La paleogenómica, con la tecnología aplicada al estudio de los fósiles prehistóricos, está revolucionando el conocimiento sobre las poblaciones antiguas, ya que permite reconstruir el árbol evolutivo mediante la extracción y el análisis de moléculas de ADN. El investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) Antonio Rosas, abrió ayer el ciclo de conferencias prehistóricas de los Cursos de Verano de la Universidad de Cantabria (UC) en Ramales de la Victoria, y habló de la conexión que existe entre las ciencias clásicas de la prehistoria, como la paleontología, y estas nuevas herramientas.
“Los humanos actuales, los homo sapiens, tenemos en nuestros cromosomas genes neandertales y, algunas poblaciones, genes de otro grupo humano que se denominan denisovanos y que ha sido descubierto a través de la paleogenómica”, ha explicado Rosas para quien, gracias a la paleogenómica, se ha puesto de manifiesto la capacidad de transferencia genética entre diferentes especies fósiles, algo que se sospechaba, pero que no se conocía hasta ahora.
Según el investigador del MNCN-CSIC, estos hallazgos son muy reveladores ya que no sólo han desvelado la existencia de linajes evolutivos desconocidos, como los denisovanos, sino que confirman “los eventos de hibridación entre diferentes especies, ya sea neandertales - homo sapiens, ya sea neandertales - denisovanos, ya sea homo sapiens - denisovanos… en una red de cruzamientos cada vez más compleja”.
¿Qué neandertales?
Otro de los avances de la paleogenómica ha sido poder entrar a conocer la historia evolutiva de las poblaciones neandertales. Rosas ha explicado que, si antes se hablaba en términos genéricos de estos individuos, hoy en día la pregunta inmediata es: “¿A cuál te estás refiriendo?”. Se ha descubierto que ha habido diferentes grupos de neandertales y diversas reacciones adaptativas en eventos de desplazamiento. “Poblaciones que, por ejemplo, en la península Ibérica vivían hace una fecha, pongamos 100.000 años, y son reemplazadas por otras poblaciones distintas”, señala Rosas.
“Cuando antes hablábamos de neandertales era una cosa grande en la que no había capacidad de discriminación. Hoy en día, a través de la paleogenómica, sí que estamos ya entrando en el detalle de movimientos poblacionales, distintas poblaciones, distintos grupos, es decir, lo que en términos generales se llama la filogeografía o el estudio de la evolución de las poblaciones neandertales en el espacio y en el tiempo”, ha explicado el experto.
Colaboración interdisciplinar
El investigador del MNCN-CSIC ha recalcado que estos estudios paleogenómicos se apoyan y complementan con la interacción con la arqueología paleolítica y con la paleontología, ya que “no son estudios estrictamente autosuficientes”.
De hecho, aunque en algún momento en la historia de la biología, y de la paleontología en particular, hubo una cierta competencia entre disciplinas más clásicas y disciplinas moleculares, Rosas ha puesto en valor que, ahora, no es así. En el siglo XXI existe un diálogo y un complemento mutuo indispensable para el avance científico. A su juicio, la paleogenómica ha supuesto tal avance que ha motivado la concesión del último premio Nobel de Medicina y Fisiología a Svante Pääbo, “el padre de la paleogenética en sentido amplio”.
Referencia ‘Sidrón’
En esta línea está trabajando el experto en numerosos yacimientos arqueológicos, tales como la Sima de los Huesos y La Galería de las Estatuas de Atapuerta (Burgos), en la cueva de Vindija (Croacia), o en las cuevas siberianas de Chagyrskaya y Denisova, donde se encontró la especie de los denisovanos.
En el norte de España, Rosas ha remarcado que los estudios en el yacimiento de El Sidrón (Asturias) fueron pioneros en este ámbito y permitieron establecer la diversidad genética de los fósiles encontrados en la cueva, una de las colecciones más completas de las encontradas en la península ibérica.