Recientemente se han cumplido dos efemérides destacadas en la historia de la economía. Por un lado, el 89 aniversario del Martes Negro, una de las jornadas fatídicas que dieron lugar al crac de la bolsa de Nueva York y a la Gran Depresión. Por otro, los 10 años de la caída de Lehman Brothers que provocó lo que popularmente se conoce como la Gran Recesión. El profesor de la Universidad de Alcalá (UAH), Pablo Martín Aceña, profundiza en las similitudes y diferencias que se observan en ambas crisis.
Y uno de los factores que comparte ambas es el lugar en el que se originaron. “Las grandes crisis, por lo general financieras, que se han extendido al resto del mundo, como fueron la de 1929 y la de 2007-2008, se originan en el centro de la economía mundial”. O, dicho en otras palabras, en Estados Unidos, señala el catedrático de Economía, Historia e Instituciones Económicas.
Además, “en ambos casos hubo alzas inmobiliarias y falta de supervisión por parte de las autoridades monetarias correspondientes”. Y otra característica más en común: “la llegada de la crisis no estaba prevista, excepto por algunas mentes más clarividentes”. Ninguna entidad ni organismo “pensó en un primer momento que sería de gravedad y que se prolongaría más allá de unos meses”, añade.
CARÁCTER CÍCLICO
Cabe preguntarse, entonces, si somos incapaces de aprender de los errores. Para Martin-Aceña el problema es que, “pasados los momentos de pánico y resuelta la situación, tendemos a olvidar”. Y es que “la mente es muy selectiva y solo recuerda lo mejor”. A esto hay que añadir que los seres humanos solemos pensar “que la próxima vez vamos a aplicarnos mejor y resolver los problemas de manera mucho más rápida”.
“Se aprende pero se olvida lo que ha pasado”, así que es fácil prever que en el futuro volverá a ocurrir algo similar. “Y a lo mejor siguiendo el mismo modelo porque las crisis económicas y financieras tienen muchos elementos en común”, advierte el profesor universitario.
Afortunadamente se ha avanzado mucho y en la actualidad podemos “tomar medidas de regulación, supervisión y anticipación porque cada vez conocemos mejor cómo funciona la economía”. Pablo Martin-Aceña señala que “en el siglo XXI tenemos indicadores mucho más perfectos para poder seguir la coyuntura” que los que existían en 1929. “La tecnología económica, por así decirlo, ha avanzado muchísimo –continúa–. Ahora vivimos en un mundo en el que conocemos los datos al instante, casi antes de que ocurran”.
A pesar de ello, la capacidad de intervenir es limitada. El catedrático de la UAH, tal y como señala en declaraciones de Innovaspain, cree que “se puede hacer algo, pero la economía de mercado es una economía que no controla a nadie, afortunadamente, y a cada hora millones de personas toman decisiones de manera independiente”. “La única manera de evitar una crisis sería planificarlo todo y el resultado ya sabemos cuál ha sido en las economías en las que se ha planificado todo”.
EL ERROR DEL PROTECCIONISMO
“Los instrumentos de los que disponen ahora los responsables económicos son mayores en número y en refinamiento”, apunta. Y lo mismo ocurre con “el conocimiento que se tiene de sus efectos a corto y medio plazo. “En 1929, las operaciones de mercado abierto que hacían los bancos centrales no estaban a la mano de todos ellos. Tampoco los instrumentos fiscales y monetarios tenían ese refinamiento del que se dispone ahora”.
Otra diferencia “fundamental” entre ambas crisis es “el grado de rapidez en las comunicaciones entre los responsables económicos, entre sí y con los operadores de mercado”. “En menos de 12 horas se puede convocar una reunión del G-20 para verse las caras y decidir qué decisiones tomar –dice Pablo Martin-Aceña–. Los responsables económicos, y esto es otra diferencia con respecto a 1929, se conocen personalmente, se pueden apreciar o se pueden despreciar, pero se conocen, se ven y hablan continuamente”.
En su opinión, esto ha hecho que en 2008 no se repitiera una de las “equivocaciones” de los años 30: las prácticas proteccionistas. “Cuando vino la Gran Depresión, en los años 30, los países trataron de protegerse elevando aranceles, poniendo restricciones al comercio, etc. porque pensaban que de esta manera evitaban el contagio de fuera”.
“Ahora sabemos que eso fue un gran error –explica–. Uno de los factores que más contribuyó a la Gran Depresión fue el colapso en el comercio mundial. Esta vez, precisamente por verse las caras en Londres y en Washington, los miembros del G-7 y el G-20 evitaron caer en prácticas proteccionistas; sabían lo dañino que era”.
Por eso el comercio mundial “es de lo que menos se ha resentido” en esta crisis. Entonces, ¿por qué Donald Trump ha basado gran parte de su gestión política por el proteccionismo? El experto en Historia de la Economía cree que puede existir “mucho de demagogia” en esa apuesta del presidente de EE. UU. “Es fácil vender a los trabajadores de sectores obsoletos que protegiéndoles se van a resolver las cosas”, añade
Respecto a la situación actual, Martin-Aceña la califica como “muy preocupante”. “En España, por ejemplo, el nivel de endeudamiento privado y público es pavoroso, casi el cien por cien del PIB. El endeudamiento en otros países de la UE es similar o superior. También veo un cierto desapego a las normas comunitarias, como ocurre en los casos de Italia, Polonia o Hungría. Y veo en los EE. UU. una deriva proteccionista. Y veo un Japón próspero, pero estancado”.