¿Qué hacen dos mujeres latinoamericanas viajando por el sur de Asia y reuniéndose con todo tipo de emprendedores sociales? Pues llevar a cabo un ambicioso proyecto para unir dos regiones en vías de desarrollo que comparten más problemas de los que pudieran parecer en un primer momento. En sus propias palabras, “recontextualizar las soluciones que están ocurriendo acá para llevarlas a Latinoamérica”.
La chilena Paz Bascuñán y la mexicana Melina Bravo, fundadoras de Ancla Latam, responden a las preguntas de Innovaspain desde el restaurante de un hotel en Lumbini, un pueblo de Nepal que está considerado como el lugar de nacimiento de Buda. Al fondo se escuchan ruidos difíciles de identificar. “Pasan los turistas y no hacen más que mirarnos… No sé qué pensarán de nosotras”, dicen entre risas.
“Miramos a países desarrollados para encontrar soluciones a problemas que ellos no sufren”, dice Bascuñán. “¿Por qué seguimos mirando a Suecia para cambiar un modelo educacional cuando nuestra realidad no podría estar más distante que la de ellos?”. Ella tiene claro que es mucho más fructífero observar, por ejemplo, como en India se solucionan problemas de educación “que pueden ser muy similares a los que vivimos en Chile, Colombia o México”.
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Ella fue la primera que viajó a Asia. Ambas trabajaban juntas en Chile, en un programa social en Chile, pero en abril de 2017 Paz Bascuñán decidió “explorar nuevos horizontes” dentro de lo que más le apasiona: el emprendimiento social. “Sentía que algo me faltaba y apareció la oportunidad de hacer un voluntariado en el sur de la India”, afirma. Se trataba de una iniciativa de la ONG Kanthari para la formación de líderes sociales en distintas partes del mundo.
Tras cinco meses en este proyecto, dio un nuevo salto sin red: reunirse con emprendedores sociales de varias partes de Asia para conocer distintas soluciones a problemas comunes. En ese momento fue cuando se acordó de su antigua compañera y llamó a Melina Bravo para preguntarle si le apetecería acompañarle en esta aventura. “Más vale diablo conocido que diablo por conocer”, bromea.
La mexicana aceptó. “¿Y por qué no?”, se dijo. Recuerda el comentario de su madre. “¿Y ahora ya te vas más lejos?”. Pero su familia y amigos sabían que su marcha estaba motivaba por una razón de peso: hacer lo que le apasiona y afrontar un nuevo reto.
Ella está especializada en la multiculturalidad. “Soy de México pero vivía en Chile; se lo que significa ser de otro lugar e intentar que te integren”, asegura. De hecho, gestionaba una casa multicultural llamada Arborigen Co-living, en Temuco, un espacio que promueve la colaboración con un enfoque en sostenibilidad. Dejó esté centro en funcionamiento y decidió volar hasta Asia.
LLEVAR SOLUCIONES A LATINOAMÉRICA
Ellas mismas definen Ancla Latam como un “puente conector” entre regiones, pero también señalan que el proyecto tiene “muchísimas aristas” y, de hecho, no descartan ampliarlo a otros continentes, como África o Europa del Este. “Tiene un elevado potencial de crecimiento y expansión para unir a todos los países que al final estamos luchando por lo mismo”, asegura la emprendedora chilena.
El primer paso se centra en llevar a emprendedores asiáticos con negocios ya en marcha a Latinoamérica para que den servicios de mentoría a individuos locales que quieran lanzar iniciativas parecida. “Serían, por tanto, personas haciendo lo mismo pero sin ser competencia porque están en lugares distintos”, afirma.
Estamos hablando de “exportar el conocimiento” y para ello, además de los viajes, también barajan la opción de apoyarse en plataformas digitales. Su objetivo, independientemente de la vía utilizada, es “llegar a la base de la pirámide”, es decir, a gente que no suele tener acceso a este tipo de información.
Ya se han reunido con emprendedores de India, Nepal y Sri Lanka, y aseguran que la respuesta ha sido muy buena. “Se ha generado vínculo”, apunta Paz Bascuñán. “La gente quiere contarte cuáles han sido sus mayores desafíos y qué consejos darían a otras personas que pueden vivir una situación similar”.
LA BRECHA DEL IDIOMA
También están valorando la posibilidad de traer a gente de Latinoamérica a Asia, pero en este caso creen que la limitación estaría en el idioma. “Existe una gran brecha con el resto del mundo porque en la región ni siquiera un 20 por ciento de la población habla inglés”, se lamenta Paz Bascuñán, traductora de profesión.
Con Ancla Latam también quieren “acortar” esta brecha y buscan vincularse a personas que enseñen inglés para que la población latinoamerica aprenda un idioma que les dará acceso a más información.
De momento están tirando con sus propios ahorros, viajando de forma muy austera. Se trata, en esta primera fase, de “construir comunidad” y descubrir si hay interés por su proyecto. La respuesta está siendo muy buena y ya han presentado su solicitud a varios fondos para conseguir financiación.
Las personas interesadas en apoyar esta iniciativa pueden contactar con ellas a través de Facebook o Instagram. Ya se les han unido varios voluntarios y toda ayuda es poca, desde la promoción hasta las mismas donaciones. Así será posible que Ancla Latam continue trabajando para “dar a conocer a estos superhéroes que están tomando acción de los problemas sociales”, concluye Melina Bravo.