Han pasado algo más de 30 años desde que el Planetario de Madrid abriera sus puertas en 1986. Sin embargo, a pesar del paso del tiempo, este icono emblemático del imaginario colectivo de la ciudad y de los madrileños sigue a la vanguardia gracias a la reciente renovación tecnológica y arquitectónica llevada a cabo por el Ayuntamiento con la ayuda de la Fundación Bancaria “la Caixa”. En total, ha permanecido año y medio cerrado pero el resultado ha merecido la pena y ahora permite observar el universo en toda su inmensidad y con gran detalle y precisión. Algo digno de mención, especialmente cuando la contaminación lumínica de la capital implica que si se observa el cielo por la noche en Madrid “no cuentas más de 10 estrellas”.
Son palabras de César González, divulgador de Astronomía del Planetario de Madrid, quien explica que “la parte principal de la renovación se ha centrado en toda la equipación técnica de la sala de proyección”, donde se ha instalado un sistema híbrido óptico digital de proyección denominado de full dome o cúpula completa. “Eso quiere decir que podemos proyectar el cielo estrellado a través de un proyector óptico, que se sitúa en el centro de la sala y luego también podemos realizar viajes por el interior del sistema solar, por dentro de la galaxia, incluso salir fuera" de ella.
De hecho, esta sala de proyección constituye la parte central y más llamativa de la visita al Planetario de Madrid. Ofrece contenidos para toda clase de visitantes: desde la proyección infantil El cielo de Cloe, a otras dirigidas al público general como Spherium o Universo oscuro, cedida por el planetario Hayden de Nueva York.
“Mucha gente piensa que el Planetario es un cine, pero los planetarios se pensaron como lugares en los cuales ver el cielo estrellado metidos en un recinto cerrado y a cualquier hora del día, sin esperar a que fuese de noche. Ahora, con el sistema que tenemos puedes ver el cielo desde el lugar de la Tierra que tú quieras y en la época y hora que tú desees. Podemos incluso ir a Marte y seleccionar una fecha y hora determinadas y es como si estuvieras en ese lugar, en esa fecha y en esa hora. Puedes hacer viajes incluso por dentro de la galaxia o salir fuera de ella y verla desde la lejanía”. Y para reforzar esta idea, González añade que en los planetarios también se entrena a los astronautas y antiguamente a los navegantes.
UN CENTRO CULTURAL MUY ESPECIAL
El Planetario de Madrid debe concebirse “como un centro cultural muy especial” en el que, si bien la sala de proyecciones es la que más pasiones despierta, también se desarrolla una importante labor divulgativa. Para ello organiza talleres y conferencias y organiza exposiciones "de información general sobre el espacio, sobre astronomía, pero también de ciencias afines”, recalca César González.
Ejemplo de esto último son las muestras actuales: desde un recorrido por el universo que nos enseña nuestro lugar en el mundo, a una retrospectiva de la contribución reciente de la Agencia Espacial Europea al progreso humano, pasando por una exposición sobre el cambio climático y otra compuesta por un conjunto de imágenes del cielo tomadas por un astrofotógrafo español.
Todas ellas se dirigen a toda clase de público porque, tal y como resalta González, “desde que se inauguró el Planetario en el año 86, lo que se ha tenido siempre muy claro es que debía de ser un centro de divulgación de la astronomía para todas las edades y para todo tipo de personas”. De hecho, el Planetario es capaz de llamar la atención a mayores y pequeños, eso sí, “cada uno a su manera”.
Es decir, que los niños también tienen sus propias actividades con las que mantener intacta la curiosidad por algo que ya de por sí despierta interés de forma natural: el espacio. Se trata de talleres, orientados tanto para niños más pequeños como para más mayores con actividades prácticas en las cuales necesitan aplicar conceptos astronómicos que previamente se les ha explicado. Aventuras como por ejemplo una investigación en la cual, “con una serie de pistas que se les da y con un telurio, tienen que ver a qué hora del día la sombra de una determinada estatua del antiguo Egipto entraba en una determinada sala de un templo”.
HIJOS DEL PLANETARIO
Como resultado de su actividad divulgativa, el Planetario de Madrid también ayuda a despertar vocaciones científicas entre sus más jóvenes visitantes. “Hay muchísimos niños que salen de aquí plenamente convencidos de que quieren ser astrónomos. Y como llevamos desde el año 86, sí tenemos varios casos de astrofísicos, que ahora son profesionales de renombre, y que les picó la curiosidad cuando vinieron de pequeños”.
Para muestra está ‘Hijos del Planetario’, un ciclo de conferencias organizado por este centro en el que todos los ponentes tienen un nexo en común: haber confesado públicamente que su interés por esta ciencia nació en una visita al Planetario de Madrid. Este es sólo uno de los ejemplos de las conferencias que aquí se organizan y que están abiertas a “cualquier persona que tenga un poco de interés en el tema que se vaya a hablar o que quiera estar informado de los temas más actuales en Astronomía” porque, tal y como incide González, “el Planetario tiene que ofrecer actividades para todo el mundo, sea cual sea su nivel cultural”.
EL ESPACIO, UN GRAN DESCONOCIDO
Parte del secreto del éxito del Planetario de Madrid se explica por el interés que el espacio y la astronomía despiertan. Es transversal e intergeneracional y atrae “a prácticamente todo el mundo”, incluyendo niños y adultos. Sin embargo, a pesar de la fascinación que genera, “es un tema sobre el cual hay mucho desconocimiento”. En parte, el sistema educativo no ayuda ya que como recuerda González, “por ejemplo, en la ESO hay un tema en 1º muy general y luego no se vuelve a tocar más. Estamos hablando de que los chavales sepan qué lugar ocupamos en el universo”.
Pero esa labor para hacer que el interés natural por el espacio no desaparezca también compete al propio Planetario. “La gente se piensa que está sólo para visitar las exposiciones y ver la proyección. Pero queremos que no sólo se limite a eso, sino que cuando alguien vaya por la calle, vea una estrella que brilla mucho y no tenga la posibilidad de saber cuál es, llame al Planetario o nos escriba y nos lo pregunte”. Es decir, un trato con la gente inmediato y constante de tal forma que “el Planetario no sólo se dedique a divulgar astronomía aquí en el centro”, sino que sirva de punto de encuentro para difundir y compartir el conocimiento sobre el universo e intentar saber qué lugar ocupamos en el mundo.