Cuando estudiaba en el colegio, Nerea Méndez ya tenía claro que quería dedicarse a la biología y trabajar en un laboratorio. “Todavía recuerdo a mi profesor de ciencias sociales, que me decía: “La profesión de investigadora en España no existe. No vayas por ese camino, es muy difícil”, pero aun así continué”.
La investigadora madrileña del Laboratorio de Patología vascular del IIS-Fundación Jiménez Díaz es una de las cinco científicas españoles menores de 40 años premiadas por el programa L’Oréal-UNESCO ‘For Women in Science’. La iniciativa reconoce el tanto joven y el liderazgo femenino en trabajos pioneros del ámbito de las ciencias de la vida.
Comprender mejor el origen de la enfermedad cardiovascular
Su línea de investigación se centra en identificar las señales moleculares y de comunicación celular que suceden en la pared de los vasos sanguíneos en las etapas iniciales de la enfermedad cardiovascular, especialmente en las enfermedades de arterosclerosis y aneurismas aórticos. Tal y como explica la investigadora a este periódico, a través de un modelo experimental que imita la estructura de un vaso sanguíneo en el laboratorio, son capaces de recrear la estructura y las condiciones que suceden en el vaso durante la lesión vascular.
“De esta forma, podremos estudiar posibles mecanismos celulares encargados del inicio y desarrollo de la enfermedad. Hablamos de la posibilidad de establecer futuras dianas, tanto para el diagnóstico como para el tratamiento de estas patologías”, añade Méndez. La experta recuerda que las enfermedades relacionadas con la obstrucción y rotura de los vasos sanguíneos constituyen una de las principales causas de mortalidad en adultos en los países occidentales.
Máxima relevancia
“Suponen un problema socio-sanitario muy importante en España”, apunta Nerea Méndez. De forma mayoritaria, las estrategias para combatir las consecuencias clínicas de estas patologías se orientan hacia la promoción de un estilo saludable. También ponen el acento en tratamientos farmacológicos preventivos de factores de riesgo como el colesterol o la hipertensión, así como en intervenciones quirúrgicas tardías (stents, cirugía).
“Durante años, han sido identificados biomarcadores y dianas responsables de estas enfermedades”. Para Méndez, no es suficiente y hay que ir más lejos. “La incidencia de eventos clínicos es aún muy alta debido al retraso en el diagnóstico. De ahí que estudios como el nuestro sean relevantes”.
La investigadora detalla que esto les ha llevado a intentar generar estructuras 3D de co-cultivos de células del vaso para recrear la estructura y condiciones que se dan en la patología de forma experimental en el laboratorio, sin olvidar la comunicación celular. “Dibujaremos el mapa de los mecanismos implicados en el ‘encendido’ del daño vascular para anticiparnos todo lo que podamos en el diagnóstico y el tratamiento”.
Además, existe la posibilidad de extrapolar los resultados experimentales a muestras de sueros de pacientes con estas enfermedades. “Facilitaría el paso de los resultados de laboratorio a su utilización en clínica”.
Una investigación bien asentada
La investigación es fruto de la experiencia previa. Durante años, Méndez amplió conocimientos en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (Madrid), el Whitaker Cardiovascular Institute (Boston) o el Vascular Translational Science, INSERM (París).
El proyecto se ha beneficiado de la continuidad de la trayectoria investigadora de Nerea Méndez. “Así fue posible la concesión de mi contrato Miguel Servet de Investigador Principal y del proyecto competitivo AES 2021, financiado por la misma institución, el Instituto de Salud Carlos III”.
La investigadora celebra haber sido seleccionada por el programa L’ORÉAL-UNESCO ‘For Women in Science’. A la repercusión profesional, financiera y social que supone el reconocimiento, Nerea Méndez añade que es “un orgullo” ayudar a visibilizar el papel de la mujer en la ciencia, “las barreras y dificultades que ello supone, y la importancia de la movilización de la investigación para que ésta sea más inclusiva e igualitaria”.
El programa es una realidad en España desde hace más de dos décadas. Durante este tiempo, ha reconocido la labor de 77 científicas, apoyando sus investigaciones con más de 1,2 millones de euros.
Las grietas del sistema
“La ciencia y el desarrollo son dos motores que mueven nuestros tiempos. Es importante que tanto la sociedad como nuestros gobiernos lo tengan claro”, asegura Méndez. La investigadora considera que esto se ha evidenciado en los dos últimos años, desde que el SARS-CoV-2 irrumpiera para trastocar la vida de todos. “Los investigadores resolvemos problemas reales, pero necesitamos una estructura e inversión en I+D más robusta en España que nos equipare a otros países europeos”.
En el lado positivo, Nerea Méndez espera que estos duros meses hayan servido para acercar el trabajo investigador a la sociedad. “Por desgracia, percibo que volvemos a caer en los mismos errores. Los esfuerzos para mejorar la Ley de Ciencia son tumbados. No sólo es importante la inversión. Es imprescindible la seguridad de una carrera científica digna y estable para evitar la tan mencionada fuga de cerebros.
Además de establecer medidas legislativas sólidas, Méndez cree que darle la vuelta a la situación implica visibilizar la importancia de las investigaciones que se hacen en España y la figura del científico. “Potenciaríamos el pensamiento científico y crítico en los colegios”. Mientras se despeja el panorama, “seguiremos luchando por contratos científicos estables, financiaciones continuadas y convenios laborales adecuados a nuestros puestos de trabajo”.