Tras dos años de investigación, AINIA Centro Tecnológico ha conseguido ratificar a mayor escala la mejora de los rendimientos de los procesos de extracción supercrítica intensificados con ultrasonidos, haciéndolos más eficientes y competitivos y dando así un paso más para extender el uso de esta tecnología en el sector agroalimentario. Los avances son significativos también para la industria de ingredientes, los fabricantes de alimentos y también fabricantes de cosméticos o fármacos.
Entre los usos más frecuentes para los que se utilizan los procesos de extracción supercrítica se encuentran la obtención de aceites esenciales de alta calidad procedentes de frutos secos o hierbas aromáticas, la extracción de vitaminas, antioxidantes y otros principios activos naturales para el enriquecimiento de matrices alimentarias y cosméticas, el desgrasado de materias primas para obtener productos más saludables o la purificación de productos a los que se eliminan aromas o componentes no deseados.
Frente a otras técnicas convencionales, la tecnología de extracción supercrítica facilita la recuperación de los extractos buscados a través de un proceso no tóxico y medioambientalmente sostenible gracias al uso de CO2. Además consigue unos niveles de pureza y calidad del extracto buscado, no alcanzables por otras tecnologías. Por otro lado, los fabricantes se están viendo obligados a buscar nuevos procesos industriales para conseguir mejorar la calidad sin generar residuos, adaptando sus productos a las tendencias de consumo (elementos dietéticos, nutritivos, fármacos con propiedades añadidas, cosméticos con esencias naturales, alimentos sanos, productos biológicos …).
Proyecto ESCUALO
Desarrollado por AINIA, la iniciativa ha servido para contrastar la viabilidad de escalar más allá de nivel piloto una combinación de la tecnología supercrítica con la tecnología de ultrasonidos de potencia, lo que ha supuesto una mejora de los rendimientos del proceso de extracción supercrítica, tanto en reducciones de los tiempos de extracción como en aumento de los rendimientos, con la consiguiente mejora de competitividad. Prueba de ello es que se ha logrado en extracciones supercríticas de aceite de almendras reducir a la mitad el tiempo de extracción y en casi un 40% el rendimiento de la extracción.