Los integrantes del proyecto NEOARCTIC ponen rumbo al Ártico el próximo 26 de junio. El objetivo de la expedición científica, liderada por el profesor del Departamento de Geografía de la Universidad de Barcelona, Marc Oliva, es estudiar si las tendencias climáticas recientes en Groenlandia -aumento de temperatura, aceleración del deshielo- responden a un patrón ya registrado en otras ocasiones a lo largo de los últimos milenios o si, por el contrario, es consecuencia de los efectos amplificados del planeta ante el cambio climático.
Hablamos con Marc Oliva en mitad de una jornada frenética. Después de año y medio de preparativos, la gran fecha se acerca. “Al propio diseño del proyecto y sus metodologías se une todo el apartado logístico y burocrático. Permisos, transporte de material (400 kg que no tienen fácil ‘salida’), estudiar la ruta de acceso para determinar si es mejor llegar por tierra o por mar…”. Los investigadores se han encontrado con una complicación añadida. Groenlandia les exige un permiso extra, un seguro que cubra todos los gastos en caso de que le sucediera lo peor a alguno de los integrantes de la expedición y que, sin embargo, no es computable como gasto asociado al proyecto.
Tres investigaciones paralelas
Los investigadores estarán en el Ártico durante los meses de julio y agosto. Concretamente, trabajarán en la zona del casquete glaciar de Groenlandia y en el norte de la isla Ellesmere, en el extremo septentrional de Canadá. Del apartado logístico -mover el material, contactos locales, desplazamientos en helicóptero, montaje del campamento (ubicado a 1 km del casquete glaciar) o comida- se encargará la empresa del mítico Ramón Larramendi, que acumula una experiencia de tres décadas en el Ártico.
El proyecto está segmentado en tres partes. A bordo de una zodiac, un grupo de tres investigadores recuperará sedimentos de los lagos para reconstruir la variabilidad climática de los últimos milenios en estas regiones. Otro grupo, en el que está más involucrado Marc Oliva, analizará aspectos morfológicos, las formas del relieve y las rocas del glaciar (tanto desprendidas como la roca madre) para evaluar la posición de los glaciares a lo largo de los siglos. Pensamos que ayudará a determinar si estos movimientos y cambios responden a procesos naturales o si han sido amplificados por la dinámica climática. “Esperamos saber hasta qué punto nos tenemos que preocupar o no”, apunta.
En tercer lugar, NEOARCTIC pretende entender qué pasa en el terreno cuando los glaciares desaparecen. “Es un trabajo más cartográfico (utilizarán drones) y extraeremos muestras de agua, suelo y vegetación”. Según el investigador de la UB, darán respuesta a preguntas sobre el asentamiento del suelo o nuevos procesos de colonización vegetal alrededor del glaciar después del deshielo. “En definitiva, queremos conocer qué ocurrió en el pasado y qué sucede ahora para predecir posibilidades futuras”.
Un lugar especial
La zona elegida por NEOARCTIC para ‘operar’ tiene, según los investigadores, unas peculiaridades que la hacen especialmente óptima para obtener resultados concluyentes. En concreto, Marc Oliva se refiere a la presencia de los nunatak (en inuit, pico aislado). “Son islas de tierra, con pequeñas montañas de 300-400 metros de altura, rodeadas de hielo y que conectan con áreas no heladas. Nos permiten estudiar el retroceso del glaciar y su pérdida de volumen en horizontal y vertical. Disponer de las dos variables es una gran diferencia”. Adicionalmente, el investigador destaca que los terrenos que van a analizar no han sido pisados por nadie en décadas. “Es un área bastante virgen.”
Variabilidad climática vs cambio climático
El proyecto NEOARCTIC es de largo recorrido. “Siendo realistas, no tendremos los primeros resultados hasta dentro de dos años. El proceso de catalogar y analizar las muestras es complejo”. Haciendo un ejercicio futurista, Marc Oliva espera que la expedición contribuya a concretar, "entre otras cosas", si la actual subida del nivel del mar ya se dio antes y, “por lo tanto, no tenemos que abandonar con urgencia al litoral peninsular”. En todo caso, el experto prefiere hablar de variabilidad climática, una alternancia de periodos fríos y cálidos, que de cambio climático. “Tengo una visión antagónica respecto a la forma habitual en la que son presentados estos procesos”, afirma.
Un estudio liderado por el propio Marc Oliva en 2018 permitió cuantificar el calentamiento climático y evaluar su magnitud durante los últimos setecientos años. Según los investigadores, el aumento de temperatura experimentado desde el inicio de la Revolución Industrial es de aproximadamente 1 °C, el mismo aumento que se produjo por causas naturales desde la fase más fría de la pequeña edad de hielo (1675) hasta sus episodios finales, que coinciden con el inicio de la actividad industrial humana. “Lo que queremos decir es que la temperatura hubiera subido igualmente sin actividad humana. Queda determinar cuánto más se ha incrementado por culpa de nuestra intervención”, añade.
NEOARCTIC - «Reconstruction of Neoglacial oscillations and climate variability in Greenland and Iceland» es un proyecto del Ministerio de Economía y Competividad. Liderado por la UB, en la campaña de este verano participan además investigadores del CSIC, el CREAF, la Universidad de Santiago de Compostela, la Universidad de Valladolid, el Centre Européen de Recherche et de Enseignement de Géosciences de l’Environnement (Francia) y la Universidad de Laval (Quebec).