"En Parkinson el reto es encontrar biomarcadores para el diagnóstico precoz"

Cruz Rodríguez Oroz, del Ikerbaske y el hospital de Donostia, en la RANM

La semana pasada se celebró en la Real Academia Nacional de Medicina la IV semana Cajal, que este año se centró en la enfermedad de Parkinson, que el médico que le dio nombre, James Parkinson, describió hace 200 años.

Entre los actos celebrados en la RANM, el simposio “Enfermedad de Parkinson: 200 años buscando causas, mecanismos y soluciones”, patrocinado por la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, revisó los problemas y retos para tratar y prevenir esta enfermedad neurodegenerativa, la segunda más frecuente, después del alzhéimer.

La doctora María Cruz Rodríguez Oroz, del Ikerbaske y el hospital de Donostia, hizo un repaso a los principales hitos de esta patología, que afecta en España a al menos 300.000 pacientes y de la que se registra al menos un nuevo caso por 10.000 habitantes cada año.

Esta patología fue descrita por primera vez en 1917 por el médico inglés James Parkinson (1755-1824) en la obra que le dio más fama, “An Essay on the shaking palsy”, El doctor Parkinson denominó  “parálisis agitante” a lo que hoy conocemos como enfermedad de Parkinson.

“Parkinson describió el caso de seis personas, que no eran pacientes suyos, que veía por Londres, con temblor, dificultad para moverse, y tendencia a inclinarse hacia adelante. Solo exploró a uno o dos de ellos, pero hizo una descripción muy meticulosa”, resalta la doctora Rodríguez Oroz.

Movimientos involuntarios de carácter tembloroso, con disminución de la fuerza muscular que afectan a partes que están en reposo y que incluso provocan una tendencia a la inclinación del cuerpo hacia delante y a una forma de caminar a pasos cortos y rápidos», escribía Parkinson hace 200 años. Aunque esa descripción inicial del médico inglés era muy completa, no percibió dos síntomas fundamentales de la enfermedad que lleva su nombre: la rigidez y los trastornos cognitivos.

Fueron, años más tarde, los médicos Charcot y Vulpain, en 1861, quienes se refirieron a esta patología como enfermedad de Parkinson y dejaron constancia de que, en estadios avanzados, los síntomas dejan de limitarse solo a lo motor y podían afectar también al funcionamiento cognitivo.

Desde entonces, ha habido varios hitos en el tratamiento de esta de la enfermedad de Parkinson. El último, lo resaltaba la doctora Rodríguez Oroz: “Los ultrasonidos focalizados de alta intensidad (HIFU, por sus siglas en inglés), que permiten reducir el temblor sin necesidad de cirugía. Concentrando los ultrasonidos en un punto concreto del cerebro, desde distintos puntos de la superficie, lo que provoca aumento de temperatura que causa una lesión microscópica que reduce el temblor”.

Algo que hasta ahora solo se conseguía con cirugía, mediante una lesión en el núcleo subtalámico de los ganglios basales del cerebro, implicados en el movimiento normal y también en el patológico y descontrolado que tiene lugar en la enfermedad de Parkinson.

Sin embargo, el reto de la enfermedad de Parkinson se centra en encontrar biomarcadores que permitan hacer un diagnóstico precoz. “Cuando se diagnostica, hay ya una gran pérdida de las neuronas que producen dopamina un neurotransmisor esencial para el movimiento]. Aunque la falta de dopamina se compensa durante un tiempo y no se perciben síntomas, la enfermedad sigue avanzando”, destaca Rodríguez Oroz. Esa ventana asintomática abre la puerta “a pensar en un diagnóstico temprano, intentando frenar la degeneración de la sustancia negra, que se ve afectada en la enfermedad”.

Sin embargo, señala esta experta, es imposible hacer, de forma generalizada, a toda la población un estudio de PET, para mirar los niveles de dopamina. Pero sí se podría acortar el grupo de personas que podrían ser candidatas a esta prueba para descartar o confirmar la enfermedad.

Y es que, apunta, en los estudios epidemiológicos se ven síntomas prodrómicos, como pérdida del olfato, trastornos del sueño estreñimiento, asociados a la enfermedad de Párkinson. “Pero no tienen validez en personas individuales, porque son muy generales y afectan a muchas personas”, aclara Rodríguez Oroz.

Pero sí podrían servir para hacer estudios de imagen a personas con estos trastornos en busca de “un grupo de alteraciones que predigan de forma sensible y específica la enfermedad de Parkinson, este es uno de los retos actuales de esta patología”. Concluye Rodríguez Oroz.

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