Servirse de las fragancias y los olores de la naturaleza para realizar con ellos secuencias, combinaciones y composiciones del mismo modo en que se crea música. Ésta es la esencia de Oliartia, definida por Ramón Rivera, su impulsor, como “el arte del olor utilizado de un modo dinámico, para componer las más diversas y complejas obras que uno se pueda imaginar, desde las más dramáticas a las más alegres”.
Se trata de una “nueva ventana al mundo del arte y de la cultura” que ha creado este arquitecto gallego, quien ha encontrado en este ámbito una salida diferente tras el estallido de la crisis y la burbuja inmobiliaria. Así, igual que en la música existen las notas consonantes y disonantes, Rivera afirma que “en el mundo del olor se encuentran infinidad de secuencias de dos olores sucesivos que pueden armonizar o contrastar”. La idea es percibir el olor de un modo dinámico y crear con ello un lenguaje artístico.
Del mismo modo que una escala musical se articula en torno a 7 notas, también hay 7 olores básicos en torno a los cuales organizar las fragancias y componer ‘melodías olfativas’. Y para componer música con ellos, Rivera ha diseñado y patentado un instrumento electrónico, el oliartel, que permite más de 1,6 millones de combinaciones olfativas. De ahí salen, destaca, “los efluvios odoríferos que, con el teclado, se controlará la intensidad, tiempo y mezclas (acordes) de los diversos matices de las notas odoríferas, para crear la música silenciosa”.
Lejos de transformar los olores en sonidos este aparato recrea sensaciones en un proceso con una explicación basada en la neurociencia, ya que “cada sentido expresa su sensorialidad específica en la generación de la sensación-emoción-sentimiento”. Así, cuando se escucha una melodía, se generan emociones. Ésta es precisamente la clave para Rivera, quien resalta que “a través del instrumento oliartel, se crearán en la zona específica del cerebro los circuitos neuronales estructurados para generar las singulares emociones estéticas”.
Siguiendo con la semejanza entre la música y el mundo de los olores, Ramón Rivera también habla de la oliartigrafía, que “viene a ser como la fotografía de las emociones” que, al igual que una melodía, también puede reflejarse por escrito con dos clases de partituras: una alfanumérica para el aficionado y otra profesional, en forma de heptagrama, en el que no sólo se marcan las notas odoríferas (floral, mentonado, etc), sino también los tiempos. Además, al ir dotado de un sistema de grabación y reproducción en tarjetas SD, el instrumento oliartel permite que “todo lo que se manipule con el teclado, si se desea, puede ser grabado. Y también reproducido en el mismo aparato o en otro”.
Aplicaciones médicas y neurociencia
Según Rivera, entre los puntos a favor que ofrece la Oliartia, también están sus posibles aplicaciones médicas. En este sentido recurre a la neurociencia y recuerda “la importancia extraordinaria del olor en los circuitos neuronales en el campo de las emociones”, así como “la relación de ciertos trastornos mentales con el sistema emocional”, siendo el del olfato es el único de los cinco sentidos “que incide de un modo directo y en primer lugar, en el sistema límbico: centro de las emociones, memoria, inconsciente…”.
Prueba de ello, recalca, es el hecho de que la Real Academia de Medicina y Cirugía de Galicia se haya interesado por sus investigaciones y las posibles aplicaciones terapéuticas de esta disciplina. Por ejemplo, su papel en la generación de emociones positivas puede ser muy útil contra la depresión, ansiedad o el estrés. Y en dolencias neurodegenerativas como el Alzheimer, también “permite adelantarse a un tratamiento para alargar muchos años la manifestación de los síntomas”, entre los cuales se encuentra la confusión en la percepción de los olores.
En el caso de los discapacitados también puede ayudar a personas sordas y ciegas en su comunicación artística. Para los primeros sería un equivalente a la música y para los segundos a la fotogradía.
Interés en EEUU
Tanto la Oliartia como el instrumento que la hace posible, el oliartel, están ya patentados y han despertado el interés de hasta ocho empresas estadounidenses. Ahora el objetivo de Ramón Rivera es “situar ya el producto en el mercado nacional o extranjero” para que en el medio plazo “la población esté familiarizada” con esta disciplina y, poco a poco, seguir avanzando para asentar la Oliartia como un nuevo arte.