Ocho años no son muchos para un medio de comunicación. Pero como nacimos en plena crisis y nos abocamos a otra, quizás nuestra opinión al respecto sirva para algo. Es verdad que, en muchos casos, podrán presumir de mantenerse después de varias de ellas. Sin embargo, cuando careces de casi todo, la experiencia te hace afrontar la que se nos viene encima con la misma ilusión que pusimos al principio para poner en marcha Innovaspain.
En los meses transcurridos desde septiembre de 2011 a junio de 2012, que nosotros los consideramos un periodo de prueba, se hablaba, y después más, de aquella categórica declaración de Schumpeter al definir los periodos de crisis como de «destrucción creativa», que era lo que daba paso a la innovación.
Desgraciadamente, ahora tenemos la destrucción de la vida de muchas personas; después vendrá la económica, que ya se empieza a notar. Tras el aluvión de ERTEs venía el paro puro y duro. Y con las medidas del Gobierno el interrogante es mayúsculo: nos podemos quedar sin empresas. Es lo que opinan las asociaciones empresariales.
De lo que estamos viviendo me han sorprendido muchas cosas, pero entre ellas destaco la correspondencia que existe entre muchos temas de los que hemos hablado y la posibilidad de recuperar el tejido económico desgarrado. El primero es la educación. Hace unos días, informábamos sobre los Premios Abanca a los mejores profesores de España.
Con fecha 20 de febrero, Gabriela Martínez, que hizo la información, tituló: “Radio, videojuegos e ilusión: los secretos pedagógicos de los mejores profesores de España”, un titular premonitorio de lo que iba a pasar. El estado de alerta nos acerca a muchos cambios que ya están en la educación y que tendrán que incluir en los diferentes contenidos de las estructuras curriculares.
Sobre el teletrabajo hay un sinfín de informaciones y no es más que aprovechar las tecnologías de la comunicación de las que tanto hablamos. Pasa igual con la robótica. En momentos de estos no es bueno que la economía pare, y los robots son una alternativa para ello. Es verdad que hará perder empleos, pero los producirá por otra parte.
Hace poco poníamos el ejemplo de la relación Formación Profesional con la robótica y como empresas como Talgo y Cosentino tenían sus propias escuelas de formación ante la escasez de, por ejemplo, soldadores, como después me confirmaron también desde una empresa de la construcción. Habrá que hacer una rápida mejora de forma en el sentido que apuntaban en esa sesión académica organizada por el Foro de Empresas Innovadoras y la Cátedra de Estudios de la Innovación de la Facultad de Económicas de la Complutense.
En el Anuario de la Innovación en España 2019, que ya está en la imprenta y lo tendremos cuando cambien las circunstancias que nos rodean, hablamos de liderazgo. Pero en esta ocasión el artículo lo escriben dos oficiales del Ejército en activo. Un nuevo modelo que, como bien señalan, sirve para cualquier organización. El mando orientado a la misión me da la impresión que está detrás de las acciones que están llevando a cabo con singular eficacia las Fuerzas Armadas para enfrentarse a esta “guerra” en forma de pandemia que se nos ha venido encima.
Es una forma más de innovar en un sector y en un tema que ya damos por conocido al basarlo en la estricta jerarquía. Y, además, es un tema que hemos considerado porque es una innovación clara. No hace muchas semanas hablaba del premio ganado por otro miembro de las Fuerzas Armadas, esta vez en el programa Generacción que otorgan la Real Academia de Ingeniería, la Fundación Cotec y Deloitte, un tema de gran valor material y muy significativo.
Es decir, que antes de esta tremenda crisis ya hablábamos de cómo la innovación ayuda a adecuarse a nuevas tecnologías y nuevos paradigmas de la organización social y profesional. Pues bien, tratando este tema un día y otro también, cuando aparece una pandemia que nos hace cambiar de modo de vivir de la noche a la mañana.
Queramos o no tenemos que cambiar muchas cosas a nivel personal y eso supondrá la aparición de nuevos hábitos. Para unosm las empresas tendrán que adecuarse; y nosotros nos tendremos que adecuar a los cambios que hagan las empresas.
Y lo tendremos que hacer si no queremos caer en una crisis de la que ya no saldremos. Esto es, tenemos que innovar desde el minuto uno para hacer factible la recuperación. Hemos visto cómo las empresas han cambiado de actividad de un día para otro para cubrir la demanda de artículos necesarios en sanidad. Pero eso no es todo. Muy probablemente nos daremos cuenta de que no todo hay que hacerlo en China.
Hace dos o tres años coincidí con el que fuera presidente de Standard Eléctrica –después Alcatel– todo un mito de la empresa española a lo largo de varias décadas: Manuel Márquez Balín, fallecido hace aproximadamente un año. Me decía que no entendía por qué no se fabricaba en España cosas que se hacían en China. Entendía que con el proceso de robotización, la deslocalización debería acabar en muchos sectores.
Pues bien, igual es una transformación que viviremos en los próximos años. Pasa igual con el turismo, cuya situación va a ser el gran problema para España. No sé cómo lo vamos a hacer, pero tenemos que recuperar lo más rápidamente posible el sector porque su impacto es brutal. Más de 80 millones de turistas no se sustituyen de la noche a la mañana y la pérdida de confianza que deja la pandemia es el tema que nos tiene que ocupar en los próximos meses.
Por eso tenemos que innovar y que sea ¡YA! Aunque es un contrasentido con el proceso real de la innovación. Es terrible escribir con estas exigencias cuando estamos viviendo una gran tragedia, pero es que solo la interiorización de este concepto nos hará salir para adelante. Necesitamos innovaciones para salvar vidas, aunque también para salvar la economía. Aprovechemos este encierro de varias semanas para pensar cómo podemos colaborar en la regeneración del entorno, en todos los sentidos. Seguro que sale algo mejor de lo que teníamos. Al menos, ese debe ser el objetivo.