“Mi trabajo es muy hermoso, mi madre también tuvo una guardería y yo la ayudaba”. La emprendedora colombiana Norma Viviana Ordóñez no puede ocultar la pasión que siente por la labor que hace cada día, por ese proyecto que puso en marcha con el apoyo de la Fundación Microfinanzas BBVA. Su caso es un claro ejemplo de los horizontes que abre la inclusión financiera y el impulso del papel de la mujer en la economía latinoamericana.
Aunque ella trabajaba en la empresa Energía de Bogotá, en Colombia, se lanzó a dar un cambio a su vida cuando me quedó embarazada de su segundo hijo. “Mi esposo y yo tomamos la decisión de que yo volviera a casa a cuidar de nuestros hijos y también de los de otras madres para que ellas pudieran trabajar y darles una mejor calidad de vida”, afirma.
Lleva casi 17 años trabajando en su casa con los niños de la comunidad y “cada vez son más”. “Cuidamos a los niños que salen de los colegios a mediodía y que se quedan solos por las tardes en las casas o en las calles –afirma-. Quisiéramos brindar un cuidado integral: amor, valores, alimentación y guiarlos en sus tareas”. La guardería es un refugio para estos menores, muchos de los cuales son víctimas del conflicto armado en Colombia, miembros de familias monoparentales, o huérfanos en proceso de adopción.
Sueño a nivel mundial
Tiene tantos niños a su cargo que cuenta con cuatro mujeres que le ayudan. Y, sin embargo, no para de plantearse nuevas metas. “El sueño y el reto que tengo es adquirir una de las casas junto a la guardería para ampliar la cobertura”, afirma Ordóñez, quien destaca el carácter social de su proyecto. “Pronto tendremos más o menos unos cien niños con nosotros, donde van a estar protegidos de las calles, de las drogas, de los robos, de los abusos sexuales, de delitos que en nuestro municipio se ven con mucha frecuencia. Además, cuidamos de la alimentación que es muy importante porque hay niños desnutridos”.
Hablamos de la formación integra de las personas. Como señala esta emprendedora colombiana, “antes de que aprendan a leer y a escribir es importante que aprendan a valorarse, a asearse, a cuidar su cuerpo”. “La educación en el amor es igual de importante –continúa-. A esa edad los padres van con prisas entre el trabajo y su vida social, pero nosotros allí les ofrecemos un abrazo, un beso, una sonrisa, una apretada de manos… algo que sale de nuestro corazón con amor”.
Su sueño de futuro pasa también por conformar una fundación donde puedan gestionar “a nivel mundial” donaciones y recursos “para sacar a estos niños adelante y que tengan una estabilidad emocional y una calidad de vida”. “También queremos que el día de mañana sean profesionales, que nos vayan a representar mundialmente, que no se queden solo con un estudio básico sino que sean personas muy importantes en nuestro país”, añade.
Faltan recursos
“Pienso que en Colombia debería haber más oportunidades de préstamos como los que da Bancamía, la entidad colombiana de la Fundación Microfinanzas BBVA”, afirma cuando se le pregunta por las vías para impulsar la innovación y el emprendimiento en su país.
“Hay una falta de recursos para que innovemos, para que emprendamos –denuncia-. En ciertos niveles no podemos hacerlo porque la vida financiera en Colombia no es para todo el mundo. Pienso que los recursos están mal organizados y mal repartidos y que deberían dar más oportunidades financieras para que la gente crezca y así seamos un país de ejemplo para los demás, porque en Colombia hay muchas buenas ideas, mucha inteligencia y somos muy innovadores”.
Más de 850.000 personas vulnerables son las que atiende Bancamía en Colombia, entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA que ha presentado la semana pasada su informe anual ‘Midiendo lo que realmente importa en Bogotá’. Según este documento, casi la mitad de los clientes pobres deja de serlo después de dos años con esta entidad.