Tejer redes y conectar ámbitos tradicionalmente alejados. Paloma Domingo, Directora Adjunta de la Fundación General CSIC (FGCSIC), trabaja para cambiar paradigmas de escasa validez en el escenario actual de progreso. “En el pasado, investigación y empresa han sido dos espacios muy diferenciados. Los investigadores eran celosos de compartir su trabajo, mientras que las empresas innovaban de puertas para adentro”. Domingo ha participado en la presentación de la X edición del ‘Anuario de la Innovación en España’, durante la que ha mantenido una conversación con Azucena Elbaile, directora de La Nave, el centro de innovación del Ayuntamiento de Madrid.
“Poco a poco, las empresas se dieron cuenta de que ahí fuera abundaba el conocimiento”, indicaba la responsable de FGCSIC. “En paralelo, los investigadores, fundamentalmente los de carácter público, percibieron que debían explicar a la sociedad lo que tenían entre manos. Hoy, ninguna gran empresa carece de un sistema de scouting con el que detectar qué están haciendo los centros de innovación y las universidades. Este es un mundo de competencia global feroz, y el avance tecnológico es tan rápido y complejo, que la única opción es buscar apoyos externos para no perder ritmo”.
Modificar la vía tradicional
En Fundación General CSIC fomentan que la colaboración público-privada sea cada vez más estrecha y productiva, al calor de la creación de estructuras en las universidades que facilitan que las spin offs lleguen antes al mercado con sus productos y servicios. Sin embargo, aún queda trecho por recorrer. “En el marco de la administración pública, este tránsito es complejo y nos siempre va a la velocidad adecuada”, añadía Paloma Domingo.
La FGCSIC es el vehículo del CSIC para completar con más garantías la transferencia de conocimiento y explorar otros territorios donde la institución científica española por excelencia se ha topado con límites y vetos. Este giro estratégico pretende contribuir a que España gane posiciones en innovación. “La investigación española está muy bien situada en los rankings internacionales. Nuestros científicos publican muchos papers. Pero las cosas no van tan bien en innovación, donde nos movemos entre el puesto 29 y 31”.
A la caza de problemas
¿Cómo cambiar el paso? “Debemos aplicar nuevos modelos de actuación. Miremos al mercado, a los problemas de las empresas, y pensemos cómo podemos ayudarles desde la investigación. Tomamos un camino que no es el tradicional: buscamos problemas a los que dotar de soluciones. Para conseguirlo, necesitamos estructuras privadas que agilicen la contratación y favorezcan la competitividad. Acompañamos a la investigación en el proceso de convertirse en empresa y en la búsqueda de financiación. Debemos tener muy claro que no todos los investigadores tienen por qué ser emprendedores. Con la ayuda de las empresas, también trabajamos para recuperar parte del talento que se marchó de España”.
Que todo esto tenga un efecto tangible depende, según Paloma Domingo, de generar confianza en “espacios y encuentros” donde los investigadores sientan que su faceta más ‘empresarial’ es reconocida y puede mejorar la vida de todos. “El contacto personal es importantísimo, ya que el conocimiento mutuo entre los ámbitos público y privado hace que las cosas funcionen. No nos empeñemos en que los investigadores, además de buenos en su campo, sepan divulgar y vender patentes. Zapatero a tus zapatos. No les pidamos demasiado”, concluía la directora adjunta de FGCSIC.
El ejemplo de La Nave
La Nave es uno de los principales espacios públicos de apoyo al emprendimiento del país. El centro del Ayuntamiento de Madrid comenzó su andadura en 2018. Desde entonces, las startups a las que han ayudado (más de 1.500) han levantado más de 70 millones de euros de financiación y generado más de 400 empleos directos.
Su directora, Azucena Elbaile, coincidía con el Concejal Delegado de Área de Innovación y Emprendimiento del Ayuntamiento de Madrid, Ángel Niño (también presente en el acto) al destacar que La Nave tiene programas suficientes para apoyar a cualquier proyecto innovador “sea cual sea su madurez”.
En línea con Paloma Domingo, Azucena Elbaile considera que, para construir ecosistema, la colaboración público-privada es clave. “Es un punto que debemos fomentar y en el que volcamos cada vez más esfuerzos”, señalaba.
La directora de La Nave exponía que, de manera creciente, han dado cabida en sus programas a proyectos de base científica, un perfil que quieren potenciar a futuro. Para corroborar esta tendencia, Elbaile mencionaba las conversaciones con el programa Ramón y Cajal con el objetivo de que la llegada de emprendedores-investigadores a La Nave gane fluidez.
Elegir a los mejores
Al margen del área de actividad, una de las señas de identidad de La Nave es su ojo crítico para elegir a los mejores emprendedores y emprendedoras. “El equipo (Barrabés es la empresa que gestiona el centro) tiene 20 años de experiencia en esta tarea, y se nota. Además de las evaluaciones previas, la entrevista final es de máxima importancia. Pensemos que seleccionamos a personas que después se tendrán que sentar delante de un inversor. El nivel de exigencia que nos guía nos ha posicionado como un centro de total confianza para los inversores. Saben que no les haremos perder el tiempo cuando les presentemos un proyecto nuevo”.
A la colaboración público-privada, Azucena Elbaile sumaba las bondades que las para las startups supone tender la mano a las grandes corporaciones. “No olvidemos que la gran empresa es la principal generadora de valor de nuestra economía. A los emprendedores les enseñamos a hablar con ellos; a contar su proyecto en condiciones, por muy ‘enamorados’ que estén de él. Somos conscientes de que, al menos en las primeras etapas, muchas empresas mueren. Como administración pública nuestro compromiso es hacer todo lo posible para evitar que eso suceda”.