ALICANTE. Los marjales son terrenos bajos y pantanosos, generalmente próximos al mar, caracterizados por albergar una gran biodiversidad. Se trata de zonas húmedas que a menudo funcionan como estaciones de paso de aves migratorias entre el norte de Europa y África. En Alicante se inspiraron en los mecanismos de la naturaleza para solucionar un problema a través de una infraestructura urbana, verde e inteligente. Inaugurado en 2015, el Parque Inundable La Marjal es la propuesta del ayuntamiento de la ciudad y la empresa Aguas de Alicante para evitar las inundaciones que se producían en la zona –muy cerca de la Playa de San Juan- a consecuencia de las intensas lluvias propias de la región en determinadas épocas del año.
El principio
Tras las inundaciones producidas en septiembre de 2007, se pusieron en marcha una serie de medidas cortoplacistas para trasladar provisionalmente el agua. Miguel Rodríguez, Gerente de Operaciones de Aguas de Alicante, nos atiende en uno de los miradores del parque. “Sabíamos que poner parches no arreglaría el problema. Que el parque inundable –el primero de España de estas características- sea una realidad, se debe a la existencia de una red separativa de aguas que hace posible acumular en superficie aguas fluviales que los colectores de aquel momento no eran capaces de retener”.
“Otra opción habría sido construir un depósito cerrado que almacenara el agua. Además de no cumplir con las funciones ecosistémicas y sociales del parque inundable, habría costado cinco veces más” (la licitación del parque ascendió a los 3,5 millones), detalla Rodríguez. Con modelos matemáticos estimaron que en 2007 las inundaciones –que afectaron sobre todo a los garajes de las viviendas- las provocaron 15.000 m3 de agua.
En una horquilla de 2,85 metros de altura, el parque es capaz de soportar la entrada de 45.000 m3. “Incluso en ese caso, muy poco probable pero no imposible, el agua no supondría un problema. El diseño del parque llevaría el agua sobrante hacia una avenida que desemboca en la playa. Impedimos que el sistema colapse”. En condiciones normales, el caudal recogido por los colectores del parque se deriva a la estación depuradora de aguas residuales de Monte Orgegia, y parte del agua es reutilizada para el riego de zonas verdes.
Evitar problemas
El Parque Inundable La Marjal ya ha demostrado que funciona. Desde su apertura se han producido dos tormentas que a buen seguro habrían acarreado incidencias. La primera, en marzo de 2017, fue muy similar a la de septiembre de 2007. Sin embargo, el 21 de agosto de 2019, Alicante sufrió la mayor lluvia desde 1938, año a partir del cual existen registros oficiales. El parque almacenó 22.000 m3, el equivalente a 12 piscinas olímpicas de 2 metros de profundidad. Los residentes de la zona pudieron respirar tranquilos.
“Comprobamos que el modelo que habíamos diseñado tenía razón. La resiliencia del parque ante este tipo de eventos extremos nos aporta mucha confianza. Hemos logrado proteger toda la zona”, añade el experto.
Más allá de la inundación
Es una tranquila y soleada mañana de febrero. Una de esas que en el Mediterráneo anuncian que la primavera está al caer. Grupos de escolares participan en una gymkana a lo largo de todo el parque, cuya utilidad ‘practica’ solo queda patente en distintos carteles informativos. “Aunque a simple vista no lo parezca, el parque es pura innovación”, apunta el Gerente de Operaciones de Aguas de Alicante.
Jiménez describe cómo el agua es permanente regenerada y oxigenada para evitar la proliferación de las algas. Aunque los estanques son vaciados por completo una vez año, un sistema de ultrasonidos también trabaja para evitar que el exceso de vegetación altere el equilibrio natural.
Una tubería de dos metros de diámetro permite la entrada del agua de lluvia. El parque dispone de compuertas, medidores de nivel, cámaras de control, y señalización acústica y lumínica. Sus cinco accesos cierran cada noche. “Incluso ante una lluvia fuerte, el nivel del agua dentro del parque sube lentamente. Ello no impide que, coordinados con las autoridades municipales, tengamos que evacuar el parque en ocasiones para tomar todas las precauciones posibles”.
Biodiversidad
El diseño del parque es multidisciplinar. “Ante todo, debía ser útil, pero sin cerrarnos a ampliar el abanico de sus funciones ni renunciar al sentido estético”, argumenta Jiménez. “El parque es una ‘mina’ en cuanto al beneficio que reporta a la ciudad. Donde solo había un descampado lleno de matas, ahora tenemos un espacio natural para hacer deporte al aire libre, dar un paseo o simplemente dedicarse a la contemplación”. El experto advierte que fijarse en la naturaleza al diseñar estas infraestructuras también es más sostenible en el terreno financiero. Mantener todo el entramado técnico de Aguas de Alicante en el parque supone apenas 50.000 euros anuales.
Lentiscos, romero y lavanda; bosque mediterráneo. Especies autóctonas que requieren poca agua dominan el apartado vegetal del parque inundable. “Menos es más. No tendría mucho sentido optar por algo exótico”. En los dominios del parque llegó a anidar un martín pescador, y has ido avistadas numerosas aves. Además de los habituales patos, pasan por allí la curruca capirotada, petirrojos, colirrojos tizón, golondrinas, garcillas cangrejeras, martinetes, gallinetas, zambullines o anátidas buceadoras.
En 2018, el Parque Inundable La Marjal ayudó a que la ciudad de Alicante obtuviese el premio “Ciudad Sostenible” de Ecomed-Forum Ambiental, en la categoría ciclo integral del agua, por su gestión sostenible. Además, ha contribuido en distntias ocasiones a la visibilidad de la ciudad, siendo presentado en el Pabellón de España durante la COP25 en 2019. “Por aquí han pasado alcaldes, diputados y representantes de administraciones nacionales e internacionales. Todos terminan gratamente sorprendidos. El modelo es replicable, pero debe ser muy bien diseñado para cumplir sus funciones con garantías”, concluye Jiménez.