultivos extremeños o incluso en el ámbito internacional”. De todos modos, subraya Esplugues, “tenemos todavía mucho trabajo por delante”.