Científicos españoles, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), han participado del estudio internacional que ha observado, por primera vez, el polvo interestelar de una de las galaxias más lejanas que se conocen. La investigación, publicada en la revista The Astrophysical Journal Letters, aporta luz sobre el ciclo de vida de las primeras estrellas del Universo.
Se trata de la galaxia denominada ‘A2744_YD4’, la más lejana observada hasta ahora y según ha explicado Nicolas Laporte, director del estudio, “la detección de tanto polvo indica que supernovas tempranas debieron haberla contaminado previamente. Esta observación es también la detección de oxígeno más distante en el universo”.
El polvo cósmico se compone de silicio, carbono y aluminio, con partículas que se forman en el interior de las estrellas y, cuando mueren, se dispersan por el espacio, especialmente al explotar como supernovas. Actualmente, este polvo es abundante y vital para la formación de estrellas, planetas y moléculas complejas. Sin embargo, en el universo temprano, antes de que murieran las primeras estrellas, era escaso.
A lo largo de la investigación, las observaciones realizadas desde Chile confirmaron la gran distancia a la que se encuentra A2744_YD4, cuando el Universo tenía 600 millones de años y se estaban formando las primeras estrellas y galaxias. En este sentido Alina Streblyanska, astrofísica del IAC, ha afirmado que “También utilizamos imágenes obtenidas con el Telescopio Espacial Spitzer para calcular el desplazamiento al rojo aproximado (a partir del cual se puede determinar la distancia a la que se encuentra la galaxia) incluso antes de obtener su espectro”.
‘Santo Grial’ de la astronomía moderna
La detección de polvo de esta época tan temprana revela nuevas pistas del momento en que las primeras estrellas explotaron como supernovas e inundaron el Cosmos de luz, y calcular este ‘despertar cósmico’ es considerado como uno de los ‘Santos Griales’ de la astronomía moderna.
El equipo estimó que la galaxia A2744_YD4 tiene una cantidad de polvo equivalente a 6 millones de veces la masa del Sol, mientras que todas sus estrellas equivalen a 2.000 millones de masas solares. También pudieron medir la tasa de formación estelar y encontraron que las estrellas se están formando a un ritmo de 20 masas solares al año, muy rápido si se compara con la Vía Láctea, donde la media es de una masa solar al año.
En conclusión, el estudio señala que las estrellas empezaron a formarse aproximadamente 200 millones de años antes de la luz que se ha podido observar ahora. Se abre así una gran oportunidad para que grandes telescopios comiencen a explorar la época más temprana posible en la que se ‘encendieron’ las primeras estrellas y galaxias del Universo. De hecho, nuestro Sol, nuestro planeta y nuestra existencia son fruto de ellas y, según han subrayado desde el IAC, “al estudiar su formación, vida y muerte, estamos explorando nuestros orígenes”.