Con más de 20 años de experiencia en el mercado de las TI, once de ellos formando parte de Deutsche Telekom, Osmar Polo es director general de T-Systems Iberia desde principios de año. Antes ocupaba el cargo de director gerente interino –desde mayo de 2017–, combinando sus funciones con la responsabilidad anterior de director de Finanzas y Controlling.
Polo ha trabajado en empresas como Ernst & Young, Sun Microsystems y Volkswagen en diferentes países como Brasil, Alemania y España. Graduado en Ciencias Económicas en la Universidad de Sant’Anna en 1999, obtuvo en 2003 el MBA de la Universidad de Sao Paulo, además de realizar un PDD en IESE Business School y un Programa de Dirección en Transformación Digital en el IMD Business School de Suiza.
1. A lo largo de su trayectoria profesional, ¿qué decisión ha tomado que haya tenido como consecuencia un mayor grado de innovación?
La verdad es que llevo poco en el cargo, pero desde mi entrada como managing director estamos colocando la innovación en el centro de la estrategia de la compañía. En este sentido, desde T-Systems Iberia estamos poniendo en marcha nuestro primer centro de co-innovación en España, concretamente en Barcelona, donde tenemos nuestra sede de Iberia. Es una apuesta con la que el Board quiere representar el fuerte compromiso de la compañía con el avance e investigación de los entornos IT. Pretendemos que este centro sea un espacio abierto a la disrupción y a la investigación TIC con todos los partners y emprendedores que quieran aportar al proyecto. Además, el T-Lab, como así lo llamamos, confiamos estará incluido en la red de centros de innovación de Deutsche Telekom que están distribuidos por toda Europa y con la que pretendemos crear un espacio de conocimiento que nutra no sólo nuestros servicios y soluciones, sino también el avance de toda la sociedad hacia su digitalización.
2. ¿Cuáles son las claves para culminar con éxito un proceso innovador?
La clave se encuentra en eliminar las estructuras mentales y operativas prestablecidas para afrontar el cambio con una mentalidad abierta. En muchas ocasiones somos nosotros mismos los que limitamos, sin darnos cuenta, el alcance del cambio por intentar hacer una simple adaptación de lo que ya conocemos. Y es que la innovación en la tecnología es necesariamente disruptiva, por lo que lo importante es tener muy bien definido el objetivo; la implantación de esa innovación es un segundo escenario con sus propios retos que conviene abordar más adelante.
Además, otra de las claves es, sin duda, contar con el partner tecnológico adecuado que acompañe en el proceso de transformación y que analice e identifique de forma externa el punto de partida y el objetivo a alcanzar para abordar con éxito el proceso de cambio.
3. Tres consejos para quienes estén dispuestos a abordar cambios, acciones o procesos innovadores en su empresa o entorno
El primero de ellos, y en relación a la pregunta anterior, es abandonar el miedo al cambio. Vivimos en un contexto en continua evolución en el que el cambio es simplemente nuestro hábitat natural y en el que tenemos que saber movernos.
El segundo es no tener miedo al fracaso. Tras toda innovación hay un proceso evolutivo plagado de contratiempos, y el secreto está siempre en descubrir la lección adecuada de cada uno de ellos.
Y, por último, rodearse del mejor equipo humano posible. Un empleado motivado es el arma de innovación más potente que existe, y para conseguirlo hay una serie de elementos internos que siempre hay que mejorar y evolucionar. Hay que cambiar por dentro para que se manifieste hacia fuera.
4. ¿Cuál es, a su juicio, la mayor innovación que ha tenido lugar en los últimos 50 años en todos los ámbitos?
Sin lugar a duda, Internet y la conectividad a la red de todo tipo de objetos en la que ha ido evolucionando. Ha supuesto realmente un cambio gigantesco a todos los niveles: social, económico y también político. El hecho de tener acceso a internet mediante un smartphone en todo lugar y momento ha permitido el auge de actividades tan transformadoras socialmente como el e-commerce, y todas sus implicaciones logísticas y de hábitos de consumo; o las redes sociales y su nuevas dinámicas en la relaciones sociales y en el flujo de la información.
Toda esa conectividad ha permitido que, a día de hoy, estemos diseñando e implementando la gestión inteligente de un enorme número de dispositivos para mejorar, tanto la productividad y eficiencia de las empresas como los servicios ofrecidos al ciudadano. Y, todo ello, con un menor coste energético y, por tanto, un mayor cuidado del medioambiente.