El vértigo de lanzarse al primer trabajo frente a la experiencia que aportan décadas de actividad. La segunda edición de Diálogos Mujer e Ingeniería, iniciativa impulsada por la Real Academia de Ingeniería (RAI), se celebró este martes en el InnovaHub de Gas Natural (la compañía invierte un 0,3% de sus ventas en innovación) y volvió a poner cara a cara a tres estudiantes a punto de finalizar sus estudios de ingeniería con otros tantos veteranos de la escena empresarial-tecnológica: María Benjumea (fundadora de Spain Startup), Nuria Oliver (Directora de Investigación en Ciencias de Datos en Vodafone) y, por primera vez, saltaba a escena de la iniciativa un hombre, Eduardo Gil Elejoste (Presidente en Praxair Europa).
Dudas, barreras o expectativas compartidas por ambas partes y puestas sobre la mesa por la RAI dentro del programa Mujer e Ingeniería porque, como decía en su intervención Javier Pérez de Vargas, director gerente de la institución, “uno más uno suma mucho más que dos y fomentar la presencia de la mujer es cosa de todos”. El responsable ha adelantado que además están preparando algunas iniciativas para fomentar el emprendimiento femenino, cuyas estadísticas (solo un 10% del total de este tipo de proyectos) son aún peores que el porcentaje de mujeres en las facultades de ingeniería.
Y si alguien sabe algo sobre emprender, esa es María Benjumea. Pionera de la escena startup española, artífice de South Summit, Benjumea admitía que, en las primeras ediciones del evento, no podía creerse que sólo un 18% de los proyectos que aspiraban a participar en la gran cita anual del emprendimiento estuvieran liderados por una mujer. “Le pedía a mi equipo que repasara los datos, pero desgraciadamente estaban bien”. Un problema que según Benjumea no es solo español, sino global. “Las mujeres tenemos que concienciarnos de que emprender merece la pena de verdad, y llegar a liderar tu propio proyecto tras pasar por una carrera técnica puede ser algo apasionante”.
Benjumea echaba la vista atrás -«63 ‘tacos’ te enseñan una burrada»- para recordar cómo en 2003-2004 empezaron a entender cosas “más allá de los números y de las estadísticas”, a través del Programa Lidera, en el que entrevistaron a 150 altas directivas y mandos intermedios y realizaron más de 1.000 encuestas. “Llegamos a conclusiones como que las mujeres estamos perfectamente preparadas y que muchas veces no tenemos un problema de opciones, sino de toma de decisiones. Mi consejo a las jóvenes es que sigan adelante, pese a las barreras, que avancen con su proyecto adaptándolo”. Y coincidía con Pérez de Vargas en la importancia de la formación continua, más allá de la reglada. “Si todo apunta a que la clave del mundo en que vivimos es y será la innovación, para innovar hay que cambiar constantemente el chip y formarte. La principal barrera somos nosotros mismos, y el mayor triunfo es demostrarnos que somos capaces de hacer algo”, concluía María Benjumea.
Límites y barreras que no frenaron a Nuria Oliver cuando un amigo de su hermano la convenció definitivamente para que estudiara teleco en Madrid. “Recuerdo que esa misma tarde se lo dije a mis padres en nuestra casa de Alicante”. Con ídolos como Marie Curie, Einstein o Da Vinci, Oliver viajó a Madrid y en cuanto pudo se pegó a todo lo que oliera a informática e Inteligencia Artificial, disciplina en la que acabó acabó despuntando cuando tras hacer el doctorado en Estados Unidos (becada por obra social la Caixa, siete universidades prestigiosas la preseleccionaron ) empezó a trabar en Silicon Valley. Hace 10 años volvió a España, a Barcelona, donde coordinó un equipo investigador en Telefónica I+D y hoy vive en Alicante desde donde ejerce sus nuevas responsabilidades para Vodafone.
Oliver se mostraba crítica con las consecuencias de que el mundo tecnológico esté ‘diseñado’ fundamentalmente por hombres, “algo sobre lo que distintas investigaciones detectan derivadas negativas; la tecnología es universal, todos la usamos, sin embargo nace de grupos homogéneos, y eso no es bueno”, apuntaba Nuria Oliver, que establece parámetros sociales y culturales en los obstáculos que las mujeres se encuentran en el camino y advierte: “estamos viviendo un retroceso respecto a mi infancia; entro en una juguetería y me pongo mala”.
La directiva hizo mención a la universalidad del problema, bien ‘arraigado’ en los cimientos de Silicon Valley, aparente paradigma de la diversidad, donde la cultura Brogrammer (bro+Programmer) impone dosis de testosterona que hacen que muchas mujeres no abandone su carrera laboral pero sí las áreas técnicas “por ser minoría, por no tener las mismas oportunidades para progresar y por comentarios sexistas”. Y de nuevo la educación como pilar, y una aportación directa por parte de Oliver. “Llevo años defendiendo una reforma educativa que incluya la asignatura Pensamiento Computacional, no sólo para aprender a programar, sino para entender el mundo. Si la tecnología deja de tener género se acabarán por potenciar vocaciones necesarias”.
Por su parte, Eduardo Gil Elejoste, Presidente en Praxair Europa se refería a las bondades de estudiar ingeniería, más allá del género, “porque abre muchas puertas y no te compromete a nada… Luego puedes dedicarte a la banca de inversión o marcharte de España a probar suerte”. Para el directivo vivimos un momento en el que las empresas nuevas –Google, Facebook o Amazon– tienen más fácil contar entre sus filas con un número importante de mujeres por ser de creación más reciente, mientras que el efecto embudo está muy presente en la empresa tradicional, donde los consejos y puestos directivos están integrados en su mayoría por hombres, “que se tienen que ir jubilando”. Preguntado por si considera interesante la opción de imponer una cuota que obligue a una determinada presencia femenina, Gil Elejoste se mostraba contrario “simplemente porque creo que la mujer puede llegar por sí sola a esos puestos. Poco a poco hemos ido mejorando mucho; ahora en las empresas entra lo mejor de cada casa, y ahí la mujer tiene su espacio”.
Sara Gómez, responsable del programa Mujer e Ingeniería cerraba el acto recordando que vivimos un déficit de ingenieros, en ambos géneros, y que, en el caso de la mujer, algunos rechazos hacia el mundo ingenieril tienen que ver con que no le ven una vertiente social, sin embargo “el mundo se parará sin ingenieros, y merece la pena estudiar una ingeniería, porque de verdad contribuimos a hacer la vida mejor”.
Las tres estudiantes participaron en los diálogos son:
Carolina Calvo, Master Universitario en Ingeniería Industrial UC3M
María Pardo, Master en Robótica y Automática UC3M
Loreto Albiñana Doble Máster en Ingeniería Industrial y Liderazgo Internacional UPM – Rafael del Pino