Desde que el pasado 8 de marzo de 2020 se pusiera en marcha el registro ObsCOVID, son varias las evidencias científicas descubiertas por Óscar Martínez y sus colegas obstetras de 86 hospitales sobre los efectos del SARS-CoV-2 en la población gestante. Sin embargo, una destaca por encima de todas: las vacunas durante el embarazo no solo son seguras, sino especialmente necesarias.
Martínez compagina sus funciones dentro del servicio de ginecología del Hospital Puerta de Hierro con las de coordinador e investigador principal de ObsCOVID. Hablamos con él cuando “la tormenta perfecta que ha sido la quinta ola” empieza a amainar. Una calma chicha en la que el investigador recuerda que, lejos de terminar, la pandemia se encuentra en una fase distinta durante la que también habrá que tomar decisiones importantes.
Financiado por el Instituto de Salud Carlos III, el registro ObsCOVID ha detectado que esta quinta ola ha dejado muchas más gestantes fallecidas (en torno al triple) que la primera y la segunda oleada de la pandemia. “Hemos comprobado que la infección por COVID-19 es más fácil que derive en neumonía en mujeres gestantes (más aún cuando el embarazo está avanzado) que en las no gestantes. Esto puede provocar la necesidad de interrumpir la gestación e inducir a partos de manera prematura dadas las dificultades de la madre para respirar. También detectamos mayor mortalidad intraútero del bebé al desencadenar el virus una serie de enfermedades propias de la gestación como la preeclampsia”, explica Martínez.
Esto llevó a los miembros de ObsCOVID a dejar clara en distintas publicaciones la necesidad de vacunar cuanto antes a las mujeres embarazadas. “Es sencillo. Si una gestante entre los 30 y los 39 años tiene un riesgo de entrar en la UCI del 2 % y para otra mujer del mismo rango de edad no embaraza esta probabilidad desciende al 0,2 %, hablamos de una población de riesgo a la que hay que considerar como tal”.
El siguiente paso es, a juicio del grupo que encabeza Óscar Martínez, abrir el debate de la tercera dosis en mujeres embarazadas. “Debe ser parte de una decisión valiente, como lo fue vacunar a las embarazadas norteamericanas con estudios previos aún muy incipientes”. El coordinador de ObsCOVID apuesta por no demorar mucho el diseño de una estrategia a medida, ya que hay que tener en cuenta que la gripe está a punto de llamar a la puerta. Su llegada coincidirá en el tiempo con la que prevé será una relajación general de las medidas de prevención frente al virus.
“Lo aprendido nos debe llevar a optimizar la protección de los más vulnerables y a determinar si las embarazas deben estar en ese grupo. Ese será el quid de la cuestión en los próximos meses”. Ante la paulatina caída de la protección generada por las vacunas, el experto pone como ejemplo el caso de Israel. “Con un 80 % de la población vacunada, ya hablan de la tercera dosis. Es cierto que aún queda mucho por investigar, pero la toma de decisiones debe ser rápida”.
El investigador lamenta que buena parte de los problemas a los que se enfrenta la vacunación en España tengan que ver con un mensaje que caló entre la gente, “difícil de revertir”, que ponía en duda la seguridad de la vacunación en la gestación. “El mensaje correcto respecto a las embarazadas no se ha transmitido y repetido de modo alto, claro y potente”.
Para paliar parte de ese desorden, ObsCOVID llevó a cabo una campaña de comunicación especialmente intensa entre el 29 de julio y el 2 de agosto. “Con la quinta ola desatada y las embarazadas mal informadas, las muertes empezaron a multiplicarse. Acudimos a los medios para difundir un mensaje unívoco”. La consecuencia fue que las Comunidades Autónomas modificaron sus políticas de vacunación con las embarazadas, liberando citas independientemente de su edad.
“La situación cambió para aquellas gestantes que optan por informarse a través de medios de comunicación profesionales, a los que se presupone un proceso de verificación informativa”, detalla Óscar Martínez. “Siempre existirá un porcentaje que se fíe más de canales alternativos que de lo expuesto por una sociedad ginecológica profesional. Por eso el mensaje oficial tiene que ser transmitido hasta la saciedad. Lo demás será mero barullo”.
El investigador cree que es en este punto donde queda trabajo por hacer. “Las gestantes deben saber que tienen que vacunarse. No somos ningún comité, solo científicos y médicos que han puesto en conocimiento de la opinión pública una situación que se nos estaba escapando de las manos. Necesitamos sistemas de información más ágiles y personas al frente de la pandemia que diseñen campañas de vacunación no sólo considerando cuánta gente muere, sino quién muere. Es decir, políticas vacunales más flexibles, menos dirigidas a la edad y más al riesgo”.
Martínez espera que, ahora sí, las autoridades tomen nota del conocimiento que han aportado desde ObsCOVID. “Que las embarazadas eran más vulnerables al virus ya se sabía cuando llegaron las vacunas, pero no se tomó en consideración. Por tanto, que una gestante muriera sin vacunarse fue un fracaso de toda la red sanitaria. Hay que aprender de los éxitos, pero sobre todo de los errores”.
Entre los retos pendientes de ObsCOVID, Óscar Martínez destaca la tarea de saber más sobre la prevalencia del COVID-19 persistente en las gestantes. “Cuáles pueden ser sus efectos y si su condición de embarazadas implica más riesgo de padecer estas secuelas. También pretendemos indagar en los motivos de un mayor porcentaje de desarrollo de la citada preeclampsia entre las gestantes contagiadas. Además, es importante ampliar información acerca de cómo pueden ser las futuras gestaciones en aquellas mujeres que han padecido COVID-19. Queremos que sea una investigación a largo plazo”, concluye.